Quién sabe si fue primero una canción o la novela. El caso es que "Don't Skip Out on Me" o Don't Skip Out on Me, las dos, la novela y la canción, provienen de ese mundo imaginario, creativo y tan doloroso y auténtico como lo que no consideramos ficción, que siempre ha conseguido traslucir en su obra Willy Vlautin, ya sea acompañado de los Richmond Fontaine, los Delines o viéndolo publicado por Harper Books.
De hecho, escuché la canción, y no pensaba en Horace Hopper. Después leí el libro, y cuando volví a escucharla, no sabía si pensar en él, en el viejo Reese, en mí mismo o, por lo mismo, en cualquiera que haya tenido la suerte y la desgracia de estar vivo y, por ello, de querer y no querer, que te quieran y que no lo hagan.
Hace poco, releí el libro, como siempre releo todos sus libros cuando llega el verano, no me preguntes por qué. Mi copia no es la edición final. Cuando lo recibí en casa, venía acompañado de una postal del Portland Meadows, el viejo hipódromo de la ciudad. Nunca me he agenciado la copia que salió, al final, a la venta. Siempre he pensado que algún día me lo permitiría. Pero no quiero hacerlo. Prefiero mantener siempre ilesa la sorpresa. Igual es verdad, y, al final, cambió el final. Por ahora, siempre que lo releo, acabo en el mismo lugar y permanece la esperanza de que quizá, solo quizá, puede que exista ese otro final.
Las canciones también cambian. Las buenas canciones son ajenas a las fijaciones. No les importamos nosotros, los que escuchan, ni ellos, los que las escribieron. Para todos, en algún momento, por sorpresa, pueden convertirse en todo lo contrario.
Bette Smith, al parecer, nació en Nueva York, creció en Bed-Stuy, en el distrito de Brooklyn. Quizás por eso, cuando escapó de casa para probar suerte en la música, habiendo crecido con ella en las venas, se llamó Bette Stuy. Ahora, convertida en Bette Smith, acaba de publicar su segundo álbum. El primero, allá por 2017, ya la sacó del anonimato, con giras por Europa y algún éxito instantáneo, como aquel rockanrolero "I Found Love", demostrando que sabía hacer algo más que soul y R&B. La canción, en realidad, era de Steven Van Zandt y Maria McKee. Hace poco, sacó un single, en compañía de Jesse Johnson, con otra versión, estaba vez, del mega éxito de Maroon 5, "Memories". Ahora, en 2020, hace, como quien dice, cuatro días, acaba de sacar su segundo disco, The Good, The Bad and The Bette en el que, dado su talento para ello, también ha tenido a bien incluir una versión, y, en esta ocasión, la elección nos ha llamado la atención, y en ningún momento he tenido la intención de abusar del sufijo deverbal para tan aparente rima interna.
El décimo corte de su nuevo disco es una versión de "Don't Skip Out on Me". Y no me preguntes por qué, pero otra vez, he vuelto a creer que, algún día, leeré la novela otra vez y el final habrá cambiado.
Cuelgo una colección de vídeos, enlaces a YouTube, para ilustrar lo que he ido diciendo. Por orden: 1) el "Don't Skip Out on Me" de Bette Smith, 2) el "Don't Skip Out on Me" de Richmond Fontaine, 3) el "I Found Love" de Bette Smith, 4) el "Memories" de Bette Smith y 5) los Richmond Fontaine se volvieron a reunir, tras haberlo dejado unos años antes, para grabar una banda sonora instrumental que acompañaría a la publicación de la novela. Mi quinto enlace es el último corte de aquella banda sonora, la música que debía acompañar el final de la historia. Se titula "Back of the Pickup". En la cabina de la pickup, delante, conduce el viejo Reese.
Y la letra (por si):
Don't Skip Out on Me (Richmond Fontaine, You Can't Go Back If There's Nothing to Go Back To, 2016)
Don't skip out
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