Cabecera: Vamos a hacer el agosto con la nostalgia más impúdica. Salimos huyendo tan rápido de la rutina que nos trajimos solo de depósito el disco duro del portátil. Así que nos vamos a pasar el verano escuchando música que podríamos llamar antigua, subjetiva y objetivamente. Y en un ejercicio de reciclaje patético, vamos a mantener el chiringuito abierto hablando brevemente (nunca más de 30 líneas) de discos que en su día machacamos y que hacía mucho tiempo que no oíamos. Se nos verán las vergüenzas, pero a quién le importa en esta época de verbenas y barbacoas, ¿no? De etiqueta aglutinadora, un chiste malo marca de la casa pero refrescante: Tinto de Fiasco!!
Pues sí, habría sido más fácil elegir, por ejemplo, el Crack in the System, y colgar "It's OK", porque, para ser lo más parecido a un grupo preferido que puedo tener, optar por eso hubiera dejado la entrada más lucida y convincente.
Pero esto va de que, como me he olvidado otros recursos en casa, he tenido que recurrir al desván del portátil para disfrutar de la música, que es una de mis ocupaciones preferidas en época estival... y en cualquier otra época, claro, si no, qué coño llevo yo haciendo aquí más de diez años, ¿no?
A lo que iba, Dead Moon siempre está. Probablemente, hay tres bandas que siempre te encontrarás allá donde tenga música para escuchar, en el formato que sea, con el cualquier invento que lo radie: Dead Moon, The Dirtbombs y Richmond Fontaine. Por eso también están formando parte del régimen de este verano, y tiene lógica que haya aprovechado para escuchar algún disco al que no visito tan a menudo. Y en el caso de los Dead Moon, estos días me ha dado por volver al Unknown Passage, que fue su segundo disco, y para muchos el mejor, pero yo, vete tú a saber por qué, he recurrido más a menudo a otros.
Siguen con la crudeza e inmediatez que ya demostraron en el primero, pero hay algunas tonalidades distintas en un disco de letras intimistas, sin ceremonias, directas. Hay una versión de The Chambers Brothers, que también hicieron los Ramones, y alguno de los temas que más populares se harían en su repertorio en directo.
Se hace difícil elegir uno para acompañar esta entrada, pero, por llevar la contraria, propondré "Demona". Elegir un medio tiempo de un grupo punk puede parecer arriesgado, pero los Dead Moon no le perdían el pulso al ritmo cuando este se ralentizaban. A mí me parece una canción preciosa en su sencillez, donde Fred Cole exhibe la agonía de su voz, y que refleja muy bien la intimidad franca y espontánea de unas letras abiertas a la interpretación, pero donde el amor nunca es romántico y prevalece esa perseverancia por salir del fragor aunque sea magullado.
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