Fiasco Review!!: II de Mary Rockings


 
Una misteriosa portada sideral anuncia el segundo disco de Mary Rockings, titulado, simplemente, II. Cuatro años después del primero, se puede decir que siguen por la senda que ya caminaban entonces, pero no sin puntualizar que evitan los ejercicios de género y que han mejorado en sonido y personalidad. Luego lo explico.

Mary Rockings, por si no lo sabes, es una banda compuesta, en este momento, por Kepa Arrillaga (voz) y Víctor Mayorga (batería), por un lado. Ambos estaban antes en la banda de metal Inoiz. Las guitarras son para dos ex Indomables: Iñigo Díaz de la Campa y Jaime Tejedor. Este último anda también en Rebrote, donde coincide con Iñaki Antón "Uoho", a quien imagino que no hace falta presentar, y que, en este disco, ha acompañado al propio Tejedor y al barakaldés Oskar Sánchez en las labores técnicas: producción, grabación, masterización y mezcla. Oskar Sánchez, además de esto, también toca el bajo en Mary Rockings, igual que lo ha hecho y lo sigue haciendo también en Pleonakis Plektos. El disco se grabó entre los Pertika estudios, la casa del propio Jaime Tejedor y los estudios Malamuerte, siempre de la mano de los tres mencionados. Los tres también lo mezclaron e Iñaki Antón "Uoho" se encargó de la masterización. La preproducción se llevó a cabo en Malamuerte Pro. El disco se publica de la mano del sello Bad Death Records. 

Entre el hard rock y el blues, la etiqueta que mejor les queda, si eres de los que le gusta ponerle una a todo, es la más amplia: rock'n'roll. Destacan poderosamente las guitarras, que, en realidad, les acercan de vuelta a su pasado, aunque son capaces de aparecer en algunas canciones con una textura original y sugerente, como en "Mil defectos" o en "Adicción". En general, las seis cuerdas se asoman bien en los puentes, con lustre y dominio, pero, al mismo tiempo, participan en la elaboración completa de las canciones: evocan melancolía en "Arde" y encienden las caderas en "Oveja negra"; se desprenden de la masa maciza en "Buena suerte" o imponen velocidad en "Meteórica". Surgen, también, en el detalle, ornando "Mil defectos" y engalanando "Gotas de agua". A veces, aparecen desde el principio, como en la tensión que arranca "Buena suerte" o en el punteo inicial y casi iniciático de "Meteórica", pero también en el corolario, cuando parecen acercarse a The Who, por ejemplo, en "Arde". La base rítmica, por su parte, se combina para elevar tensiones altamente inspiradoras, como en "Buena suerte". Especialmente los parches destacan en "Balas perdidas". Los teclados, que creo que son de Aiert Erkoreka, relucen igual que los hammond de Uoho, y, en general, la voz consigue aportar diferentes tonalidades, siendo más limpia cuando procede y más rugosa cuando se debe, como en "Meteórica". También usan muy bien los coros para engordar el caldo del estribillo. 

Hay medios tiempos, canciones más lentas. Algunas, estallan al final, como "Arde", que comienza con una larga intro y se arrastra lenta hasta que se enerva. "Dispara" se mantiene más constante, quizás porque lo exige el carácter narrativo de la letra. Mientras que "Gotas de agua" roza la épica sin abandonar del todo la melancolía. Otras veces, la velocidad se apodera de la canción desde el principio, como en "Meteórica", o invitan al zapateo en "Oveja negra". "Dímelo" tiene aire a hard rock grasiento y "Buena suerte", con menos grasa, recorre un camino parecido hasta que se desinfla y "renace" de nuevo. Todo para demostrarte que aunque paseen por los terrenos del rock y el blues son capaces de enraizar y matizar otros contornos.

Las letras tienen ambición poética y rondan temas universales de carácter introspectivo. A menudo, en torno a las relaciones humanas. Usan lugares comunes, comparaciones implícitas que ayudan a elaborar las imágenes que quieren evocar: en "Arde" usan el fuego y en "Oveja negra" el rebaño. Invitan a la resistencia, a no seguir la corriente, a enfrentarse a las consecuencias del paso del tiempo, y, en ocasiones, pasan de la primera persona del singular a la del plural sin que hubiéramos podido sospecharlo antes. La historia de amor en "Balas perdidas" incide en la antagonía y la de "Adicción" abraza la resignación. Por el punto de vista, la más distinta es "Dispara", más narrativa y menos reflexiva. 

En líneas generales, por cerrar con una conclusión que nos haga parecer profesionales, diríamos que es un segundo paso acertado. Parece un ejercicio definitivo para asentar la personalidad de la banda, acercándoles a un sonido más ajustado, más efectivo. Sin alejarse del hard rock que ya han practicado antes, siempre cerca del blues y de las raíces del rock and roll,  ejecutan con virtuosidad bien medida los perfiles de unas canciones que ganan en ímpetu y redondez.

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