Fiasco Review!!: Ahora de Kinki Boys

 


Nuevo ep de los Kinki Boys que van caminando con paso firme hacia donde quiera que vayan, que no sé yo dónde es, eso solo lo saben ellos, pero, aunque estas canciones parezcan llevarles por territorios lóbregos, se tiene que ver luz al final de ese camino. No sé lo que he dicho, la verdad. Pero sí lo que quiero decir: que aquí tienen otra textura y una atmósfera más densa. En estos cuatro temas que publican ahora se les nota rotundos y cómodos, como si estuvieran haciendo exactamente lo que querían hacer. Creo que así se entiende mejor, pero tampoco te creas. Menuda manera de empezar una crítica o lo que sea que sea esto, Quevedo, las risas que se estará echando Góngora.  

Pues ellos son tres. Eso ya lo sabíamos, porque siempre lo han sido, pero uno de ellos cambió. Siguen Marga Alday y Jordi Vila Berenguer repartiéndose las voces y la parte rítmica, que ella se dedica al bajo y él a la batería. Se incorporó Mikel García Mancho a la guitarra y con él han registrado estas cuatro nuevas canciones, todas suyas, sin versiones. Han contado, además, con alguna colaboración. En concreto, la de Luis Vil a los coros y la de Ekaitz Hernández a los teclados.

Ha habido otro cambio porque, esta vez, se fueron a El Submarino Records para encerrarse y grabarlo. Lo hicieron de la mano de Iñigo Escauriaza. Lo que grabaron lo sacaron el pasado mes de diciembre y viene con dos sellos distintos. El primero, me imagino, confiesa cierta autoproducción, ya que es el sello de Kinki Factory. Al lado, va el de Snap!! Records, un sello con historia y bagaje.

El primer corte se titula "Mi santidad" y no habla de fumatas, ni blancas ni negras, ni de autoridad en general dentro de ninguna iglesia, porque, precisamente, esa es una de las cosas que rechaza. Es un ejercicio de autoafirmación, la reválida de tu propia identidad. Es la más corta del lote y, a mi oído, suena con ritmo liviano pero estimulante. Hay una onomatopeya que sirve como de bisagra y se juega con el contraste, pero tiene aire, ambiente, escala. La segunda le da título a la colección. Se titula "Ahora" y precisamente ese adverbio de tiempo uniforma e intrinca la canción. Así como también lo hace el empleo de una rima muy marcada que no te permite perder la atención. Profunda pero sin lastre, emotiva pero sin remilgos, los platillos mantienen una tensión suave pero continua que le aporta agilidad a la canción. La cierran con buen pulso y en la debida proporción. "Sedación mortal" habla de lo que habla, si lo escuchas lo sabes, pero sin buscar posiciones moralistas ni aprovechadas. Se agarra al hueso de tal manera que queda magra como debe, gracias al uso de una sintaxis descarnada, aprovechando las frases nominales y el sujeto omitido. Tiene pliegues, un aire a otros tiempos, una atmósfera translúcida que se espesa. Finalmente, queda la más alegórica, "El tren de las almas perdidas", donde hablan de debilidades universales, pecados capitales y cómo todo esto nos iguala sin remisión. Tiene un comienzo enigmático que serpentea y así se mantiene durante todo el traqueteo del viaje. 

En resumen, que así, por lo menos, después del comienzo tan titubeante, hago algo elegante y cierro como procede, rock de atmósferas, con una base rítmica muy expresiva y guitarras que levantan bruma y excavan profundidades. Se les nota convencidos, con un sonido más elaborado y meditado, pero igual de inmediatos y lozanos. Creo que en su día les leí que la intención era acumular epés y después reunirlos en un elepé. No sé si siguen con ese empeño, pero van ganando volumen y variedad. Creo que hace unos días, les leí en otra entrevista, una que les hacía Sergio Iglesias, si no recuerdo mal, que ya tenían ganas de sacar más material este año, así que, más allá de lo que yo diga o deje de decir, tienen puesta la mira en el futuro y eso siempre es bueno, Quevedo. 

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