Los Eh, Mertxe! se lucieron antes, durante y después, y sobre todo en los adverbios de los extremos es donde reside lo bueno, la humanidad, que no debería, me dirás, ser un criterio al que invocar cuando parece que estás acercándote al periodismo y escribiendo una crónica supuestamente objetiva y juiciosa, pero a la mierda con lo que se supone, hablemos claro: yo no soy periodista, ni crítico musical, no tengo juicio ni ambiciones objetivas. Me gusta la música y me han hecho creer que escribo bien, pero no me engañan. Lo que me atrapa siempre ha sido lo mismo. Y lo que vale es lo que vale. Y suele estar en esos dos adverbios. Lo que hagan durante es oficio, y lo hacen bien, que luego lo cuento. Pero, muchas veces, lo que pasa antes y lo que pasa después, vale mucho más incluso que lo que hacen durante. Y, ahí, lo repito, los Eh, Mertxe! se lucieron, así que vaya por delante mi humilde aplauso, que no es objetivo, pero creo que no ando desencaminado en el juicio.
Y es que, por ejemplo, Bustinza voló. Y Bustinza merecía volar. Lo hizo porque un par de Eh, Mertxe!s se subieron al escenario, después de que lo hiciera Mikel Tuca Raca (¡¡qué habría sido esto si hubieran actuado también los Nasti de Plasti!!) para informar debidamente y por burofax al afectado, que no opuso resistencia pero se asustó un poco. Voló Bustinza. Y merecía volar. Antes, con la de "Creo que te voy a dejar (bueno, no sé)", que es la versión que hacen cuando confiesan sus ramalazos indies (que, en realidad, se les ven siempre), se subieron parte de los Eh, Mertxe! para aquilatar los coros. Y hubo algo de pogo al final, y más caos y barullo en esa primera línea del frente que permanecía vacía, reticente y que los Monotonos (sí, estaba hablando de los Monotonos), pedían insistentemente que se llenara. Lo que van llenando es su repertorio y lo que van puliendo es su tiento. Se les vio ahí arriba con más personalidad y nervio, más seguros, incluso de sus propias pezuñadas. Y eso está bien, porque la música que hacen necesita eso: ímpetu y determinación, que transitan, por decirlo guay, por la oscuridad y el nervio, y eso llega mejor cuando subyugan el ritmo y disponen la atmósfera. Se les vio más sueltos y resueltos que nunca, y mira que uno de ellos, unos minutos antes, se rascaba la panza con el pie plantado en la pared de El Cuervo y murmuraba: "qué pereza." Pues la pereza la abandonaron desde el inicio, clásico, con "New Rifles", "Cubensis" y "Stupid Love". Ya fueron cogiendo vuelo con su homenaje habitual a El Tubo en "Le Club", luego vino BAP! Se van acercando mucho a Los Paniks y han conseguido que alguna, como "No controlo" o "Yugular" se vayan convirtiendo ya en hits que reconoce la peña. Alguna se la dedicaron a Olatz, "su primera fan declarada" y añadieron "... después de nuestras madres", creo. Pero tienen más. Los van haciendo. Porque, por aquí, siempre ha gustado ese espacio interregno entre el garaje, el punk, el rock y lo que sea. Y si siguen puliendo, harán más aún, porque tienen ese plus que no vale para nada pero que muchos apreciamos y que yo creo que forma parte de lo bueno que tienen. Me refiero a ese rollo que llevan de ir a su propio pedo, de rascarse la panza con un pie en la pared, a contracorriente de las corrientes (aunque sean emergentes), más pendientes de hacer lo que les place que lo que plazca a otros. Y, ahí, como en los adverbios de los extremos antes, también reside lo bueno, la humanidad. Así que otro aplauso. Que fue lo que se llevaron cuando terminaron con su clásico cierre también, "Feeling Good", la primera canción que compusieron.
Por supuesto, como en las últimas ocasiones, hubo invitado de gala, porque hicieron una versión más, en esta ocasión el "Sister Ray" de Velvet Underground pero pasado por el tamiz de Hermana Raya y para tralla, la que mete el brutófono, que es como llamo yo al aparato ese que saca ruidos estridentes con un punzón porque no sé cómo se llama pero solo se lo he visto a Álvaro Brutus, que fue quien se subió para acompañarles en esta canción. Causó sensación, como siempre, aunque esta vez solo lo diga porque rima.
... Y durante, también.
Con "Negociante" empezaron, igual que en su último disco. Y ya estabas ahí como un basilisco en un risco, al acecho de pequeños roedores que devorar, preparado para lanzarte al caos y la excitación sin remisión y con holgura: bien lo sabes, "Lo sabes bien". Siguen con el último disco: "27". "Irresponsable" es más antigua y las guitarras te hacen cosquillas. Y así puedo seguir hasta el infinito, que tengo foto del setlist y un diccionario de sinónimos. Le tengo pillado el truco. Te digo lo que vendría luego: te hablaré de sudor, empujones a los que llamaré bailar, puños en alto, coros reventados a gárgaras, bla bla bla, y acabaré hablándote con ínfulas de poeta que no se sube la bragueta de lo que es el rock and roll. ¿Que no? Es lo que hago siempre. Pero qué quieres que te cuente: es eso. Esto es eso y así lo vivimos los que estuvimos allí, en la primera fila: rock and roll de producción artesana, sin estudios de mercado ni potenciadores del sabor. Con actitud. Sin remilgos. Con las mangas arremangadas. Cantándote a la jeta y con letras de esas que no aspiran a contarte a qué huelen las nubes, pero sí, un poco, a explicarte por qué te duelen las tripas (o más arriba). Luego te lo puedo vestir con más requiebros retorcidos, pero eso es "Ácido es tu ser" en directo, o en otro idioma, "Jakingo bazenu", o en otro idioma, "Phantom mover" y si no mueves las caderas, si no te tiemblan las extremidades, si no dejas que te empujen, igual es que, simplemente, tu sitio está en otro lado, pero no pasa nada, "Qué más da". El final, como siempre, para arriba y sin dejarse nada en el tintero, destacando una "200 milatara" por la que no pasa el tiempo y esa "A podar" que queda impregnada, percutida, como un eco por el local, la constatación de que esa electricidad que se te ha quedado revoloteando por las entrañas no se va a disipar tan rápido como una bruma a media mañana. Hubo más, barro en las botas, y otras con dedicatoria, como "Oh, señora". Y todo esto fue el durante, donde demostraron oficio, incluso cuando Adrián, en la primera, metió la pierna en un avispero y lo sufrió su rodilla pero no sus cuerdas, que ahí aguantó, como un titán, con guitarra, armónica y lo que fuera. Hoy han anunciado, creo, que se van a tocar a Inglaterra, pero me da igual el extremo del canal de La Mancha, te tocarán igual que si les invitas a tu fiesta de cumpleaños o al aniversario de boda de tus tíos los del pueblo, porque no tiene pinta de que esta peña vaya a cambiar por estar ante cinco que ante quinientos: suben, rasgan, pegan, cantan, alguno acaba abajo y también volando, pero no tienen por costumbre decepcionar.
Justo lo contrario a la decepción fue lo que sentimos (y me permito el plural) con la sorpresa que nos tenían guardada. Y es que aprovecharon su visita a Barakaldo para invitar a uno del pueblo a cantar. Allí apareció Manu Pulleiro, con camiseta de los Eh, Mertxe!, la rosa, que evoca el lema que anda pintado por las paredes de ese bar, gorro de lana que hacía frío y ganas de explicarnos qué hacía allí y por qué, para luego acompañar a los Eh, Mertxe! cuando tocan "Condenados", canción del último disco de los Porco Bravo, Somos, que fuimos todos y todas, por una vez, fans de los dos grupos al unísono. Sonó bien alto y luego se bajó Manu y los Eh, Mertxe! siguieron a lo suyo que les quedaba la traca final de la que ya hemos hablado.
Y por hablar más, no lo voy a explicar mejor. Ni falta que hace, porque no sirve de nada que te lo explique. Lo mejor, sin duda, es que hubieras estado allí, así que si algo de esto, aunque sea un poco, te hace oír una vocecilla que en tu conciencia dice algo así como, "joder, me lo perdí"... No te lo pienses la próxima, que, así, además, no hará falta que yo te lo cuente y te libras de esta falta de objetividad y juicio... Pero... a quién le importan esas cosas, ¿verdad?, cuando se tienen los adverbios de los extremos.
Oye, que creo que no lo he dicho, pero que sí, que te hablaba del bolo de los Eh, Mertxe! y los Monotonos en el Mendigo Aretoa de Barakaldo, este pasado sábado. Mira, por lo menos, en el último párrafo, yo también me luzco, por fin, y digo algo con sentido y un mínimo de información. Me salió así la entrada, sin orden ni concierto ninguno, que, para concierto, el que dieron ellos a pachas. Yo no he podido probar antes ni pienso mezclar ahora. Lo que he escrito así, de golpe y sin pensarlo, aquí tumbado en el sofá, a las doce de la noche tras once horas seguidas de jornada laboral y una cena apacible con mi chica en la cocina, es lo que se queda para la posteridad, (ja, qué es eso, dónde está). Eso sí, lo publico y comparto ya mañana, que ahora me voy a ver la última temporada de lo que sea hasta que duerma a pierna suelta. ¿El qué? Eso: los Eh, Mertxe! y los Monotonos en el Mendigo Aretoa de Barakaldo, este pasado sábado, perdón.
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