Charnado



Gente maja de Granada, que andaban por afuera mezclándose con el personal, en un día soleado que andaba revuelto un par de calles más abajo. Son solo dos y son dos de Copycats, una de esas bandas a reivindicar, de las que permanecen ocultas en la oscuridad del underground, si quieres llamarlo así, y por eso molan más que las demás, porque te obligan a buscar, nadie te los va a meter por los ojos, tienes que ser tú el que los abra y haga el esfuerzo. Así ha funcionado la buena música toda la vida, sea punk o funk o folk o ¿cómo es eso?, trap, da igual, lo que diga Ferrante. 

Estos eran punk. Punk rápido y sucio, sin procesar ni aliño. Bajo y batería, juegos a dos voces, las melodías como sobarte la conciencia con un estropajo. Solo eran dos, sí, y aún así, el bajista moraba por debajo del estrado. Y no paraba quieto. Ni cerraba la boca. Y abría los ojos como asustado, buscando algo, quién, qué, no sé. Parecía el Spud de Trainspotting buscando a los colegas en un concierto de Royal Blood (ninguna comparación se pretende, simplemente, me vino a la cabeza por lo de dos y sin guitarras, claro, igual que lo de Spud no es por parecido ninguno, más allá del gesto de sorpresa y demanda).

Y ya está. Se pasó volao. No conocía su disco así que no me pidas que te cuente qué tocaron. Hubo versiones, claro, me imagino, pero no me acuerdo, no te miento, y eso que no me moví de allí dentro. Lo de Ferrante, arriba, sí, venía por lo de Sharknado, de donde dicen que viene Charnado,  y, efectivamente, como se puede ver en la foto, actuaron con batería prestada, la de Putakaska, oséase, la del que regenta, a pachas, el local. No sé qué más contar. La próxima vez que los vea, que la habrá, seguro, voy con los deberes hechos, no me dejo el cerebro fuera y, lo prometo, escribo y cuento con más fundamento. Amén. 



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