Porco Bravo




En fiestas, he hecho una promesa: concierto, crónica. Con el nombre de la banda en la cabecera. Entradas breves y, como siempre, mostrando mis defectos y trayéndomela al pairo. Mucho antes, hice otra promesa: no más crónicas de conciertos de Porco Bravo. ¿Y ahora qué hago? Gárgaras.

En el futuro, algunos afortunadillos podrán decir: "yo NO estuve en el concierto de Porco Bravo en la Herriko Plaza", porque, los demás, sí que estuvimos. Estuvimos prácticamente todos, solo faltaba algún popero, currantes, resacosos, extraviados y aquellos de los que se acordó, con buen criterio, Manu. Estuvieron muchos, con sus camisetas, además. Las bromas ya han sido hechas, pero lo que tendrían que hacer sería estudiarlo en la escuela de negocios. Había por allí niños, niñas, padres, madres, policías municipales muy serios y profesionales y hasta músicos de otras bandas. Había gente que seguro que les vio antes, tocando en el Edaska, en La Triangu y hasta en el Alaska. Otros, los verían por primera vez, pero daba igual. Porco Bravo han conseguido trascender lo musical. Son capaces de reunir a sus vecinos en la plaza del pueblo y celebrar por todo lo alto, lo que quiera que se celebre. Esto tiene su lado bueno... y su lado malo, claro. 

Nosotros celebramos música y ayer la música se escabullía fácilmente por el hueco en triángulo de la plaza. Sin techo y con tanto hueco, las canciones se perdían en la inmensidad. Aún así, demostraron que no es aire lo que las rellena, porque, a pesar del espacio, no volaron y siguieron cayendo con peso sobre el público, bien repletas de riffs, estribillos y compases bragados. Si los Porco Bravo han conseguido, con el bagaje y el acopio de canciones, que "Eléctrica actitud" se haya convertido en una especie de himno, es porque, precisamente, tienen actitud y son eléctricos, conceptos que igual parecen abstractos y repetitivos, pero son la clave de que todo funcione: sin electricidad no funcionan los instrumentos, sin actitud no suena igual la voz. Y ayer lo demostraron en casa que suele ser donde más te cuesta convencer. 

Como tienen alma de emprendedores, el concierto tuvo sus detalles: presentación del último vídeo y visita de amigos que se sumaron a la verbena. Primero apareció Txetxu Palacios, como ya lo hiciera en el Antzokia, para acompañar a la banda versioneando un "Envenenado" que volvimos a cantar con los pulmones a pleno porque no deja de ser algo más que una canción, casi como un subidón de nostalgia de la lúcida, de la que casi duele. Habría que invitar a la gente a ver el vídeo de la canción, que aún se puede por el youtube, y donde apenas se reconoce a un Barakaldo que ha cambiado pero sigue teniendo muchos de los problemas que ya refleja, aunque no sea directamente, esa canción. Después salió Alfredo Piedrafita y a Manu se le fue la pinza con el nombre del nuevo proyecto del navarro. Por último, el bilbaíno Iñaki Antón "Uoho" también se unió a la jarana con su guitarra y sus mano a mano con Pulpo y Asier. Del resto, confetti, fuegos de artificio, bengalas, tablas y peroratas, no se habla; se ve, se disfruta y después te quedas con la música. 

Yo solo espero que el concierto de ayer sirviera para que algún jovenzuelo de orzuelos y acné se viese inspirado y atrapado por la música y para el resto de su vida, igual que ya nos ocurrió a muchos de nosotros hace tiempo, aunque luego más que dedicarnos a hacerla nos dediquemos a dilapidarla escribiendo sobre ella. Porque, como dijo Manu, "la música da la vida", y a muchos nos la sigue dando y nos la aceleraron aquellos primerizos conciertos de Yo Soy Julio César, Distorsión, Parabellum, Mentes Enfermas, Juicio Final... y tantos otros que han formado nuestra educación sentimental y, en muchos casos, la cultura más maltratada pero auténtica de nuestra ciudad. Ahora le toca el turno a Porco Bravo que, conviene no olvidarlo, son mucho más que un logo sobre una camiseta o una bengala en la zaga.


Ah, se me olvidaba. La foto la he cogido del caralibro, pero he cogido precisamente ésta para que se vea bien claro quién la ha tomado. Siempre se nos olvida que detrás de las fotografías hay fotógrafos y se merecen todo el reconocimiento del mundo.

Comentarios

Distorsjón ha dicho que…
Yo creo que había bastante gente que les veía por primera vez y que se quedó alucinada de lo buenos que son y del espectáculo que montan. Sólo había que ver al acabar el concierto, el puesto de camisetas que echaba humo de la gente que había allí. Ya había muchas camisetas antes de empezar el concierto por todos lados.
Yo también espero que este concierto de un grupo de Barakaldo, a algunos se les encienda la bombilla, indaguen y apoyen más la música local. Que tengan criterio propio para elegir lo que les gusta, aunque no sea popular ni salga en radios, televisiones o periódicos. Que no se dejen llevar por el rebaño y que no elijan por ellos. Igual soy demasiado iluso, pero creo que el concierto de ayer ha conseguido un poco de eso, que por poco que sea, es mucho. Menos es más, que dicen los Distorsión.
Holden Fiasco ha dicho que…
Suscribo lo dicho