Wizards Are Back in Town


En modo playoff, desde Lezama con amor, sin arrepentirnos de nada, otra vez nos fuimos a ver a los Wizards en directo que estos nunca defraudan y menos, nos imaginábamos, tras 800 y pico días de encierro, que Ian Mason repitió varias veces la cifra exacta pero no la recuerdo, que lo que sí recuerdo es que, subrepticiamente, sigilosamente, aún no me había quitado la chamarra, él tampoco, y por el vídeo del fondo le escuché lanzar una dulce daga recordando lo que había pasado en Lezama, que probablemente no viene a cuento recordarlo aquí, pero se le permite, porque la pasión nace de dentro y cada uno tiene la suya y allí la de todos o casi todos era la música. Él mismo terminó el bolo con un largo alegato que caló hondo en la primera fila y llegó en resonancia hasta el final del bar, justo antes de cerrar con su monumental "Stardust". ¿Te has enterado de algo? Como primer párrafo no está mal: no tiene ni pies ni cabeza, lo que está bien, porque coincide con esta hidra musical multicéfala con la que podríamos representar a los Wizards. 

Que sí, que le doy forma: los Wizards regresaban al directo y lo hacían en casa, o cerca de casa, en el Mendigo Aretoa, con un bar requetepetado, anunciando que de aquí ya arrancaban con furia y ganas y recordándonos cómo eran los tiempos biforPiii, y cómo serán los tiempos afterPiii, porque van a volver a ser como eran antes, por cojones. Cuando llegué yo ya estaban asolando el terreno con la pegadiza "Avidya" y los cuellos comenzaban a coger elasticidad y el puño de Mason apuntaba ya a la oscuridad del infinito. Ya me había perdido la primera, Kañon esperaba en la puerta con mi entrada, la cuadrilla abrevaba sin esperarme y lo primero que sorprendía era que Jorge, el guitarrista, estaba apoyado en el quicio de una puerta y, arriba, Ander Orue, que me enteré luego, por supuesto, le substituía con la flying v. Al final del bolo, lo explicaron, y Jorge se subió para cerrarlo con sus colegas, mientras Orue se reunía abajo con los suyos, y, finiquitado, yo mismo tenía que darle en el hombro y decirle, "te llaman, tío", porque el resto esperaba al sexto Wizards para sacarse la foto en familia y cerrar el espectáculo. 

Por el medio, se petó la voz en algún momento, pero no estropeó un retorno rotundo, donde hicieron un repaso completo a su repertorio, incluyendo versiones de Pentagrama y Danzig y lo que ya son clásicos de su carrera como "Calliope" o "Who Are You, Mr Gurdjieff?" Tocaron alguna nueva, creo, porque lo dijeron, me suena, no porque yo lo supiera, aunque lo que sí recuerdo es volver a disfrutar con canciones como "Welcome to the Future" o "Circle of Time", que hacía lustros que no oía, y cuyos estribillos quise cantar a gritos pero no era capaz de seguir la rabia bien expuesta que salía de la garganta de un Ian Mason que volvió a fundirse con el público, postrarse en el borde del escenario como el mascarón de proa de un barco fantasma y cantar las canciones como si fueran invocaciones taumatúrgicas, que magia hubo, a cargo de un batería cuyo bombo reverberó con ganas, a cargo del bajista que se esconde debajo de la pelambrera y detrás de un Rickenbacker, y de dos guitarristas en cada esquina que corrugan las canciones con las estrías justas para que puncen con gusto. Uno que no sabe qué más decir para explicar cómo los Wizards serpentean del metal al rock and roll de los 70 sin que les tiemble el pulso ni la voz. 

Se podía contar mejor, claro que sí, pero ya lo harán otros. Y, si no lo hace nadie, ya lo hicieron ellos. Los Wizards han vuelto, y ya cabalgan hacia el apocalipsis.



Posdata: Fotografía por obra y gracia de Mikel, capo de Rock Attitude Facezine. Posdata dos: el día que ponga un título que me gusta, ya os digo. 

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