La fiesta iba a ser en Muelle de Marzana, donde está la sede de DDT Banaketak, que debería ser parada obligatoria si vienes de visita al Botxo. Ellos lo organizaban y ellos hacían de anfitriones. Pero estos veinte días de condenación pluviosa obligaron a moverlo un poco más a la derecha. Nos fuimos hasta la Kultur Etxea de Bilbao La Vieja, otro rincón para aplaudir, con las escaleras de otro tiempo, la puerta naranja del baño y ese aroma a aquí hacemos las cosas a nuestra manera. Por el camino, se nos saltaban casi las lágrimas al cruzar el puente de San Antón y ver la ría turbia y densa que nos hizo viajar en el tiempo y ponernos nostálgicos: el paisaje parecía estar en blanco y negro, que nos veíamos subiendo las escaleras de La Naja en los 90, yendo felices a la Plaza del Gas a ver en concierto a los Juicio Final, por decirte una chorrada.
Sí, lo explico: estamos hablando del bolo matinal del sábado pasado, al que acudimos con una pequeña representación de la cuadrilla para ver en directo a Ectoplasmas y Leonor SS. Ahora vamos a contarlo aquí, como podamos, que recordamos algo, sobre todo, lo bien que entraban las latas de Argus a un euro.
No se subieron al escenario porque no había, que tocaban en el suelo, con lo que parecían dos botes de pintura acrílica de 20 litros junto al bombo de la batería, y una especie de ninot en una esquina del fondo y un saco de boxeo en la otra. Pero los primeros en actuar fueron los Ectoplasmas, una banda de Erandio, con muchos años de recorrido, siempre moviéndose en las lindes del post-punk, con buen pulso, mejor ejecución, y, sobre todo, canciones macizas, con aristas, y bien resueltas. Van de los Buzzcocks a cosas más oscuras, con letras juiciosas y mucha presencia del bajo; adaptan a The Jam, con lo que ves que tienen recorrido y versatilidad. Vamos, la típica banda de la que igual no has oído hablar en la vida, pero, cuando les escuchas o ves, te preguntas cómo has podido dejar que pase eso.
Se recorrieron lo que será su próximo disco, si no lo es ya, que probablemente lo han sacado y no me he enterado, igual hasta estaba en la mesa del merchan y ni me enteré. Grabaron un adelanto en Pookah Sound Studio que luego sacaron en vinilo, y también tocaron esas canciones, claro. Tomaron el frente de la refriega para quitarle heroísmo a la guerra, en canciones como "1937" y "Miles". Bajo y batería conversaban en "107.5" y salía un buen solo de guitarra en "Nitxos", una canción muy sugerente, en la que cantan algo así: "no hay esperanza, cantan Los Nitxos". No sé si hay que escribir el artículo y el sustantivo con mayúscula, porque no sé si realmente están hablando de esa banda de Gasteiz. Si lo hacen, olé por ellos, porque los de Pablo Madariaga siempre merecen reivindicación y a mí la referencia me recordó a cuando cantaban los alaveses aquello de "there is nothing left for me." Hubo opinión cáustica y directa sobre un político en concreto, punk del colérico y acelerado. Pero también sonaron oscuros y más cercanos a la etiqueta post-punk en "Cristal" y en general. Tensión en "Universal Cop" y la ya mencionada adaptación del "Life from the Window" de The Jam, dándole bien a las cajas, (y sí, Mikel, tenías toda la razón, un sugus para ti), que dedicaron a toda esa gente a la que le gusta mirar por la ventana, sin salir a la calle. Se fueron como empezaron, sin ceremonias, pero triunfó este power trío de Erandio al que debería ser obligado seguirle la pista si te gustan las buenas canciones.
No sé si tenían ganas de empezar con lo suyo, la verdad, pero el caso es que no tardaron en arrancar su set los Leonor SS. Habían llegado desde el Vallés un día antes para actuar en la sala Shake! con otro de sus proyectos, Sistema de Entretenimiento, y los comentarios que llegaban de ese bolo eran buenos. Aunque mejor, al parecer, la fiesta, porque a Bilbao La Vieja llegaron con resaca, que no es que lo diga yo. Arrearon con "Ambulancia 3000", que canta la batera Anna Banana, y al terminarla, se estiraba con las baquetas hacia el techo mientras gritaba que estaban de resaca y Víctor Skiper le juraba y perjuraba al público que se sabía las canciones. De hecho, antes incluso de empezar, mirando el mástil para acertar con los trastes, ya dijo, entre risas, que iba a bajar la guitarra: "¡pero ya, antes de empezar!"
Si a lo dicho, añado que cuando cantaron "Demasiado guapos para el punk", el bajista tiraba para adelante y el cantante le gritaba: "¡Espera, no me la sé, que no me la sé, un momento!", pues igual vienes y me dices, pero qué despropósito es este. ¿Y a alguien le sorprende? En medio de esa canción, entre risas, al cantante se le borró la memoria: "mierda, no me sé la letra." Son Leonor SS, esto es punk, o Mongo punk, o como quieras llamarlo. Para hacer las letras perfectas dentro de los renglones ya están los cuadernillos de Rubio y para el virtuosismo ya hay sitio en otros espacios. Esto es otra cosa y a nadie en aquella casa le importaba una mierda lo que pasaba. Además, los que les han visto más veces también dijeron que no fue para tanto. El pogo, si lo interpretamos, sirve como confirmación de que aquello funcionó: con un público bien joven y galvánico, se borraron las líneas de separación y se empujó y sudó a gusto.
Clavaron el minuto justo de "Niños de mi barrio" y se hicieron coros desde la primera fila porque moló eso de la navaja y el vicio de fumar. No hubo problemas aparentes con "Super Pop" ni con las versiones que hicieron, las ya conocidas "Flamenco" de Los Brincos, que se grito a pulmón por detrás, donde subía la media de edad, o "La historia de Juan Castillo," que con Los Chichos nos arrancaron una sonrisa nerviosa. También tocaron el "Por qué me tengo yo que enamorar" de Los Bólidos, que después de una ardua labor de búsqueda e investigación la sacó Jon y compartió. Menos mal, pensamos, que no había un fiscal en la sala cuando cantaron "No la pude matar" y, por el final, cuando ya anunciaban rap, se tocaron "Napoléon", "Troglodita" y una que creo que es nueva que habla de alguien que dice que "ya estoy muerta" y parece contenta y aliviada, y que sonaba parecida o igual a lo que llevan ya haciendo como una decena de años. Y hasta aquí, que se termina así. Lo dejó bien claro Anna Banana, quien antes de levantarse gritó en el micro: "ya está, a tomar por culo". Esa mierda de irse y volver no la practican estos.
Tío, no voy a cerrar con algo redondo. Ya me he puesto en evidencia. Se me nota la edad, así que te lo digo sin más: buen bolo, buen sitio, un rayito de esperanza que hay gente que viene detrás y que siempre habrá espacio para el punk. Larga vida a DDT Banaketak y patapum palante.
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