Fiasco Review!!: Nada de Kinki Boys


Nuevo trabajo de Kinki Boys, ahora, con un 7" grabado en 45 rpm en el estudio bilbaíno Silver Recordings. Jordi Vila Berenguer, Tony Pick y Marga Alday, el power trío que se esconde bajo ese nombre, recogen ahora cuatro temas que siguen la estela de lo que ya habían publicado en 2019, primero en ep y luego en lp. Poco tiempo llevan, pero les salen las canciones con frescura y no paran a esperar que maduren, para qué. Supongo que sí, está bien decir que llevan poco tiempo como banda. Eso sí, también es obligado, aunque no haga falta, recordar que los tres, cada uno por su lado, acumulan experiencia a espuertas, algo que se nota en la contundencia y diligencia con la que ejecutan sus canciones, igual de lozanas en directo como en vinilo.  

Para completar este último, han grabado tres cortes propios, "Frentes abiertos", "Nada" y "Respira", más una versión, "Descanso eterno", original de Eskorbuto. Como decíamos al principio, se aprecia lo mismo que se les distinguió en los anteriores trabajos: canciones de menos de tres minutos, al cuello y sin resuello, con ritmos sencillos pero tajantes, del rock al punk con parada en el pospunk más siniestro, una buena base rítmica y riffs indomables que hacen que te olvides del virtuosismo más trivial, de los solos para decorar. Así suenan todas estas canciones, con espontaneidad y urgencia, directas y orgánicas, con fundamento pero sin lastre, de traste en traste siguiendo el camino recto y más inmediato. 

"Frentes abiertos" la estrenaron con acompañamiento visual. En medio de la pandemia, sin más recursos, recopilaron metraje de manera individual, y Luis Vil se encargó de montar un vídeo que fideliza los atributos que ligan la música de la banda. Rock and roll clásico y eficaz, con vocales coreadas a lo Beach Boys, rima en primera terminación, buen sonido, y claras referencias al mundo que rodea a cualquier adicción. "Descanso eterno", como ya comenté, es una versión de Eskorbuto. La voz de Vila, el uso de los coros, y, sobre todo, una línea de bajo que suena propia, singular, permiten que se la lleven a su terreno sin desvirtuar el talento de la original. La letra parece darle sentido a la portada del disco. "Nada" la canta Marga Alday y se aleja un poco de los derroteros de las otras, para hundirse en el postpunk años 80, con querencia siniestra, que ya había mencionado al hablar de la banda en general. Juegan con los pliegues aprovechando las dos voces, pero, sobre todo, se atesora el valor rítmico para crear una tensión latente, una fuerza recóndita que se mantiene en el fondo durante toda la canción: es el fragor, el suspense que define el género, igual que el terror, y no los castillos, definió la literatura gótica. Por último, "Respira" empieza con la batería, luego se incorpora el bajo, y finalmente aparece una guitarra que, al final, se encarga de cerrar la canción con un riff al galope. Parece el resumen orgánico de esta banda, encarnado en una canción epidérmica, de rock and roll a toda velocidad, donde gritan que corras, te piden que respires, y los acordes parecen hacerlo por ti. 

Son cuatro canciones que se suman a la docena y media que ya tenían grabadas. Kinki Boys va confirmando, por la vía rápida, lo que ya se intuía desde que se anunciaron, que esto iba a ser un acierto, por el equilibrio y la compenetración de tres miembros que han demostrado puntería y fiabilidad. Saben lo que es el rock and roll y saben hacerlo. Lo hacen con la misma soltura en el estudio, en una sala bien sonorizada o en un cruce con tráfico en el medio de Uribarri. Y aquí lo han hecho cuatro veces y aparentemente volverán a hacerlo otras tantas. 

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