Me preguntaba que por qué dientes de león. Igual por aquella inocencia juvenil que rememoraba James Russell Lowell, la misma que luego blandía el propio Walt Whitman: "simple and fresh and fair". Escrito como con el pulso inquieto, como si fuera el facsímil de un pergamino, así queda el título de este disco impresionado sobre la pintura de Diego Vasallo, que hace de portada. ¿Por qué dientes de león?
Igual por lo que dice la canción, porque somos como dientes de león, débiles y poderosos, jugando a ser dioses, mecidos por el viento, inconscientes del ritmo y el poder de la naturaleza.
"Dandelions" es solo una de las seis canciones, la última, que recogen los Black Toska en su trabajo más reciente, Dandelions, que repite el título de este corte para toda la colección. Con ella, suman quince minutos más de repertorio, para una banda que produce en pequeñas dosis, pero con constancia.
Las canciones no se miden por su duración. En realidad, no se miden. Pero si se pesaran, las de Black Toska, aunque a veces parezcan etéreas, fugaces, una bruma, romperían la balanza, están repletas de energía. Siempre parecen nacer de un misterio que no se revela, que se encumbra; suenan como esculpidas en tierra, enraizadas en barro, porfiando por crecer.
Y, sin embargo, este parece el disco más luminoso y embriagador. Aunque el alba sea plomizo, aunque se arranque la piel, aún con astillas clavadas, los huesos podridos, a pesar de las sombras grises, los dientes de león resisten.
Como una hiedra, crece la batería cautivadora en "A Gloomy Dawn", ganan eco las cuerdas, repta y rapta esa voz gredosa. El vínculo entre naturaleza y nuestra propia naturaleza se dilata en la música. Así termina el disco, en círculo, con "Dandelions", y le crece un infinito desde dentro a la canción. "Love of Mine" va a trote, cabalga, podría ser la banda sonora de un amor distópico, fraternal y formidable. La canción parece trepar por un precipicio en medio de un diluvio. "Splinters" es la más larga del lote y te tienta con misterio mientras retumban con sutileza los instrumentos. La coda parece un encantamiento. "Splintered Rotten Bones" la abre una guitarra luminosa que apunta a un camino que tú debes tronzar. Es, quizás, la canción donde mejor encajan la alocución de los elementos con el alfabeto musical. "Grey Shadows" comienza con una atmósfera etérea que se expande. La guitarra va sola, como un verso libre que atraviesa las sombras grises y consolida el convencimiento de la voz.
Las canciones de Black Toska, a veces, parece que solo empiezan, que son una promesa, un augurio, una reliquia, una puerta abierta, un claro en la oscuridad. Una grieta enorme donde entra un universo entero. Se pasean por los solares de una aparente simpleza, hacen equilibrios sobre los vacíos de ritmos horizontales y contenidos, pero esa intensidad ligera electrifica los minutos que dura cada canción. Siempre hay que volver a desandar el camino, iniciar de nuevo la expedición, volar a merced del viento.
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