Fiasco Review!!: Esto no es Manjatan de Txapajo

 


Esto se sacó por marzo, vamos, que parece que se me ha pasado el plazo. Lo presentaron en el Mendigo, acompañados por Putakaska, gente de casa. El detalle te cuenta un poco por dónde van los tiros. Y, si no, súbete arriba, que lo ves en el cartel. Te lo dicen ellos: que esto no es Manjatan, así escrito, pero sí Baraka, también así, en diminutivo, y con un toque casi apocalíptico. 

(Hace un par de años presentaban el proyecto para el parque que ahora ya casi están terminando, ese que va desde la autopista hasta Andikollano, desde la nacional 634 hasta donde estaban antes las tristemente derruidas casas de los ingleses, en Lutxana. No se les ocurrió mejor asociación que llamarlo el "Central Park de Barakaldo". ¿Por qué? ¿Para qué? Mira que las comparaciones son odiosas, pero para qué necesitamos un Central Park, cuando hemos tenido el Parque de Los Hermanos. No necesitamos ni podemos ser Manjatan, creo yo, vamos)

Vuelvo a los Txapajo, que así se llama esta banda. De Barakaldo, claro. Jóvenes. O, al menos, más jóvenes que yo. En formato clásico de cuatro: batería, guitarrista, bajista y cantante con guitarra. Dándole a lo que ya podríamos llamar folclore de la ciudad. Es cierto, no hacen nada nuevo. Pero lo hacen. Y sigue gustando. 

(Al fin y al cabo, sigue habiendo lindano, ¿no? Hace solo unos días, un informe de la Agencia Vasca del Agua indicaba que había focos de lindano en varios ríos de Barakaldo, "para jugar con mis manos, para comer a bocados", que dicen Los Retumbes). 

Creo que ellos lo llaman rock txatarrero, que fue como titularon a su primer trabajo, un epé que sacaron en 2021 y donde ya estaban algunas que también se encuentran en este disco. Esto no es Manjatan lo grabaron en Space-Bar Recordings, que creo que está por Gurutzeta, es decir, relativamente cerca del "Central Park de Barakaldo". Metieron dentro hasta doce temas y buscaron la ayuda de algún colega de la escena local; vamos, que tienen colaboraciones. 

Aunque lo presentaron con ellos, en este disco, están más cerca de los Parabellum de los 90 que de Putakaska, los de ahora y los de antes. Se ve cuando puntean, se nota cuando arrancan con las guitarras y después se suma la batería y entonces empiezan a cantar. En las costuras, vamos. La versión más aborigen del rock and roll en la margen izquierda. Insisto, ellos lo llaman rock txatarrero y puede servir como etiqueta. Luego tienen sus pliegues. Por ejemplo, meten vientos en la primera, que comparte título con el disco, y en "Corre corre Marisol", que igual va detrás del otro que corría, Johnny. Hay algunas donde cambian el fraseo, como en "La Motxila" o el hilván del que hablábamos antes: intro, estrofa(s), estribillo, puente corto, estrofa(s), estribillo, puente largo, estribillo y me las piro. Así se han escrito canciones de música popular desde mucho antes del advenimiento de la inteligencia popular. Y se sigue haciendo. Las líneas de bajo debajo de las guitarras, los platos de la batería, los coros grupales, la rima redonda y rotunda. Remover, al horno y servir. Parabellum he dicho antes, puede que Los Dalton. Todo queda en Barakaldo. 

Y las letras siguen también la estela de costumbrismo sin ungüentos ni folletines. Van del barrio al extrarradio, del bar al taller, de Marisol a un autobusero con más ira que la de Michael Douglas en aquella película. "Esto no es Manjatan" te descubre que se referían a la letanía esa de que es la ciudad que nunca duerme. Porque en Barakaldo se duerme y puede que te entre la gusa entre curda y curda y no encuentres dónde comer algo. Pasa. 

(Antes teníamos aquel sitio en la calle San Juan, que parecía un puesto de avituallamiento en una maratón. Ahora creo que hay una tahona donde con suerte te dan una porción de pizza. El otro día acabamos ahí rodeados de adolescentes y pensé, mira, "el deli de Barakaldo", mientras en mi cabeza tarareaba el estribillo de la canción de los Txapajo).

Hablan, por supuesto, de darte de morros con la realidad o con la inercia del sofá o con el imán de la desgracia, como en "El perdedor" o "Fracaso social", mientras acompañan experiencias tan trascendentales como las que cuentan en "Resaka viernesera" con imágenes potentes y ponderada dicción: "ayer me puse como un pitufo, y hoy de nuevo azul". Por supuesto, en este repaso de la vida en el barrio, también hay ostias en el parque y no en Central Park ("Kaos y desastre") y sitio para la policía: "El loko y la pasma", con voces superpuestas, como para elevar esa locura.

Además de todo esto, los Txapajo se dejan ver. Están ahí, en los bolos del pueblo, en las barras de los bares. Eso se necesita, creo yo. Para que todo funcione, se necesita escena no solo escenarios.


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