Fiasco Review!!: Es lo que hay de The Daltonics







Solo un año después del homónimo The Daltonics, la banda bilbaína The Daltonics (claro, son homónimos) publica segundo trabajo. Desde la portada, te hueles, con lo que ves, si eso es posible, que van a seguir la misma línea que ya empezaron a dibujar con el anterior. Es lo que hay, se titula este de ahora. Qué más puedo añadir. No es solo el título de una de las seis canciones que incluyen dentro, si no que también parece un resumen tácito de lo que ofrecen: es lo que hay, esto somos, ni más ni menos, si nos pillas es por cojos. 

El disco contiene seis canciones de (en torno a o menos de) tres minutos que recogen, si te pones a cribar con la ceranda, las influencias más manifiestas de la banda, del punk al garaje, pasando por el rhyhtm'n'blues y el rock & roll más acelerado. Si quieres nombres... vete al registro. No te los doy ahora. Luego, cuando hable de las canciones, alguno saldrá, y si los coges todos tú mismo y los copiaspegas aquí, pues ya tienes la lista y pista. A mí me importan otras cosas, que igual no te importan a ti, pero tengo que decírtelo: si quieres disfrutar del disco y sus canciones, pon atención a lo que oyes, no te apoyes en la puerta y te quedes sin entrar a la habitación. Dentro de cada canción hay versos y estrofas que merecen atención. Entre el sentido del humor más genérico y la crítica ácida más local, van buscando la rima consonante para que reluzca su capacidad analítica para con la jaez variada de nuestra raza humana, siendo amenos e irónicos en la perspectiva y profundos en la mirada sociológica, casi antropológica, casi con lógica y todo. El sentido del humor, la ironía, el chascarrillo, el doble sentido, las referencias culturales y sociales del espectro más local son ya marca de la casa. Y hace falta. Es saludable, recomendable y mucho mejor que blandir sables a la ligera.

“Viudas de Epalza”, voy al grano y sin paños, incluso con un taco enfático de por medio, es un puto hit. Inspirados en las guitarras, que tienen un aire funk, fresco, incitador, también la batería consigue con un ritmo básico encenderte las caderas. Asentado el tono, comienza la lectura cáustica: una visión sin mordaza de cierto estrato social bilbaíno que algunos cogerán a la primera y otros aprovecharán solo de aderezo. Todo esto con un sonido nítido que deja espacio visible a todos los instrumentos, algo que se repetirá a lo largo del disco. Se oye hasta una pandereta de fondo y, si no, es entonces que la tengo yo incrustada en la cabeza; pero, sí, todo es claro y atildado. Los coros onomatopéyicos les quedan muy poperos y le dan un tono más travieso a la canción, a powerpop melódico. “Es lo que hay”, la siguiente, sazonada al punto con armónica, se resuelve, desde el punto de vista de la crítica escrita, diciendo que suenan a Dr Feelgood o, por aquello del filtro, casi que a los Stupiditos. En realidad, eso es tan de perogrullo como el título en cuestión: “She Does It Right”. No dicen exactamente lo que decían aquellos en inglés, pero hasta en el trasvase lingüístico ha quedado algo que las relaciona. La tercera es “Vinilos”, con un riff marcado por las dos guitarras y redobles para festonear las estrofas. Si quieres una opinión subjetiva, de las que no suelo hacer gala, te diré que de las seis es, a mi entender, quizás la más floja, pero esconde una joya que a mí me gana de por vida y es que, además de ese giro con retruécano y mención a la discografía de Dire Straits, ¿cómo no aplaudir hasta con las orejas si utilizan el nombre de una de nuestras bandas más adoradas y vindicadas, los Pomeray, para cerrar un verso? Eso es clase y lo demás, meramente, que diría Rosalía. Otro guiño encuentro yo, y no es tan difícil, en “AP-8”, donde, me imagino, no ocultan la aproximación a una de las bandas claves del rock de su ciudad, los MCD. Si esos iban camino a Gasteiz, estos sufren la autopista que mira hacia el este. La que todos hemos sufrido alguna vez. Ellos lo dejan por escrito y es casi imposible, seas de una u otra esquina del mapa, no esbozar una sonrisa quebrada y decir que sí con la cabeza, sobre todo cuando, por detrás, se escuchan esos coros inocentes que cantan: “Es cara, muy cara”. El sentido del humor, menos localista y más genérico, continúa en la siguiente, por supuesto, “Vienen tus cuñaos”. Un rollo más blues, donde casi se siente el tacón que se clava en la tarima, y donde se atreven con la vernácula, currándose una canción con rima asonante y folclórica, ahondando en nuestra tendencia a darle al participio mal vocalizado. Tiene un sorprendente final y eso es algo que también suelen hacer bien, cerrar las canciones con un giro inesperado, con un requiebro distinto, con un fraseo particular. Por último, vuelvo al exabrupto sin medida: “Walking Dead”, para cerrar, es otro jit; y, esta vez, me ahorro el taco y castellanizo el anglicismo. Atrapa el ritmo acelerado pero compacto que empieza la batería y ese bajo que pisa el freno para aposentar el estribillo. Una de las más inspiradas en la lírica, con una letra repleta de humor, honda y crítica en el fondo. Y bien engastada. Pone en las letras del bandcamp que la canción se cierra repitiendo 16 veces la frase clave del estribillo, pero yo las he contado y me parece que no. Que soy tonto por perder el tiempo en eso, me parece que sí. Pero da igual. Por cierto, la imagen de los muertos vivientes también la utilizaron con éxito los mismísimos The Fleshtones y los mismísisimos F.A.N.T.A. Añádelos a la lista que querías, igual que a los mismísisisimos Los Nikis, que, no sé por qué, también me apetece mencionarlos aquí y ahora.  

Me pasa una cosa, pero creo que solo enseña mis miserias: me imagino estas canciones siendo usadas para documentales de La 2 y de EITB. ¿Reportaje sobre el regreso de la fiebre del vinilo? Démosle un toque distendido a la cabecera: toma Daltonics. ¿Un capítulo de "Vascos por el mundo: Benidorm", por qué no empezar el reportaje con un plano playero y el "Walking Dead"? Qué mal estoy, pero es un síntoma. Un síntoma de que las canciones de The Daltonics, y me resisto a decir música y me ciño a lo de las canciones porque creo que hay que disfrutarlo todo, en conjunto, el producto en sí, a lo que iba, las canciones de The Daltonics enganchan. Igual depende de tu humor. Si eres un rancio, si tienes otro sentido del mismo, igual no te cala. Y, a veces, no estamos acostumbrado a que este aspecto (el sentido del humor) sea un parámetro importante con el que calcular nuestra respuesta a la música. Por lo tanto, anímate a probar este nuevo ejercicio.

Un par de cosas más, tres en realidad, y cierro:

Una, mola, y mucho, el arte de la peña de Smoke Signals Studio. Mola lo que han hecho para estos, pero también otras cosas que hicieron antes para otros y hasta las que harán. Date una vuelta por sus redes. Dos, el disco se ha grabado en Silver Recordings, estudio que capitanea Martín Guevara, y me imagino que parte de lo que hemos dicho antes sobre el sonido se sitúa en su hoja de méritos. Y, tres, último, el disco se lo dedican a Jesús Artetxe, quien fuera bajista de la banda hasta su fallecimiento reciente, así que, con tanto análisis de fondo y superficial, procedía que también tuviera hueco aquí si lo tuvo en la inspiración del disco. Cuarto, no tiene la rima del cinco, desalojo, que me tengo harto. 

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Aupa Holden! Muchas gracias por haber dedicado tiempo e interés a una escucha en profundidad del disco y por el esfuerzo y detalle en la redacción del análisis canción a canción.
Eskerrik asko por mantener vivo el mundillo del rock en Bilbo!
The Daltonics
Stupiditos ha dicho que…
Llego a este blog tan molón porque me dice un colega que nos mencionan.

Y todo cierto, mola el blog y las reviews, todo el mundo me dice que The Daltonics es una banda tremenda a la que tengo ganas de ver en directo, y pillar el disco que tiene pintaza.

Un saludo desde Stupiditos!
Pub Rock o muerte!