Las Sexpeares



Dos chicas y un bajista que fuma. La cantante, con camiseta de Penadas por la ley y fijación con la temperatura del local. A veces, canta, otras grita, muy en la onda años 90. De hecho, ésa es un poco la gran reflexión: ¿por qué si has nacido en los ochenta aún sigues mirando a los noventa? Pues, lo hacen: y ahí aparece, por supuesto, Nirvana, de quienes versionearon "Aneurysm", y hasta REM, de donde parecen haber cogido algunos gorgoritos para los estribillos.
Ahora, no se quedan en el grunge ni en el hardcore melódico más cercano a lo que mola a los oyentes habituales de Euskadi Gaztea, a donde también se asoman, porque tan pronto como pueden se piran de excursión hasta el punk más fresco, el de los Ramones o The 5.6.7.8's, y al indie más ibérico y arrullador. Todo esto lo hacen al vuelo y sin que se les vea la puntilla: naturales y lozanas, a toda velocidad, sin poses ni posturas, sin venderte la moto ni el casco, aunque sí intentaron hacer publicidad de drogas para gatos.
Drogas para gatos, libertad cadavérica o calavérica, no sabemos, desmayos en Vallecas, pelo por encima de la cara a lo costa este, ritmos básicos y nos recordaron, fíjate tú, hasta a los Fresones Rebeldes pero siendo más que rebeldes, alucinógenos.
Ante un público que apostaría a que muchos de ellos entraban por primera vez al Tubo, las Sexpeares se mostraron tal y como parecen ser, dejándose de redobles y punteos, se dedican a construir canciones de tres minutos que suenan instantáneas y auténticas, llenas de referencias y ecos, pero efectuadas con soltura y responsabilidad. Parecen tener más camino por delante del que ya han dejado por detrás, así que habrá que seguirlas la pista.

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