Los Roñas quizás no se merezcan esto, o quizás sí. Es la
primera vez que voy a hacer la crónica de un concierto sin haberlo visto. Sin
haberlo visto como Dios manda, que no manda, dicen que ni existe, pero es la
típica expresión que te recuerda a tu abuela y al acordarme de ella me ayuda a
recordar cómo era y qué fue Juan de Garay y ya de ahí tiro y puedo hablar de la
Riojana, por ejemplo, o de Los Roñas otra vez.
Toda la vida viviendo en Juan de Garay hasta que tuve que
emigrar para currar. Luego volví y, al final, me marché a vivir a otro barrio,
pero toda la vida ahí: jugando a la pelota en el garaje de enfrente, dándole
dos besos a Sara la carbonera que vendía eso, carbón, donde ahora se venden
cortinas, bajando a la huevería a comprar leche, escondiéndote entre los coches
aparcados en hileras para darle un susto a mi hermano pequeño. Cuando era niña,
a mi madre la mandaban a comprar zurracapote en La Riojana los domingos. Mi
abuela conoció al auténtico cuervo que, plantado en la puerta, saludaba a la
gente que cruzaba la acera. Toda la vida viviendo en 500 metros que han visto
crecer, morir y nacer de nuevo a este pueblo. Y a su cultura.
Porque la cultura es nada más y nada menos que la gente
que vive y lo que hacen para sobrellevar la vida. Y ahí es donde vuelvo a Los
Roñas, a los que solo vi de lejos, desde la acera, como si tuviera miedo. Ahí
enjaulados, sonaban a desenterrado, como si alguien hubiera escarbado y
encontrado vestigios antiguos de nuestra propia cultura. La gente salía de El
Cuervo con una sonrisa de oreja a oreja, buscando aire que respirar y diciendo
que no y que sí con la cabeza: alegría, energía y comunión. Los Roñas son el
pueblo. La música de esta anteiglesia. Y aunque los veas desde lejos es como si
vieras de cerca la historia de esta maltratada ciudad que pasó de la huerta al
horno y del horno al centro comercial sin que nadie se preguntara si realmente
merecía la pena. Días como los de ayer en El Cuervo hacen que merezca.
Banda: Los Roñas
Escenario: Bar El Cuervo
Día: Martes, 18 de Julio de 2017
Número de palabras: 378
Fotografía: Brutus
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