Sobre todo me enchufaba una y otra vez la canción "Stars of Leo". Tiene esa apertura tan deliciosa y onírica. Yo me imaginaba buceando desde el fondo del océano y cuando la canción finalmente rebosa era como si sacara la cabeza a la superficie y toda la respiración del mundo llenase mi pecho y toda la música del mar inundase mis oídos. Quizás me venía esa fantasía porque hablaba poéticamente de ese mar de amor, "the sea of love", pero, sobre todo, porque con ese viaje hacia la superficie yo también reconocía los vaivenes de los que habla en la canción, que no son los del vagón de los trenes de Nueva York, pero como si lo fueran.
También, dentro, había una versión de Buddy Holly ("Rave On"), colaboraba Lucinda Williams ("Oh, Lonesome Me"), y, como no, Zooey Deschanel ("Never Had Nobody Like You"), con quien ya estaba, si no me confundo, en She & Him, o lo estaría luego.
Aunque ya le conocía desde End of Amnesia, probablemente fuera con Post-War, el disco inmediatamente anterior a Hold Time, con el que M. Ward encontró un espacio primordial en mi dieta musical. De hecho, mi favorita sigue siendo "Vincent O'Brien" de su disco Transfiguration of Vincent. La voz agónica, las cuerdas embaucadoras, todos esos detalles y decoraciones que te obligan a estar atento durante todo el trayecto, porque en cualquier momento una armonía va a tocarte en el hombro para reclamar tu atención.
No sé qué andará haciendo ahora mismo Matthew Stephen, pero seguro que vuelve a asomarse por aquí algún día. Por ahora, ya reside en mi memoria.
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