La verdad, si se me permite ser tan directo, se han hecho de rogar, pero ha merecido la pena. TransAm es el nuevo trabajo de Toni Monserrat Inc., ocho años después de aquel 38 Bucks que también glosamos aquí y para el que también le entrevistamos. Si la primera vez funcionó, ¿por qué no íbamos a repetir? Del disco y de sus diez canciones, hablaremos, dentro de poco, en este blog, aunque podría resumirte lo que escribiré ya y así: uno de los mejores discos de americana (o como quieras llamarlo, no vamos a enfadarnos) del 2021, al menos en lo que corresponde a la península... e islas.
Y una vez dicho, le damos paso a la conversación y le preguntamos al propio Toni Monserrat, desde la distancia, sobre estas canciones que acaba de publicar. Si me dejas que te dé un consejo, antes de leerlo, date un paseo por el bandcamp de Milanamúsica Records donde podrás hacer una primera escucha del disco y, por supuesto, hacerte con una copia del mismo. Por ahora, en cedé.
Él desde Santanyí, Mallorca; yo desde Barakaldo, Bizkaia. Sin que los kilómetros de distancia consigan estropearlo:
Por empezar con educación, ¿qué tal todo por la isla? ¿Cómo habéis llevado estos meses tan raros?
Bueno, la verdad es que, dentro de lo raros que han sido estos meses tan largos, como tú dices, no me puedo quejar de la productividad. Creo que no he sido el único y que a mucha gente le ha pasado lo mismo que a mí. Al estar encerrados/confinados y no poder relacionarte como antes, nos hemos centrado y concentrado mucho en lo nuestro, en este caso la música. Le hemos dedicado todo el tiempo necesario. Por otra parte, también tengo que decirte que por el hecho de estar en una isla daba la sensación, al menos a mí me la daba, de estar doblemente encerrados, no sé si me entiendes.
Te entiendo. Oye, voy a ir al grano, si te parece. Son 8 años desde el anterior 38 Bucks. Desde fuera, da la sensación de que te ha costado sacar nuevo material. ¿Es así? ¿Te ha costado mucho reunir nuevos temas o los tenías ya desde hace tiempo y simplemente no encontrabas el momento oportuno?
Es un poco más lo segundo. Desde la publicación del anterior disco, ya venía escribiendo y haciendo nuevas canciones. En realidad, es algo que nunca paro de hacer. De hecho, a la hora de grabar este nuevo disco, tenía, más o menos, unos 50 o 60 temas para elegir. De todos ellos, elegí 20. Al final, grabé 15. Y, en el álbum, quedaron estos 10.
Tu nombre viene en ambos discos acompañado por ese Inc. que, si no me confundo, es una manera de incorporar a la banda que te acompaña. ¿Son los mismos que en 38 Bucks o ha habido algún cambio?
El único cambio en la formación ha tenido lugar en la batería. Ahora, toca con nosotros Miquel Blai, que se incorporó a la banda cuando fuimos a Oxford, al Wood festival, y ya se quedó con nosotros. Aquí, me gustaría recalcar que, así como el primer disco era un poco más un trabajo en solitario, tanto en cuanto a decisiones como a producción, etc., en TransAm hablaría más de un disco totalmente de banda. Entre todos, hemos elegido los 10 temas, hemos hecho los arreglos, la preproducción, tempos etc. Es un trabajo totalmente de conjunto.
Ok. Si te parece, te pregunto primero sobre la grabación y la distribución. Luego, ya hablamos de la composición, aunque igual debería ser al revés. Esta vez, has grabado en tu propio estudio. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Grabar en tu propio estudio tiene varias ventajas. La primera es, obviamente, la comodidad horaria y el trabajar en tu propio entorno. Estábamos grabando el disco en el mismo espacio en el que ensayamos regularmente y eso nos ha dado un punto extra de tranquilidad, creo. Quieras o no, siempre hay un poco de presión a la hora de ir a un estudio. Sí que es verdad que nuestro espacio es un local de ensayo, con lo que no teníamos la infraestructura de estudio profesional. Alquilamos un estudio móvil, por así decirlo. Y nos trajimos a Xisco Albéniz, de La Búsqueda, que fue realmente quien nos grabó. Él vino con sus aparatos y máquinas y micros y grabamos durante tres días las bases de las 15 canciones en directo. Después ya, en los siguientes meses, hicimos el resto nosotros: voces, invitados, acústicas…
Para la mezcla y el máster, sí que no hay cambios. Vuelves a contar con Hay Zeelen.
Tengo la suerte de ser amigo de Hay desde que llegó a la isla, y la banda también tienen una excelente relación con él. Te cuento algo curioso: su primer master en Mallorca fue el de 38 Bucks. Y el último ha sido TransAm. Ha tenido que volver a Holanda por temas de pandemia. Es como si hubiera cerrado el círculo, aunque, la verdad es que espero contar con él para proyectos futuros, obviamente. Trabajar con Hay Zeelen significa estar a las órdenes de un profesional con experiencia internacional y larga trayectoria. No solo es un lujo, sino que es un aprendizaje continuo, una masterclass. Hace lo imposible, fácil. Nada es un problema y sus soluciones siempre son “naturales”, por así decirlo. Se ha implicado mucho en la psicoacústica del disco.
Te has unido al proyecto de Milanamúsica Records, ¿cómo ha sido eso?
Tengo una buena relación personal con Aritz Sertucha y los Milana desde hace unos años. Él me llamó durante la pandemia y me contó su valiente idea de montar una discográfica en los tiempos que corrían. Entonces, me propuso unirme a ellos y que pasaran a ser la discográfica de nuestra banda. Acepté inmediatamente, por supuesto. Para nosotros, es muy importante tener una discográfica que no esté localizada aquí. Es decir, que no está en la isla, sino en la península, ya que el punto de vista es totalmente inverso: es “venir” a tocar en vez de “ir” a tocar. No sé si me explico. Además, en mi opinión, un sello que está, más o menos, en el centro, seguramente tiene muchísimos más contactos a la hora de mover a sus bandas que uno de las islas.
Pasamos a la composición: son diez canciones, en inglés, moviéndote por los derroteros del folk, el rock y la americana. El título, TransAm, evoca muchas cosas, entre ellas el Pontiac que se menciona en una de las canciones, pero también la idea de cruzar los Estados Unidos de América de costa a costa. En este caso, bien pudiera ser de San Francisco a Nueva York en un Cadillac del 73. Cuéntanos un poco más.
Que no es del todo cierto que la génesis de estas canciones esté en mi último viaje a los Estados Unidos, que fue, como tú dices, en un Caddy, cruzando el país de costa a costa. Las canciones no necesariamente hablan sobre ese viaje. Lo único o quizás lo más representado que hay de ese viaje en el álbum es el artwork, ya que la portada, la fotografía, los paisajes y la gente que aparece, ciertamente, evocan un poco esta idea que tú mencionas. Por otra parte, la parte compositiva y los temas no van necesariamente en esa dirección.
¿Cuál es la dirección entonces? ¿De dónde vienen y a dónde van? ¿Cómo las has ido escribiendo?
Las canciones, como te decía antes, han ido surgiendo desde que terminé 38 Bucks, y han ido tomando forma a lo largo del espacio y el tiempo. No tengo un patrón compositivo estándar. Es decir, voy y vuelvo de un tema a otro. A veces, hay letra antes que música. Y viceversa. El proceso es muy orgánico, en el sentido de que las canciones van tomando forma casi todas al mismo tiempo. Seleccioné las que más me apetecía completar, a la par que, supongo que inconscientemente, las agrupé musicalmente, por así decirlo. Sin ser un álbum conceptual, sí que es verdad que, de alguna manera, las canciones se encontraron a ellas mismas, aunque suene un poco extraño.
A ver si no me paso de listo. Creo que hay guiños a los Jayhawks o a Tom Petty. A mí, algunas canciones me han recordado a Robert Pollard o a The Pogues. Y, por supuesto, si me lo permites, me parece que la manera de mirar y de contar de Willy Vlautin para Richmond Fontaine también es una influencia clara. No sé si estás de acuerdo.
Totalmente. Estás mencionando a algunas de mis (muchas) influencias primarias. También es verdad que un disco suena más a una cosa o a otra de manera involuntaria. En la búsqueda del sonido original de una banda, confluyen las influencias de todos sus miembros, de alguna manera. Y, en nuestro caso, van desde Dinosaur Jr. a The Dream Syndicate, pasando por Son Volt o John Hiatt, por mencionar solo a algunas de esas influencias, las que están en los extremos.
Entrando ya en detalle, en el TransAm, además de conceptos tan locales como el “barstool prophet” o las “polish meatballs,” también hay referencias geográficas muy concretas, sobre todo de Nueva York: Brooklyn, Montauk, el Upper West Side… ¿Cómo de importante es la idea del viaje, del movimiento? ¿Tanto o más que los sitios concretos?
A ver, son dos cosas diferentes. Las localizaciones geográficas, sí que es verdad que aparecen con motivo del viaje. Son lugares concretos en los que suceden historias, aunque podrían haber ocurrido en cualquier sitio. La idea de movimiento es relevante en tanto que, al menos a mí, me sirve para comprobar o confirmar que los conflictos son universales: inmigración, insolidaridad, abuso… Pasan en cualquier lugar y en cualquier momento, cada día y en todos los sitios.
Sí, esa es la impresión que tuve al escuchar estas canciones, que había tanto de particular como de universal. No me pareció tanto que fuera como un diario de viaje o una narración de esa experiencia concreta, sino más bien que se trataba de contar historias específicas para hablar de conflictos colectivos: inmigración en “Nobody Notices Anything”, falta de empatía en “Montauk”, amistad en “Frost Margaritas”, falsedad en “Too Many Sides”, relaciones en “Home on the Run”…
Sí, es lo que te decía antes. Es exactamente como dices: diferentes sitios, diferentes personajes… los mismos conflictos.
Sinceramente, yo iría un poco más
allá, pero aquí seguro que me cuelo. Leyéndolas todas en conjunto, me parece
que el disco es una intensa reflexión sobre la madurez, la calidez humana y las
relaciones. No sé si todas esas horas al volante te dieron para pensar en eso.
Y, por supuesto, lo que viste por allí y la gente con la que te topaste: como
esa persona que esperaba el tren en “Montauk”.
Claro, pero vi a mucha más gente y me encontré con situaciones más surrealistas aún. De hecho, con muchas de aquellas personas, entablé conversación, y, también lo confieso, conmigo mismo en voz alta. Eran muchas horas al volante. Las carreteras rectas y la estabilidad del coche me permitían también escribir, casi al momento, ideas o notas que me venían a la cabeza.
El trabajo de los teclados, las baterías en “Comin’ Over” y “Further It Is”, la guitarra en “Montauk”, la mandolina en “Further It Is”, pedal steel, coros… Instrumentación y arreglos parecen estar cuidados al máximo detalle para ponderar las canciones, su tonalidad y la historia que cuentan. ¿Cómo ha sido ese proceso?
La verdad es que el secreto es muy sencillo: tener realmente tiempo para hacerlo. No es un disco hecho en un mes o dos. El proceso ha sido largo. Y eso se nota tanto en la pre-producción como en la producción en sí. Además, la grabación ha sido muy tranquila. Nos ha permitido hacer exactamente eso: darle un par de vueltas a cada tema antes de tener la versión final, que nos gustase al 100%, sin peros.
Jason Ringenberg, Tim Easton y Ruth
y Gabe Minnikin colaboraron en 38 Bucks, ¿con quién has contado para TransAm?
En este álbum, vuelve a colaborar Tim Easton. Además de él, tenemos a un extraordinario pedal-steel británico, Joe Harvey-Whyte. También he tenido la suerte de contar con la ayuda de algunos músicos locales como Xavi Escutia, Toni Pastor, Miquel Torres, PJ Cabot... Incluso, conseguí que mis hijas se sumaran a los coros de Xesca Bennàssar y María Adrover.
¿Te has quedado satisfecho con el resultado final?
Muy satisfecho, la verdad. No podía haber salido mejor. Y visto el feedback inicial del personal, pues: wow!
Según me chivaron, organizasteis
recientemente una fiesta en tu casa, antes del concierto en Santanyí en el que
presentasteis el disco, acompañados, precisamente, por Aritz Sertucha, al que
mencionabas antes. De ese concierto, ya hemos tenido noticias, pero, del resto,
¿nos cuentas algo?
Hicimos un ensayo general el día antes de la presentación, quizá un poco diferente a lo que se suele hacer antes de presentar un disco. Fue un ensayo en nuestro estudio, con invitados, amigos todos, que vinieron a cenar al campo y a escucharnos, dar su opinión, bailar un poco, etc. De hecho, hubo incluso una votación popular para terminar una de las canciones de una manera u otra, ya que en la banda no nos poníamos de acuerdo, jajaja.
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