Finale acaba de sacar finalmente su primer larga duración. Bajo el clarividente título de Visión de Futuro, se esconden más de veinte minutos de metraje, donde incluyen los dos temas que entraron en el Volumen 3 de Matado por la Muerte, "Depresión" y "Navajas," y los cuatro de su anterior trabajo, una demo que servía de presentación y que vendieron a un módico precio en casete: "Me siento ridículo", "Acelérate", "Bipolaridad" y "Es amor." El resto del repertorio grabado se completa con otros seis temas: "Vete cerdo", "Rata valenciana", "Mentiras", "No vuic ser", "Calculadora" y la primera del disco, que es, al mismo tiempo, la que han usado de adelanto y la que comparte titulación con el disco. Eso sí, lo que más podría sorprender es esto: "Visión de futuro" dura 23 segundos. El futuro es así de fugaz. Y el pasado también, porque parece que fue ayer cuando contábamos las veces que había que decir punk antes de decir kinky y así repetir a pies juntillas la etiqueta que ellos mismos proponían para definir su música en el bandcamp. Doce eran, que aún me acuerdo.
Si contamos la reseña del Matado por la Muerte, de la que aún seguimos arrepintiéndonos, y la del concierto que dieron en Sarean, Bilbao La Vieja, en plena temporada de compras navideñas, pues son dos, tres con esta ya, las veces que hemos escrito de Finale aquí, y en las tres ha pasado lo mismo, lo que estáis sufriendo ahora: frases interminablemente largas, que dan rodeos, te digo pero no te digo, te lo pongo fino para que yo quede guapo pero no sé si me explico. Y se acabó. Te lo voy a explicar ahora, a bote pronto, de sopetón: Visión de Futuro es de lo mejorcito que hay ahora en el presente, y muy cerca de lo mucho y bueno que hubo en el pasado. O eso me parece a mí, vamos. No sé si son el futuro o creen que no lo hay, me la sopla, pero el disco es, a secas, sin más vueltas ni rodeos, de lo mejor que he escuchado últimamente: fresco, original, variado, enérgico, puro y duro a la mandíbula. Voy a escribirlo por tercera y última vez: Visión de Futuro de Finale.
Descripción subjetiva al canto:
Sería fácil decir que destaca la guitarra, y es que destaca, porque ella le pone la vitola a las canciones, el tirabuzón al doble salto, el misterio a la trama, pero aquí nos gusta liarnos la cabeza a la manta. No es solo eso. Es eso, pero yo creo que no solo. Luego fíjate en el resto, por ejemplo, en la versatilidad del bajo, ya esté en primera fila, imprimiendo, a veces, un rollo oi! a lo The Business, o de fondo, nivelando el piso de la mano de una batería fina y firme. Por supuesto, en primera línea está esa voz nasal que frasea y modula a su gusto, dándole a veces un inflexión inesperada a algunas líneas, un matiz distinto a la canción completa: raciona el grito con sentido semántico. Es decir, es todo: el conjunto, en este caso grupo... y sus muchas canciones. Porque lo que, sobre todo, tiene este disco, a mi entender, es variedad y plasticidad, que las canciones no son de goma, pero cada una se estira por donde quiere, te descubre un rasgo nuevo, te sacude cuando menos lo esperas. Con un carácter más bien introspectivo y sobre la experiencia, pero sin pesadez ni ardores, las letras de estas canciones aparecen sin contexto, como al torcer una esquina, sin introducción ni conclusiones, pero manteniendo la fuerza de lo que se cuenta: con sentido del humor en ocasiones, parodiando diálogos, silbando, gritando, abrumando, conteniéndose, vacilando o poniéndose agresivos. No abusan de la rima ni de los recursos, pero los utilizan: ruidos guturales y voces paródicas, por ejemplo, en "Es amor", para quitarle peso al supuesto romanticismo. Todo eso en lo lírico, pero volvemos ahora a lo musical. Algunas canciones en esta docena tienen un toque funk, artie, casi bailable, aprovechando esa flexibilidad rítmica de la que hablaba antes. Los coros, bien aprovechados, colaboran en el relato: "Acelérate" y "Bipolar" podrían ser ejemplos de esa diversidad, tanto de composición como de espíritu. Se pasa del rock and roll (en general) al psycho punk ("Navajas") o el post-punk de instrumentos en conversación ("Rata valenciana") hasta llegar al punk más bruto en "Vete cerdo", por ejemplo, pero siempre permanece un aroma a discurso propio, a la firma firme de Finale.
Del Bowery de New York al barrio de San Ildefonso en Cornellá de Llobregat, de Minneapolis (Uranium Club) a Leeds (Gang of Four), de Guatebuena a Guatemejor, de la primera a la última canción, todo es bocato di cardinale. En directo y también aquí, en el disco, ellos mismos gritan aquello de visca la Terreta y visca L'Horta, para dejar claro que aunque salten y te hagan saltar, los pies siguen firmes sobre el sembrao. Buena velocidad, adictivo. Primo, ya no sé qué más decirte, el punto y finale, que es un chiste fácil, lo tienes que poner tú, que yo ya te he invitado, y lo vuelvo a repetir, por cuarta vez, Visión de Futuro de Finale.
Si contamos la reseña del Matado por la Muerte, de la que aún seguimos arrepintiéndonos, y la del concierto que dieron en Sarean, Bilbao La Vieja, en plena temporada de compras navideñas, pues son dos, tres con esta ya, las veces que hemos escrito de Finale aquí, y en las tres ha pasado lo mismo, lo que estáis sufriendo ahora: frases interminablemente largas, que dan rodeos, te digo pero no te digo, te lo pongo fino para que yo quede guapo pero no sé si me explico. Y se acabó. Te lo voy a explicar ahora, a bote pronto, de sopetón: Visión de Futuro es de lo mejorcito que hay ahora en el presente, y muy cerca de lo mucho y bueno que hubo en el pasado. O eso me parece a mí, vamos. No sé si son el futuro o creen que no lo hay, me la sopla, pero el disco es, a secas, sin más vueltas ni rodeos, de lo mejor que he escuchado últimamente: fresco, original, variado, enérgico, puro y duro a la mandíbula. Voy a escribirlo por tercera y última vez: Visión de Futuro de Finale.
Descripción subjetiva al canto:
Sería fácil decir que destaca la guitarra, y es que destaca, porque ella le pone la vitola a las canciones, el tirabuzón al doble salto, el misterio a la trama, pero aquí nos gusta liarnos la cabeza a la manta. No es solo eso. Es eso, pero yo creo que no solo. Luego fíjate en el resto, por ejemplo, en la versatilidad del bajo, ya esté en primera fila, imprimiendo, a veces, un rollo oi! a lo The Business, o de fondo, nivelando el piso de la mano de una batería fina y firme. Por supuesto, en primera línea está esa voz nasal que frasea y modula a su gusto, dándole a veces un inflexión inesperada a algunas líneas, un matiz distinto a la canción completa: raciona el grito con sentido semántico. Es decir, es todo: el conjunto, en este caso grupo... y sus muchas canciones. Porque lo que, sobre todo, tiene este disco, a mi entender, es variedad y plasticidad, que las canciones no son de goma, pero cada una se estira por donde quiere, te descubre un rasgo nuevo, te sacude cuando menos lo esperas. Con un carácter más bien introspectivo y sobre la experiencia, pero sin pesadez ni ardores, las letras de estas canciones aparecen sin contexto, como al torcer una esquina, sin introducción ni conclusiones, pero manteniendo la fuerza de lo que se cuenta: con sentido del humor en ocasiones, parodiando diálogos, silbando, gritando, abrumando, conteniéndose, vacilando o poniéndose agresivos. No abusan de la rima ni de los recursos, pero los utilizan: ruidos guturales y voces paródicas, por ejemplo, en "Es amor", para quitarle peso al supuesto romanticismo. Todo eso en lo lírico, pero volvemos ahora a lo musical. Algunas canciones en esta docena tienen un toque funk, artie, casi bailable, aprovechando esa flexibilidad rítmica de la que hablaba antes. Los coros, bien aprovechados, colaboran en el relato: "Acelérate" y "Bipolar" podrían ser ejemplos de esa diversidad, tanto de composición como de espíritu. Se pasa del rock and roll (en general) al psycho punk ("Navajas") o el post-punk de instrumentos en conversación ("Rata valenciana") hasta llegar al punk más bruto en "Vete cerdo", por ejemplo, pero siempre permanece un aroma a discurso propio, a la firma firme de Finale.
Del Bowery de New York al barrio de San Ildefonso en Cornellá de Llobregat, de Minneapolis (Uranium Club) a Leeds (Gang of Four), de Guatebuena a Guatemejor, de la primera a la última canción, todo es bocato di cardinale. En directo y también aquí, en el disco, ellos mismos gritan aquello de visca la Terreta y visca L'Horta, para dejar claro que aunque salten y te hagan saltar, los pies siguen firmes sobre el sembrao. Buena velocidad, adictivo. Primo, ya no sé qué más decirte, el punto y finale, que es un chiste fácil, lo tienes que poner tú, que yo ya te he invitado, y lo vuelvo a repetir, por cuarta vez, Visión de Futuro de Finale.
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