Dos de dos


A la fresca, de cháchara, como en los viejos tiempos, en la puerta de El Cuervo, sin prisa por que pasara el tiempo, la verdad es que se notó que había subido, de repente, el volumen de la música que pinchaban en el interior, pero nadie se dio por aludido o aludida. Hasta que alguien, no recuerdo quién, salió de dentro para anunciar que la cosa empezaba. Y así era, que ya estaban los Monotonos en lo alto del escenario, al fondo del bar, alguno, incluso, hasta bailando al son del "Selling Records" de The Discounts*. Pongo un asterisco y tiro para adelante, que tuvo gracia la cosa porque, al venir la música de alguna fuente digital, también tiró para adelante el anuncio que prosigue al audio y por los altavoces se oía un anuncio de Kia, que parecía patrocinar el concierto del día.

No fue el único momento que tuvo su gracia, ya que, aunque se les veía serios y concentrados en el estrado, no pudieron evitar sacar de paseo su fina ironía en el parlamento y ese retintín con el que almuerzan, ya fuera cuando el bajista salía de su anonimato en la esquina y le robaba el micrófono al guitarrista rítmico, o cuando este mismo pedía que volviera la luz que no veía el mástil, o porque el batería se quitaba o no se quitaba la camiseta. Se oyó la palabra "tetillas", que a mí me pone nervioso y no sé por qué. Sea como fuere, se les vio más relajados y compuestos que en su primer concierto, que sí, parece mentira, pero llevamos dos de dos.

El repertorio fue prácticamente idéntico al de aquella primera ocasión. Apenas cambiaron algo con respecto a lo que tocaron meses antes en el Shake! de Bilbao. Se volvió a repetir versión de Nipple Erectors y del "Creo que te voy a dejar (bueno, no sé)" de Niño Gusano, que quedó como el título, llena de dudas. Cantaron en euskera, en inglés, en castellano. Empezaron con "New Rifles", incendiaron al público con "Yugular" y al final hubo un momento especial que, por supuesto, cuento luego. El único cambio en su repertorio fue que cercenaron una de las canciones lentas que tocaron en el primero.

Si quieres saber a qué suenan, por si a la próxima te animas (que creo que será en fiestas de la capital), te lo puedo explicar hablando de las camisetas que llevaban sus guitarristas. Y es que su música va del pop que llevaba serigrafiado en su camiseta el guitarrista solista al punk con clase y estrías que podía verse representado en la camiseta del otro guitarrista, que tenía a un tío expectorando con estilo, referencia directa al catálogo de Spit Records. Por el medio, por supuesto, hay más, y se acercan al post-punk rollo Víctimas Club, por decir algo cercano, a los Paniks, al punk australiano que pasa de los tres minutos y juega con la oscuridad y los ritmos. En esta ocasión, sonaron más altos y contundentes, más convencidos y pulidos, con algún nuevo matiz, como el que se notó en la voz, porque le han metido reverb o algún tipo de efecto que robustece ese vibrato o como sea que se llame que le mete a las sílabas finales el batería, que sigue siendo el cantante, por supuesto. 

Se permitieron afinar a falta de tres canciones y tener invitados. Subió para la ocasión, Álvaro Brutus, porque así tenía que ser, ¿no? No podían pasar unas fiestas de Barakaldo sin protagonismo brutal. Con él en el altillo, se hicieron una versión de una versión porque cantaron la adaptación al castellano que hacen los Morraia del "Sister Ray" de The Velvet Underground. Brutus se agarró al micrófono de Bustinza, y acompañó su actuación con un extraño aparato** repleto de soplidos sónicos que acercaba al micrófono cuando no andaba lanzando églogas subversivas. Incluso, cuando ya había vuelto abajo para regresar a ser público, Brutus seguía enarbolando el aparato y sumándose a la deriva psicodélica en la que se convirtió el final del bolo. De hecho, volvió a encaramarse a la tarima cuando le invitó el bajista y, a falta de otra cosa, se unió a la fiesta recurriendo de nuevo al mencionado aparato y a los versos principales del "Demolición" de Los Saicos, mientras sus anfitriones seguían hinchando la atmósfera hasta que explotó.

Y eso es todo. No hay bonus. 


Pero sí dos asteriscos:

*Por supuesto, no tenía ni puta idea de qué era lo que estaba sonando. Al día siguiente, por WhatsApp, uno de ellos me lo explicó. Hubiera quedado mucho mejor que no lo dijera y que pareciera que lo sé todo, pero, qué cojones: no. 

**Sé que he hablado de ese aparato en alguna de las cientos de entradas que he escrito aquí y me he vuelto loco haciendo búsquedas en internet para averiguar qué era y así aparentar que lo conocía tanto o más de lo que conozco a los Discounts. Pero me rindo, tengo que llamarlo el brutófono, o algo así, no tengo ni pajolera idea. Horas después, en el Basterra, alguno de los Monotonos me lo pudo haber dicho si tuvieran mejor memoria de la que tienen, pero, también en este caso: no. 


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