Primer plato, segundo plato y postre


A la sala Mytho, cuando llegamos, le falta espacio hasta en la calle. La gente se amontona en la esquina, como para darnos calor, igual. Hay hasta gente de las bandas, que a Aitor Castillo, alias "Txiki", bajista de Lie Detectors, se le ve de lejos, porque es alto, y porque viste un gorro de lana a rayas que sirve para identificarlo y, de alguna manera, ahí afuera, para orientarse. Se hace cola y se sube arriba, que nunca habíamos estado, y cuando llegamos al final de los escalones, nos recibe la imagen poderosa del cantante de los Daltonics, ya sobre el escenario, con la armónica en la mano, buscando algo por el suelo, solo, sin sus compañeros, mientras la gente va cogiendo posiciones, agenciándose hidratación o estirando sus conversaciones. Al fondo, nos ponemos, casi como si nos dieran miedo. 

Y un poco dan cuando arrancan The Daltonics porque lo hacen con efusividad, casi sin saludar, a la yugular, tratando un tema que también han tratado Los Retumbes, y que es costumbre entre la gente de a pie, por lo que se ve: "Vienen tus cuñaos" y ahí están los cinco, apretados en el centro, con la armónica cundiendo desde el principio. No paran para coger impulso: "Lo que más me gusta", cerrada con Dani Oñate levantándose del asiento para azuzar al público. Siempre que se habla de ellos, como si no hubiera remedio, se menciona también a Dr Feelgood, y "Es lo que hay" podría ser un argumento. Ahí que van a dar las gracias y Álex confiesa que temían que les hiciera competencia un señor que toca esa noche en el BEC. No sé quién es, sé que también tocaban los Head Holes y Staff en algún otro sitio. Siempre hay opciones, demasiadas en ocasiones, pero somos muchos los que hemos elegido ésta, porque ya ha arrancado la cosa y el bar parece repleto, un baño turco completo, hasta que encienden los ventiladores y se empieza a respirar. Para entonces, estos ya han cogido carrerilla, han hecho una canción con coros en voz de pito, se han echado a bailar, han hablado de José Luis y el amigo invisible y nos están hablando de "El síndrome de Peter Pan" mientras su bajista el que debe sufrir es el de Johan Cruyff cuando dejó de fumar porque él no para de mascar chicle. Esta canción mola, con ese aire a honkytonk de La Peña. Aprovechan la autobiografía de un amigo, se meten en algo más oscuro con "Zombie facha" y siguen con el género catastrófico en "Walking Dead". Oñate, entonces, brinda con kalimotxo, parece, por el apocalipsis, que, según su canción, debe ocurrir a alguna altura de la "AP-8", que recuerda, claro, a la "A-68" de M.C.D. pero con un tono más rockero. Me esmero y te cuento que luego vendrían "Junta de vecinos" y "Una entre mil(f)", y esa "Estricnina" que, como la original, también habla del vino pero el cantante se la dedica, si no me confundo, "a todos los fanáticos del sushi". Sushi sí, pero ibérico. Dicen que ésta va a ser "la última balada que tocamos". No nos dio tiempo a bailar agarrados porque no cumplimos con las dos horas de digestión. Llega "Mójate la tripa" y el bajo suena cojonudo, como el murmullo que dejaba la perorata de tu ama con tal de que no fueras tan pronto al agua. Y un día hasta vino el helicóptero de Tulipán. De tanto untar con pan de masa madre, nos pusimos a correr y ahora nos lo echan en cara, y, además, con mala gana: "para todos esos que os gusta el deporte, que os den por culo". Y "Antes no corrías" va enseñándonos la llegada a meta, que se hace más evidente cuando dan las gracias y se detienen a mostrar gratitud por los compañeros de sarao, y a los suecos los presentan como "estos, los de los apellidos del Ikea". Por Ikea, probablemente, no veas a las "Viudas de Epalza". Termina el cantante abajo y sufriendo la efusividad de su público: "alguien me está metiendo el dedo por el culo... y me está gustando", oímos por el fondo, que estamos lejos, por lo tanto, nosotros no somos. Fuimos de los que aplaudimos al final por haber pasado, como siempre, un buen rato. No se por qué acabo así, pero esto: entre Siniestro Total y los Fuzztones, pero siendo siempre tan Daltonics como solo ellos pueden serlo. 


Se sale fuera a fumar y degustar la brisa del extrarradio bilbaíno, pero no hay mucho descanso. Va el segundo plato, cuando aún no hemos digerido el primero y, además, es como comer cordero después de un puchero de alubias con sacramentos. Llegan los Lie Detectors, precisamente, desde la otra punta de la AP-8. Si antes estaba solo Álex, ahora, están todos menos Txiki. Creo que es Eneko Etxeandía el que dice: "empezamos ya, nos falta un miembro, pero ya vendrá". El miembro llega, se ríe, busca algo, y se vuelve a ir, pero finalmente todos encuentran sitio, se esparcen, se sitúan, y comienzan a ostia limpia con "Masaje Uzbeko", que es la del vídeo por las Bardenas o algún sitio parecido, y Txema Babón aparece vestido como en aquel clip, con un salacot como el del Dr Livingstone y una chaqueta para pasar desapercibido en medio de la jungla. Poco le dura. De Uzbekistán nos vamos a Benidorm con "Sin ti no puedo estar" y seguimos moviéndonos en "Viajar", que, antes de empezar, Txema Babón habla con la primera fila: "Ya se ha liado, ¿quién ha tirado esa cerveza?" Nadie le contesta y se contesta él mismo: "Siempre soy yo, yo o Eneko".  No tarda en llegar el primer momento para el karaoke con "Chelsea Boots", que todos intentamos cantar aunque nadie pueda cantar como él, que pide palmas; ni tocar como ellos, añadiría, con esa manera de anunciar un clímax que luego no ocurre. Hunden sus botines con plataforma en el garage más clásico, pero luego se embadurnan de rock and roll, pop, punk, lo que quieran, de una manera que, aunque parezcan retrotraerse al origen, no deja de sonar solo como ellos mismos, con un entramado instrumental que permite elevar las canciones para que se disfruten pero también para que, por debajo, se vea mucha labor y detalle. Perdón, que me he ido. Pínchame y "Pínchalo", que quieren bailar. No lo he dicho, pero precisamente en esta no está Álvaro Turrión, que aparece en una esquina, serio, concentrado, añadiéndole teclados a unas canciones que ganan más brillo así. "Vamos a tocar una canción nueva", dice Eneko, y luego, más tarde, llegará una vieja que hace las delicias del público, más cerca que nunca del cantante cuando éste canta "Cymbalta". Ya estamos cerca del final y se nos ha hecho rápido, no como el trayecto de la AP-8, y pasamos de "Así, Así!" a "Hello! Agur!" y aunque no están todas déjame que vaya ya a "Me gusta la calle", convertida en una especie de ritual pagano con altas dosis de febril enajenación. Txema Babón nos incita, "¡Vamos, amigos!", y se despiden de Bilbao, de Txarly Romero y de la romería que han montado sin beberlo ni comerlo. 

Grande Royale, sí. Después de los otros dos, la panzada había sido tal que no había sitio para el postre, pero qué omeprazol ni qué ostias, no quedaba otra. Ya de puestos, quitémosle el puesto al Gargantúa. Como en una alambrada de púas, te atrapaban estos. Los vimos escorados, un poco ensimismados ya, incapaces de cumplir profesionalmente con la información del repertorio y el detalle de la ejecución, pero atrapados por una marisma de contundencia que los convirtió en una máquina mortal. Superaron problemas técnicos, creo recordar, y no se amilanaron ante el prólogo doble que les antecedió. Salieron elegantes con sus chamarras tuneadas y acabaron con el pecho descubierto. A uno aún le sobrevivió la camisa, aunque desabotonada, y el bajista sí que permaneció sin desprenderse de su camiseta de Tool. Precisamente éste, que es una de las pocas cosas que recordamos claramente, brilla con sus líneas en "Brake Light", canción que acabó cantándose a pulmón, porque uno de los guitarristas, vocalista para la ocasión, nos explicó bien fácil cómo cantar la línea que dice que no hay tiempo que perder: "no time to lose". He dicho que uno de los guitarristas y he dicho que vocalista para la ocasión, porque fueron dos para todo y no me conozco sus apellidos de Ikea, como dijo el cantante de The Daltonics, ni sus nombres de pila. Los dos se repartían las voces y compartían las cuerdas, aunque creo que fue ya al final, con la hecatombe calculada de "Go, Go, Go" que uno de ellos, el de la esquina, al que le quedaba puesta aún la camisa, abandonó la guitarra y se dedicó a cantar, pidiendo, de nuevo, nuestra participación. También cayeron "Breaking News" y "Seven Days No Sleep", que te lo sé decir porque las conocía y las recuerdo, pero lo que cayó fue una tormenta perfecta de rock and roll con querencia sureña bien apretado entre dos rebanadas de high energy escandinavo, un epílogo perfecto para sudar, dislocarte el cuello, abandonarte al brío sin que entiendas una mierda pero ni falta que hace. Hace ya un tiempo que vinieron a Bilbao por primera vez, y creo que se han conocido ya casi todos los posibles escenarios de la ciudad. Éste, uno más, y esperemos que haya nuevas oportunidades, porque se te queda bien tersa la piel después de transpirar tan a gusto. 

Justo llegamos al metro y nos bajamos por el centro, porque con toda esa energía acumulada, desde la coronilla hasta las pantorrillas, cualquiera se iba para casa. Lo que sí hay que saber es cerrar a tiempo una de estas entradas donde te pasas de gracioso, quizás, y te quedas sin nada más que decir, así que repito dónde tuvo lugar esto, Sala Mytho en Bilbao, y quienes fueron los protagonistas, The Daltonics, Lie Detectors y Grande Royale. Y si quieres saber más, busca en fuentes más fiables y menos advenedizas.


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