Mi hija, por ahora, aplica una curiosa fórmula para seleccionar la música. Cuando estamos en casa y le digo, venga, va, vamos a pinchar algo, grita, ¡elijo yo, elijo yo!, y su forma de decidirse por ese vinilo o el de al lado es tan aparentemente conveniente como cualquier otra: se fija en los colores del disco y elige los que más le gustan. Con ese método, llevábamos un buen tiempo quemando el nuevo vinilo de los Ribbons. Básicamente, por eso, porque le mola el diseño de la portada, el color chillón, que se decía antes. Gracias, Niko Vázquez, debería decir, porque creo que él se encargó del diseño gráfico. Se podría quedar ahí, en mera anécdota, que es lo que es, pero también es cierto que, luego, cuando suena la música, le da por mover la cadera y dudo que eso tenga algo que ver con los colores del diseño.
Así que, con estos meses de entrenamiento, me había propuesto revivir este blog, medio finado y sin esquelas, retomando el ritmo de publicaciones con mi glosa del último disco de The Ribbons, que llegó por casa con los regalos de Navidad y reclamaba una merecida atención. Y la tuvo, créetelo. No solo por lo bailado en la intimidad. En mi mochila, dentro de una carpeta, junto a los apuntes, informes, fotocopias y demás papel reciclado que llevo clasificado en fundas de plástico, durante estos últimos meses, siempre iba conmigo, de casa al curro y del curro a casa, el librillo interior del vinilo de los Ribbons, con los créditos y las letras y los retratos serios, de perfil y de frente, de sus cinco componentes, mal doblado junto con un par de folios llenos de notas que tomé al ir escuchándolo atento y dispuesto. Notas que, por supuesto, ahora, no soy capaz de desentrañar. Mi letra, si fuera de médico, sería la de uno manco y con parkinson.
Hace ya unos días, conducía precisamente de regreso a casa tras un largo día de curro, mudo y estéril, hipnotizado por la inercia de la línea de puntos del carril de la derecha, cuando me cansé de oír noticias sobre tránsfugas y vacunas, y busqué Radio 3. Y, coño, sonó de golpe e inesperadamente el "Hey You Baby!!!" de The Ribbons. De reojo, miré la mochila, tirada ahí, en el suelo, junto al asiento del copiloto. Y, desde entonces, como Kylie Minogue con el chico de la canción, yo tampoco he podido quitarme a los Ribbons de la cabeza. Tenía que escribirlo ya, y ya voy, aunque haya venido acompañado de este largo prolegómeno (menos interesante, de todo), que yo necesitaba para arrancar y ya lo siento, pero te lo vas a tragar, ya te lo has tragado.
Los Ribbons son, creo que se dice así, inasequibles al desaliento, que es una expresión que no entiendo muy bien, pero seguro que tiene su explicación y ya lo usó antes gente tan campante como Góngora y compañía. Lo digo porque, a veces, les pierdes la pista, y cuando los vuelves a ver, ya no son los mismos, pero ahí siguen en pie y enarbolando guitarras y baquetas y micros. Vamos, que te despistas, tuerces la esquina, y, zas, te das de bruces con un nuevo disco de The Ribbons y ojalá todas las sorpresas fueran como ésa, ¿verdad? Yo no te engaño, a mí, este último, me pilló por sorpresa. Abrí el ordenador, y ahí estaba el anuncio: The Ribbons sacan nuevo disco, que se titula FF.WD. o FFWD o Fastforward o Fast Forward, que todavía no tengo muy claro cuál, de entre todas esas opciones, es la correcta, y esta, sí que sí, estoy seguro de que no la usó Góngora, que, en su siglo, no había ningún artilugio que rebobinar, ni p'alante ni p'atrás.
De adelante hacia atrás, del principio al final, en este nuevo disco de The Ribbons nos encontramos canciones viejas y otras que no lo son. Algunas en inglés, otras en castellano. Todas propias, excepto una, la versión que hacen del "(I Just Can't) Get You Out of My Head" de Kylie Minogue, y por eso hablé de ella antes. Ya salía esta última en el ep que publicaron en 2018 y, de hecho, también se encuentra aquí el corte que daba nombre a ese trabajo, una "Giraffe Women" que mantiene el aire sugerente y jovial. Coros, pandereta, e imágenes evocadoras que ya se disfrutaban en aquel vídeo-paseo por el Casco Viejo de Bilbao con el que presentaron esta canción hace unos años. Ambos fueron grabadas en su día por Carlos Creator y contaban con George "Huracán" Hernández, anterior batería de la banda, a cargo de la percusión.
Son, sin embargo, si se me permite la opinión, los temas más recientes los que destacan en esta nueva grabación, que, para la ocasión, registraron en Silver Recordings de la mano de Martín Guevara. El aroma festivo pero reivindicativo de "Hey You Baby!!!" resuena, en los días que corremos, con más intensidad aún, añadiéndole un cierto toque de nostalgia a las posibles interpretaciones de la canción. Marcada por el riff de guitarra, destaca la enunciación y el ritmo embaucador. "El enviado" y "Cobardía", son, siguiendo con la opinión para la que pedí permiso antes, los dos grandes aciertos de este álbum. La primera, con un aire más punk y rudo, aprovechando el puente instrumental para volver a arrancar la canción. La letra queda abierta y permite que la interpretación de ese enviado se enriquezca con distintas lecturas. "Cobardía" es el tema más largo. Aprovechando esta canción, han publicado un recomendable video con un curioso y efectivo movimiento horizontal, lleno de imágenes poderosas para una canción que también lo es. Desde el principio, levanta una tensión muy lograda, que después reposa sobre una letra aristada, que la cantante acierta a expresar con una locución sugerente y versátil. En cualquier caso, la canción es un completo acierto, donde la ejecución lírica e instrumental se complementan a la perfección. "Fairy on this Tale", "Hate" y "I Told You" se desarrollan sobre una tonalidad distinta, más paulatina, al contrario que en "Brand New Woman", acelerada y excitante desde que empieza, o "Mamma It's All Right", el tema más corto, que estalla rápido, desde el principio, y sigue la estructura clásica de estrofa y estribillo, para convertirse en algo instantáneo y vigoroso. En "Disfuncional," se vuelve a apreciar la capacidad de la cantante para la dramatización y la variedad expresiva. Y, en general, en todo el disco se aprecia puntería y destreza para insistir con la repetición, con ritmos sencillos que consiguen concebir y prolongar la tensión rítmica. A la mímica, si me dedicara, igual me iría mejor.
En el lustro, más o menos, que lleva existiendo la banda, ha habido varios cambios de membresía, como decía al comienzo, pero Bea Catalán e Iñigo "Kani" siguen manteniendo vivo este proyecto, al que, por cierto, se ha sumado a la guitarra un Joss Aranburu, de The Beatpunkers, que se deja notar en las nuevas canciones. Con esta nueva formación, publican un disco que, desde fuera, da la sensación de ser un disco bisagra, el pernio que articula un movimiento claro desde el pasado hacia el futuro, porque parece tan reluciente el presente que ha quedado aquí registrado que lo que se atisba que pueda venir en el futuro. Góngora y un servidor nos quedaremos aquí, sentados, esperando que la próxima no nos pille por sorpresa.
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