A principios de este año que se pira, los Uger sacaron Lehengo Lepotik Burua, y pusimos tanto empeño en encontrarles un hueco aquí que lo hicimos antes de que compartiesen todas las canciones. Y cuando lo hicieron, no lo hicimos bien. En fin, es lo que pasa por aquí. Luego, casi a finales, hace un mes, han sacado esto, Lau-bat, que no son cuatro si no cinco canciones más, que me imagino que no les cupieron en Lehengo Lepotik Burua y las han metido aquí. O lo que sea.
Creo que compartieron para anunciarlo "Los Rosales", seis minutos de ritmo que mesmeriza, que magnetiza, que parece crear de la nada ese brillo verde y misterioso que envuelve a los pájaros que reposan en el cable. Todo músculo, todo enigma, todo energía. Tiene todo lo bueno que habían tenido hasta ahora los Uger y más.
El resto del disco se mueve por los terrenos que ya habían florecido antes. La sección rítmica parece un imán de neodimio. Las guitarras abren grietas, curan heridas, se hacen espina y calina. Y la voz que nace abisal y envuelve toda la canción. Letras intensas, poéticas y fértiles, repletas de imágenes poderosas que obligan a comprender. Electricidad, volviendo a los pájaros de la portada, que no electrocuta si levantas los pies del suelo, que es lo que suele ocurrir escuchando a los Uger, ya bajen un punto la velocidad, como en "Ama bi", abracen el eclipse como en "Kearen Fabrika" o perforen con diamante, como en "Bost". Hay que moverse y seguir, a pesar del amargo sabor de la derrota, sobre el dolor silencioso que escuchan los que son conscientes de sus propias miserias, que es lo que cantan, sin excesos y con nervio, en "Bost". En "Iltzeak", cantan que en el eco de la sensibilidad reside la justicia, y con su música, que penetra la piel e ilumina la profundidad, le hacen ellos, precisamente, justicia a esa frase.
Es un poco estúpido volver a reivindicarles. Además, no les debería hacer falta. Esperemos que detrás de los rosales, se escondan los Uger mientras trabajan en más joyas como esta.
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