Retrofiasco!!: El dinero de Maha

Retrofiasco!! es una nueva etiqueta en este blog. Viajamos al pasado para revisar discos de los que ya no nos acordábamos o de los que no conseguimos olvidarnos. El criterio será caprichoso y la frecuencia más aún. Hablaremos de bandas de aquí y de allí, sea lo que sea eso. Esto es Retrofiasco!!, donde la urgencia del momento es lo más importante y estamos vacunados contra la nostalgia. 


 



Maha

El dinero

Euridia, Bi Batean Diskak, Perroteproduce.com, 2007

 

    Maha ha sido una de las bandas más infravaloradas de su generación, que no sé cuál es, pero queda bien decirlo así. Un día, por casualidad, entré a un Ambigú petado y ya no quise salir. Estaban ellos tocando y me quedé emparedado entre desconocidos, sudando con placer. Sin embargo, han tenido que pasar quince años para que le preste la debida atención a este disco. Cuando transmutaron en Dr Maha’s Miracle Tonic fue otra cosa. Digamos que les vimos hasta en fiestas de Lutxana Erandio. 

    El dinero – solo se puede leer en el lomo, pero así se titula el disco – lo grabaron en 2007 en Perrote, que creo que era lo que viene siendo ahora Blue Bayou Studios. Eso sí, también metieron algunos temas antiguos, de cuando a las baquetas estaba Kepa Elgoibar y Patxi López aún no había salido del monasterio. El diseño gráfico era cosa de Nadia Barkate, con retratos perfilados de los protagonistas e información y temas con caligrafía juguetona, además de una portada cósmica de arrebatador colorido. Por aquel entonces, Maha lo formaban la propia Nadia Barkate, a las voces y pandereta; David Sánchez Damián, a la voz y la guitarra; Daniel González, al bajo; Nerea Alberdi, con su violín; y el ya mencionado Patxi López, a la batería, y otorgándole pedigrí fabril a la formación. 

    Se curraron un disco largo – ecléctico, lo llamaría alguien que sepa escribir – sorprendente y con algún momento de auténtico esplendor. Queda bien colocado en su sitio, porque permite intuir lo que iban a ser luego y deja testimonio de lo que ya eran. Son diecisiete temas – ya es raro que alguien edite ahora algo tan largo – y se distinguen claramente tres partes: cara A, más efervescente y arrebatadora; cara B, más exigente y subterránea; y los cuatro temas donde toca la batería Kepa Elgoibar, colocados al final de la cara B. Yo, sin embargo, voy a usar otro orden, hablando primero de versiones y luego de temas propios. 

    Las primeras se acumulan en la cara A. Son cinco y todas de un palo distinto, dejando entrever quiénes eran y quiénes iban a ser. Digo esto, que ya lo he dicho antes y me repito, porque en el lote está ese “Undecided” que cantó Ella Fitzgerald, un standard de la música jazz que avanza esa querencia por el swing que desarrollarán luego con el tónico milagroso – y acabo de poner cuatro qués y un porqué en una misma frase, amigo. El violín de Nerea Alberdi toma protagonismo. Otro clásico que adaptan, quizás menos sorprendente, es el “You Can’t Judge a Book by Looking at the Cover” de Bo Diddley, bien repleto de armónica y juerga, y no es la única de Diddley, porque también incluyen un “Before You Acusse Me” donde demuestran que también se acuestan con el blues, pero que pueden engañarle con la psicodelia. Más sorprendente son las otras dos versiones, “Love Buzz” y “Vente en mi boca”. La primera es puro Nederbeat de la mano de Shocking Blue y la otra pertenece a las mexicanas Las Ultrasónicas. En la primera, las voces masculina y femenina se enredan muy bien y en la otra te cortejan desde la primera línea. Todas ellas están muy bien trasegadas con estilo propio.

    Sin desmerecer lo anterior, quizás lo mejor esté en sus propios temas, con especial atención a un par de hits acelerados y embaucadores, de esos que te dejan con las ganas de volver a poner la aguja en el surco. “Hey!” empieza ya al tajo, chillando y vacilando, y “El dinero” no puedo evitar que me recuerde a las conexiones que tienen con los Paniks. Es más sucia y tenebrosa, pero igual de epatante. “Baile del encantamiento bajo el mar” es abrupta, etérea, con el violín dando un toque de fantasía. “This Is a Song” se demora, pero consigue ser retadora; mientras que “Holestepper” – que no puede tener nada que ver con el pisahueco del famoso corto porque ocurrió tiempo después – es corta y acelerada, se desgrana con misterio. “My Dog” pasa de lo arcano a lo luminoso sin que casi te des cuenta. Finalmente, que esto es así de subjetivo, están mis preferidas: alocadas, hipnóticas, llenas de tensión, aunque con diferentes texturas, en una urna deberíamos haber guardado “Corona de fuego”, que se retuerce por dentro, y un hit de raíces folclóricas pero con querencia rockera como es “Paquito el Muerto”. 

    Al final, como ya he contado, llegan “Let’s Play Together”, “Love You”, “I’m Not the Story” y “Little Longer Times”, que traían de equipaje, y que suenan distintas, con su propia personalidad, más oscuras y atmosféricas, más pantanosas y garajeras, más profundas y retumbantes, más cercanas a James Chance & The Contortions o a la Jon Spencer Blues Explosion. Nada de todo lo que he dicho, incluyendo las dos bandas extranjeras mencionadas, sabría muy bien cómo justificártelo, pero queda muy bien así dicho. 

    Lo que sí repito es lo que ya dije antes: infravalorados. Este es un disco para degustar, regurgitar y recuperar para siempre. A veces, te anima a invocar dioses y demonios. Hay canciones con las que te apetece echar los brazos al cielo e implorar una epifanía o que caiga una plaga bíblica. Es una pena que no haya forma de escucharlo si no tienes el vinilo. Que alguien lo re-edite o lo suba a alguna plataforma, por favor, que los Maha se conviertan en los más sobrevalorados de esta generación, sea cuál sea la que toca ahora. 

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