Escombrakers

Fotos robadas vilmente del facezine  Rock Attitude

Los Tiparrakers se expanden, cóncavos y convexos. Sus compañeros se están preparando. David aprieta tuercas, Jero se carga el instrumento, Senén mira la pedalera. Mientras tanto, Jon Ander pasea. Parece que pensara en cosas transcendentales mientras lo hace. Le da tiempo a departir con alguien al que, luego, agarrará del cuello, pero con amor. Y, de repente, empiezan. 

Punk-rock geométrico. La canción preferida de Take Kubo: "Triángulo, cuadrado, rombo". Y a lo bobo se trasiegan todo el primer tramo del bolo sin bajar el ritmo ni dejar de azuzar los biorritmos: perlas de su repertorio, del más añejo, como "No comprendo" o "Buscando acción", y otras más recientes, por ejemplo, "Noche Trankila", que no lo fue, porque no tenía que serlo. 

Les dio tiempo a estrenar mandanga. "Cardíaco", creo que se llamaba, espinosa, niquelada, con la alcurnia necesaria para no desentonar en el inventario creativo de los Tiparrakers. No fue la única. Al principio del tramo intermedio, también debutó otro tema, "Anestesia", más rima de la que escriben con el espolón, con una lima entre los dientes para esmerilar lo mismo versos que barrotes. Siguen saltando de lo nuevo, "Controlo" y "Se te ve", a lo viejo, "Su eco". Senén, quien, muy al principio, practicó el barranquismo por un costado del escenario, disfruta de los punteos y brinca sobre las líneas de bajo de un Jero hierático, al que mira de vez en cuando David, el único sentado, casi de perfil, mimando el ride con la pegada medida. 

Recuperan "Salvaje", que no solía formar parte de su baúl de viaje. La escribieron ya en su día para el Luego estamos, el disco de las zapatillas sucias, y no podían haber elegido mejor, porque ese estribillo que cantan de fondo, "¡metedle en vereda!" (o igual es más higienizado, meterle, pero da igual)... ese estribillo se oía en el rumor de todo lo que tocaron luego. Y es que ya lo canta el propio Jon Ander en "Salvaje": "no podrán meterme en vereda". Una canción bien dentellada, con cambios de ritmo repentino marca de la casa y los punteos justos bien retornados: "me gusta sentirme salvaje / no es que sea un tío duro / simplemente que no soy maleable". Jon Ander nos lo estaba advirtiendo. Se subió al bombo y David aguantó. Le tocó los platos y no llegó la baqueta al lomo. Empujó guitarristas e hizo lo mismo con su bajista. Atacó el round final con su camiseta casera, en la que había escrito a mano "puto dinero", rasgándosela por la mitad, con la mirada perdida, buscando por el suelo vidrio que patear, sin que la música pudiera meterle en vereda. Al contrario, porque, de alguna manera, todo esto no era gratuito, si no que parecía ir armonizado con el trío final de afilados puñales con los que terminaron el bolo.  

Encadenaron "Demoledor", que así fue el triple tirabuzón final, con "Enemigos todos", y el que no quiera entenderlo que se aparte, más la ostia final que arrean con ese "Over the top" de Motörhead. Y tan de repente como empezaron, se terminó. 


Aparentemente formales, con la base rítmica escondida en el plano

No era la primera vez que los Escombros visitaban la ciudad. Si no me confundo, estuvieron en El Tubo, aunque creo que en formato trío. 

Empiezo desordenado con un ejemplo de lo que voy a contar luego: abrieron tocando una que está en la maketa, creo. Y a alguien le oí por allí decir que el protagonista de la canción andaba por el local. "El Bolito" puede ser un buen ejemplo de lo que son estos tíos: no paran para afinar, no te van a refinar el oído, se la refanfinflan las moderneces, las sandeces y los impostes. Suenan como parecen que son, de barrio, de pueblo, de barba de tres días, de que no les vengas con milongas, gente con la que compartir tercios, llamarlos por el mote, gente que, a la puta vida, la miran sin miedo directamente a la jeta y no se van a sentar a esperar que Fernando León de Aranoa les haga una película o un documental. 

Esto te puede parecer gratuito y exagerado, pero es que su música, aunque sea de patrón clásico, el rock and roll que nos tragábamos en los bares de serrín en el suelo, va engrasada con todo eso o eso me parece a mí y, si no estás de acuerdo, pues bien. Hay que oír la voz mientras te dejas llevar por la música. Hay que escuchar las letras mientras te desentiendes del resto. Y si no estás de acuerdo, pues lo siento. 

Es más, es que todo eso que he dado como ejemplo es más o menos lo que se oye en ese puto tiro en la diana que es "Que suene rocanrol" (podían haber tocado después los Tipa su "Mundo raro" y hubiera parecido un segundo capítulo). Una canción sin afeites ni ornatos que suena a ostia en la cara a media vuelta, con esa lengua que solo oyes mientras se juega al mus, cuando paseas por la calle sin los cascos puestos, cuando prestas atención a lo que de verdad pasa alrededor. Me acordé mientras la oía en directo de Isora y la niña protagonista en Panza de burro de  Andrea Abreu. Si quieres no la leas, pero si lo haces y te gusta, ni te acuerdes de que te lo dije yo aquí. En directo, cerraron la canción con ese final, mástil para arriba, mástil para abajo, que ejecutan tan serios pero clavándolo. 

Pues es que eso, así sonaron, como lo cantan: "que le den por culo a lo moderno". Los platos suenan a collejas bien dadas. La línea de bajo y el desgarrado alegato en "La calma", que creo que también viene de años atrás. Le dedican una canción a su bar en "Selvajismo", que debería llegarte al alma si creciste en la generación y en la cultura en la que Barrenkalle era como un segundo hogar y a la Polla había que llamarla por teléfono en la Taberna Otxoa. Estos caminan a la contra, como dicen en "Puta mierda", que no sé ya si fue la última que tocaron porque ya no sé cuándo bajaron porque no les dejaban bajar. 

Y es que si hubiera sido por las cuarenta, cincuenta personas que estábamos allí, se hubieran tocado el Hojalata pura entero otra vez. No nos hubiéramos ido de allí hasta conseguir invocar a La Trapera, los Burning, los Cicatriz, rocanrol tocado muy rápido y sin repujar, punk ácido del que se canta en vernácula. 

Sonando rocanrol

Como hace Cansado en Ilustres ignorantes, no me valía con la respuesta que te habría dado si me hubieras preguntado directamente, que de ser, habría sido esta: una noche cojonuda de puto rocanrol. No, yo, igual que Cansado, desarrollo, y no me voy hasta los sumerios de milagro. Todo esto viene a colación, no te creas, que una de las dos bandas de las que he hablado, tuvieron la ingeniosa iluminación de elegir títulos con frases de Faemino y el anteriormente mentado, pero probablemente esta coda sobrase y con repetir la coz verbal del principio del párrafo hubiera valido: una noche cojonuda de puto rocanrol. 


Comentarios