Fiasco Review!!: The Idiots Have the Power de Stupid Fuckin People


Cuando sacaron, hace ya tiempo, cinco de estas canciones en un primer ep digital, ya hablamos, no aquí, pero sí en otro sitio, de que existía una canción de The Bellrays que se titulaba así: “Stupid Fuckin’ People.” Ahora que volvemos a hablar de ellos porque salen en vinilo y porque han doblado el número de cortes, cambiando la e que acompaña a la p por una l, pues es muy fácil volver a recurrir a otra canción que escribió alguien antes, ¿verdad? Y es que los Stupid Fuckin People han decidido titular su álbum con contundencia, y ese The Idiots Have the Power, indefectiblemente, que es un adverbio como otro cualquiera, nos evoca a aquella canción optimista, perfecta para cantar en una campa verde rodeado de gente alegre y beoda de vitalidad, que cantaba y aún canta Patti Smith: "People Have the Power."

En la adaptación, y no es difícil verlo, está condensado el espíritu y la bilis de este disco, y, por lo tanto, todo lo que no tiene en común con esa canción: ni campa verde, ni retablo costumbrista con artistas de la esperanza. Aquí hay rabia y guantazos para todo el que se mueva, sobre todo, si se mueve por las altas esferas, entra por puertas giratorias o se sienta en cómodas butacas cárdenas. No hay nada más que ver otros detalles gráficos que nos dan más claves. Desde lo evidente: mira la gente que aplaude en el hemiciclo que hace las veces de portada del disco. Hasta lo más poético: ese fondo rojo sobre el que se sobreimpresionan las letras, que en una mente calenturienta como la mía, bien que puede invocar la sangre que salpica con las ostias a la remangillé que se irán soltando luego en las canciones.

No hablaría de un disco conceptual, pero está claro que, tanto en lo musical como en lo lírico, yo aprecio un hilo conductor que ata en corto a estos diez cortes. Solo uno se aleja de la generalidad para hablar de algo más concreto, pero, en línea generales, el ánimo está encendido, la llamada es clara, si no te gusta lo que dicen y cantan también queda meridiano que se las trae al pairo. No parece que hayan grabado este disco para levantar dudas o quedarse a medio camino. Todo es explícito y directo.  Usan un inglés desprendido de complejidades, llano y directo, hasta con algún error gramatical, he de decirlo, lo siento, que no estropea, del todo, el mensaje que quieren transmitir. Y ese es, posiblemente, uno de los grandes valores de un disco que no suena original, no te va a sorprender ni te va a descubrir nada nuevo, pero sí que resulta punzante, efervescente, fresco y tentador, que, muchas veces, es exactamente lo que necesitamos, que nos metan un meneo, y si el meneo nos lo damos bailando un pogo e infartándonos las venas para gritar estribillos, pues mejor.  

Por lo que pudimos averiguar en su día, que esta letanía biográfica ya la publiqué antes (y tampoco es que recuerde yo haber hecho una ardua labor de investigación en su momento, que conste), Fosy parece ser el germen del proyecto. Si no sabes quién es, baste con decirte que, en la actualidad, ejerce de batería en Señor No y de guitarrista en La Banda Trapera del Río. Aquí, se encarga de las voces y de una de las guitarras; la otra, la empuña Olatz Alberdi, de Las Furias, quien también canta, más allá de los coros; Unai Gorraiz “Fumai,” bajista en Señor No y 25th Coming Fire, ex Astrozombies y, en ocasiones, uno más en los Aterkings, también se encarga aquí del bajo; y, finalmente, toca a la batería Jimmy Díaz, quien, hace años, lo hizo para La Perrera, cantera con pedigrí del rock and roll guipuzcoano. Aun y con todo un currículo tan terso y largo, no dejan de ser una banda nueva que nació en pleno confinamiento, en medio de alguna fase o de cualquier “nueva normalidad.” Empezaron con aquel ep digital, si no me confundo, que les sirvió de presentación y al que ya habíamos mencionado arriba, y ahora se aproxima, finalmente, el momento de disfrutarlos en formato físico: un vinilo al que han añadido cinco canciones más y que saldrá con Family Spree Recordings. Insisto, igual ha salido ya, que yo no me entero de todo: corre y vista la página de bandcamp de la familia de juerga. Todo lo han grabado, por cierto, que no lo he dicho, en Pookah Sound Studio, de la mano de Mikel Biffs.

 

Puede que no acierte, pero, intentando resumir su sonido, apostaría por concretarlo hablando de guitarras que trepanan, una base rítmica contundente, y mucha rabia en las partes vocales, incluyendo las corales, que se usan con significación. Joder, no, no puedo seguir sin confesarlo. No te voy a engañar: todo esto ya lo dije antes, cuando escribí sobre los primeros cinco temas que compartieron, a los que también categoricé como "inflamados y enérgicos, con mala hostia y buena caña a raudales". Hablaba yo, fíjate, de que iban del hardcore americano al punkrock escandinavo. Luego, recuerdo que incluso me atrevía a hablar de Muletrain. Bueno, pues, más o menos, no cambiaría el discurso para describir el conjunto de diez canciones que han reunido aquí: high energy, hardcore, algo de metal. Buen trabajo de baterías y líneas de bajo, punteos que sustentan el ánimo de la canción, estribillos como artillería y una línea temática fija que recorre todo el disco. Si ya hablábamos de punk rebozado con high energy y hardocre en "Bring Them Down", de que nos recordaban a NCC en "Break It All", de que "Stupids" nos hacía acordarnos de Fucked Up, de que nos olía a buen hardcore en “We Don’t Trust You”, o que “Outsider” nos gustaba por su arrojo para defender el valor individual sin contemplaciones, con punk rápido y guitarras que pulimentan... si ya hablamos de todo eso en su momento, digo, pues ahora tenemos que seguir por el mismo camino. Ahora, los adjetivos y atributos irán por la misma línea, aunque hable de nuevo material, material que no conocimos en su momento y que han añadido ahora. Así, si quiero resumirte mi opinión sobre "Nuclear Alarm", te digo que hablan de que no le tienen miedo al fin del mundo, suenan las sirenas y en lugar de esconderte, te tiras de cabeza contra las guitarras afiladas; te hablo de la caña a tope de “Rest in pee”; de una “Another station” que estudia ciertos matices de la vida del rock, y lo hace con punk de vieja escuela y unos "boo uh" que no he podido evitar que me recordaran a los "woo-hoo" de Blur; te digo que creo que hay más rigor melódico en “The Idiots Have the Power”; o, para terminar, te hablo de una “Reaction” que, con guitarras con cierto aire a Placebo (cosa mía, aunque alguna fan que tengo cerca coincidía en la opinión), estribillos que se solapan, conceptos que ya usaron en "Outsider" y gerundios y sufijos bien rimados empastan toda la canción.


Hace unos meses, pudimos haberlos visto en directo, pero la vida, que cuando quiere es bien jodida y cuando no te guiña un ojo, pues no nos dejó. Las opiniones que nos llegaron de aquel bolo fueron buenas y es que, cuando escuchas el disco, parece que ya lo estás viendo y viviendo. Es cierto que puedes, de alguna manera, tocar la energía, sentir el lado físico con el que han impregnado esta grabación. Confiamos en que pronto lo podamos vivir y venir a contar aquí. Si se puede, con mejor pulso que ahora, sin hacer refritos de lo ya escrito, y con la misma fuerza que ponen ellos delante de los micrófonos y amplificadores. Por ahora, a darle vueltas al vinilo. 

 

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