Después
de New Generation Kamikazes, Lady Infierno y Toxic Glam,
llega la cuarta entrega en formato físico de los TurboFuckers (sigo sin saber
si es así o así: Turbofuckers) que, para la ocasión, han titulado Rock’n’rollers.
Luego me explayo, que es lo mío, pero vaya por delante el detalle: esta banda
bilbaína canta en castellano. Sin embargo, es evidente la propensión que tienen
hacia el inglés: vuelve a leer los títulos de sus discos, su nombre, los de algunas canciones... No nos quedemos ahí, en la
coincidencia. Yo interpreto que el empleo de esos términos anglófonos siempre
está relacionado con lo que podría llamar una filosofía de vida, una estética y una ética que, ya sea con compromiso o con veleidad, solemos relacionar con la historia y la cultura del rock
and roll. Y definir esto último ya, si eso, para otro día. Pero ese es el suelo genético de esta banda. Y, en este disco, con seis cortes en la misma onda, se repite la tendencia, lo que me ayuda a adelantar lo que voy a concluir luego: sí, hay cambios, alguna sorpresa, pero el disco suena a Turbofuckers, con sus guiños, mitos y criterios. O TurboFuckers, lo que sea.
Rock'n'rollers ya está a la venta. Por un módico precio, te lo trucan en tus locales de alterne más
elegantes. Para celebrarlo, lo presentarán en directo el próximo sábado 2 de noviembre en el
Kafe Antzokia de Bilbao, en compañía de la veterana banda Los Roslis. El disco se
ha grabado en los Estudios Malamuerte, como viene siendo costumbre, y, por lo tanto, con Oskar Sánchez a los mandos y los
arreglos. La edición y distribución ha corrido a cargo de los madrileños Snap!! Records, que no es moco de pavo: 25 años de historia para ellos. Y poco más que
añadir antes de hablar del disco en sí. O quizás, sí. Por supuesto, los que les
conocemos, ya estábamos atentos a esta nueva salida. Había cierta expectación, aunque lleven ya tiempo tocando con la nueva formación, pero sí: salió de la banda Charly Fucker, antes a las baquetas, y ocupó su lugar Txilo; además, ya puestos a cambiar, aprovecharon y pasaron de tres a cuatro sumando con la llegada de Mike Hëll, con una segunda guitarra. Había que testarlo, por decirlo de alguna manera.
En mi opinión, esta banda ha hecho un trecho, un largo recorrido pasando del punk-rock al glam sin salirse de los
contornos de lo general, el rock and roll más guitarrero y estribillero, que sí, es una
palabra que no existe pero me la invento. Con ese camino, han conseguido instalarse en un territorio muy concreto, donde las etiquetas tienen kas y los brazos tatuajes. Se han definido, sin necesidad de certificarlo, como una banda con nervio, rápida, de sólida base rítmica, ágil en el punteo y dada a los estribillos con coro, con letras, además, combativas, que hablan
de la épica del barrio y la vida normal, más todo aquello que antes intenté definir como filosofía, estética y ética. Pues todo eso
es lo que tienes en la canción más orgánica y reconocible, la que parece tener un desarrollo más fluido y natural en este último disco: “Sonido Fucker”, así que lo dicen ellos mismos. Es como un testimonio sonoro de la banda. Está todo: los coros, los solos de guitarra, el temple de la batería, con redobles cosidos a las voces o llevando el ritmo sobre la campana del plato, punteos repentinos, intervalos instrumentales, estribillos, coros de una palabra, frenazos calculados... Desde la apertura instrumental hasta el contenido de la letra, "Sonido Fucker" parece encapsular la esencia de la banda. Sin embargo, hay algo nuevo, distinto. Y, si no lo es, hay, simplemente, algo más que ponderar. En el puente instrumental más largo, juegan a doble capa, abriendo primero la base rítmica, con el bajo de Pepe Bombs tomando la primera línea, para dejar paso, después, al empaste de las guitarras. Un pliegue añadido que emboza mucho mejor toda la canción.
Antes de llegar a ese testimonio sonoro, el disco comienza con una intro etérea, desconcertante, que sirve, sobre todo, para que la primera pieza arranque con más
sorpresa y garra. En ese primer corte, "Rock and Roll Is Dead" (¿me inventaba lo del inglés y el rock & roll?) vuelve a ser una canción eléctrica, con la energía bien encauzada en una estructura firme. Destaca el trabajo de batería, combinando platos para empezar, recurriendo al redoble sin abusar, y llevando un ritmo sólido en los parches. La letra incide en los temas que ya han desarrollado otras veces, pero tiene un toque más reflexivo, casi melancólico. “Quemando el cielo”, que la sigue, se dirige más por la parte vocal. No acaba de coger vuelo, de encontrar su ritmo. Habla de crapulismo
y romanticismo en el reducido espacio de la pareja. Quizás es lo más parecido a una balada y acaba con unos coros graves que no consiguen que acabe de levantarse. Estas dos canciones parecen evocar más lo que han hecho antes que lo que hacen ahora. Unidas a "Sonido Fucker" y a "Rock'n'rollers", el corte elegido para representar este lanzamiento, describirían con detalle el carácter musical de la banda.
“Rock’n’rollers” tiene, precisamente, lo mismo que "Quemando el cielo", a mi entender, un
ritmo compacto e insistente, pero, esta vez, más acertado. Quizás sea por la velocidad, que siempre les sienta bien. O por el riff marcado que, durante gran parte de la canción, le pone el oremus. O por el rasgueo de las guitarras para reafirmar la viveza de la canción. No lo sé, pero, a mí, me entra mejor. Dentro, Iñaki Sixx mastica las palabras primero y luego las expectora, poniéndose a huevo frases de esas que le sientan como un guante, de las que hay que cantar como si te estuvieras golpeando el pecho y tentándote el valor; reafirmación y orgullo, dentro de unas coordenadas marcadas que ya he intentado geolocalizar antes.
Las diferencias más manifiestas llegan con las dos últimas canciones. “Cuando ya no quede nada” se aleja tanto de lo que han hecho antes que casi parece que lo llevaran haciendo desde el principio. Con un toque a americana, con guitarra acústica y teclados, sí que suena a western-rock pero también a lo que se ha hecho por la margen izquierda: desde el rock and roll jarrillero hasta el punk-rock del Desertu cuando se ponían épicos y melódicos. La letra es más madura y reposada. Iñaki Sixx intenta cosas
distintas con su voz. Los punteos de la eléctrica combinados con el fraseo de la acústica y la atmósfera de los teclados alumbran un nuevo espacio de expresión para esta banda y no sé muy bien qué quiero decir con esto pero quiero decirlo. La última en el disco es una versión; la que hacen del "Heroes" de David Bowie
vía Parálisis Permanente. De hecho, la letra la firman Iñaki Sixx y Eduardo Benavente, con lo que me imagino que se apoyaron en lo que ya hicieron los madrileños para cantar en castellano la original de Bowie. Le falta algo. Lo que sí consiguieron Benavente y compañía, quienes imprimían una personalidad propia a la versión, con el bajo bien impreso y esa voz inquietante, casi susurrada. En la versión de los TurboFuckers hay voces femeninas que le dan una doblez más rica a la canción, pero no consiguen fascinar, como hacía la original o la otra versión mencionada. Sinceramente, aunque importe una mierda lo que yo diga, yo la hubiera empalado bien de "Sonido Fucker", la hubiera hecho a otra velocidad. Por eso decía que le falta algo. Y algo no dice nada, lo sé.
En líneas generales, y voy terminando, más que los cambios evidentes, las modificaciones manifiestas en esas dos canciones, yo me quedo con la convicción y la fijación de un sonido propio. A veces acertarán más, otras veces menos, pero tienen un lenguaje, una simbología y, sobre todo, un sonido reconocible y afianzado: coros, estribillos, una estructura sólida, con los instrumentos bien compaginados; letras que transitan entre los lugares comunes de la poesía más urbanita y la apelación directa. La segunda guitarra ha traído más pliegues. La nueva batería, unos matices distintos. Pero, sobre todo, tengo la sensación de que la vida les ha traído un tono nuevo, un poso más grueso. En el disco, hay un viso de madurez, un toque casi nostálgico. Se habla de mirar atrás, de crecer, de perder, de estar perdido. Igual es que se hacen mayores, pero no le veo mayor problema a eso. Como canta en una de las canciones Iñaki Sixx, también son más fuertes y ahí siguen golpeando duro.
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