Pues rockin', sí



Llegaron los Warrior Soul al pueblo y dejaron huella. Dependiendo del punto de vista, alguno igual se atrevería a decir que pasaron por la puerta de atrás, ya que llegaron en domingo, la sala no completó el aforo y hubo quien incluso ni se enteró. Sin embargo, allí estaban las cabezas y los puños, dispuestas a moverse y esgrimirse. El pelotón fue grueso, con acólitos que parecían haber venido explícitamente, y con mucha ilusión, a por su ración de rock and roll del bueno. En líneas generales, sorprendieron a los que no tenían referencias y dejaron satisfechos a los que venían con expectativas altas. O, eso, por lo menos, fue lo que se pudo pulsar por allí, en el momento, en caliente.

Son varias decenas de años las que esculpen la historia y el currículo de esta banda. Han pasado por diferentes etapas y ahora parece que reviven con formación renovada y el indestructible Kory Clarke en cabeza. Cuentan que el concierto se alargó aunque ya había terminado, pero nosotros estamos aquí para contar tan solo lo que sucedió en hora y media larga de concierto y guardarnos el resto para una mejor ocasión. Que prometieron que la habría.

Empezaron con fuerza. La banda ya arriba, dándole distorsión, antecediendo a un Kory Clarke que no se hizo de rogar pero sí reclamó su posición y estamento. Salió sin aspavientos pero con ganas ya desde el comiezo de azuzar al público y enarbolar su dedo corazón. Su voz no esconde el paso del tiempo, pero ha conseguido que el lustre le dé un carácter poderoso y estimulante. No bajó un ápice el arrojo y el brío, desde el principio hasta el final, sabiéndose anticipar a las tonalidades de cada canción. Y es que, sin meternos en puntualizaciones, la banda pasa, o así lo vimos y oímos nosotros, del metal al heavy y de ahí al rock más efervescente, el sleaze, el glam o al punk más arrollador sin que el trueque mude en nada la fuerza y la eficacia de las canciones. A veces, son capaces hasta de hacerlo todo en una. Tienen estribillos, punteos, redobles, acordes directos y puntiagudos, todo esto bien metido y apelmazado en cinco minutos de letra generalmente expuesta y nada hueca, todo convertido en energía pura de la que altera cualquier resistencia. Las dos guitarras se compenetraban y contrastaban bien, la base rítmica no bajaba el piñón, y todos hacían coros. Con el batería no pudo ni el póster de la gira, que se fue encorvando hasta que prácticamente le cayó encima. A la oreja alguien dijo Mötley Crue, por al lado Mötorhead, otros, por cambiar, que si los Guns & Roses... No sé qué más nombres y colores se oirían, pero aunque puedas emparentarles con la geografía completa del rock and roll, del frío norte al otro lado del canal de la Mancha e incluso del océano Atlántico, la verdad es que a mí me sonaron alto, fuerte y convincentes, y, sobre todo, a ellos mismos. Y te lo digo yo, desde mi posición a medio camino, porque llegué allí y me quedé como un paso más atrás, esperando a que me camelaran, sin entregarme incondicional, para tener que acabar firmando la rendición y el formulario de ingreso en la congregación guerrera. El fin de semana antes, al culpable de que yo fuera, le pedí en su bar que les pusiera bien alto, para que otro par que andaban por allí se dieran por aludidos y se animaran a venir. Cuando lo pedí, dije: "Pónles a estos algo de Soul Warrior, a ver si se enteran." El culpable de que yo fuera contestó sin darle importancia: "Warrior Soul". Me hice el sordo: "Eso". Pues eso. 

Abrieron con "American Idol", si no me confundo. Por el medio, tocaron una buena ristra de canciones que lamento no haber podido reconocer de manera individual, con lo que no puedo ahora relatar aquí el repertorio. Creo que no metería la pata si llamo "Punk & Belligerent" a la más punkarra de todas, que sonó atronadora y fornida. Ni si comento que "Love Destruction" sonó convincente, con gente repitiendo las partes más enérgicas. Cerraron, eso sí, con un bis largo y distendido que se negociaron ellos mismos en ese momento. Cayeron tres y entre ellas dos buenas canciones de los 90, "Downtown" una y sobre todo "Charlie's Out of Prison", que encendió a alguna fan en la primera fila. Esta es una canción que demuestra el talento de Clarke para la narración y la composición, por cierto. Bien podría haberla usado Charlie LeDuff como banda sonora de su libro Detroit: An American Autopsy

Más allá de lo musical, Clarke se mostró locuaz e igual de indómito que siempre, por lo que cuentan y contó él mismo. Me he perdido con el asunto de si Grecia o Dinamarca, Alicante o Inglaterra, sé que toda la peña de la banda venía de un rincón del mundo y que Clarke anda por ahí, más activo que nunca, porque parece que se proponen volver a grabar y seguir rulando. Ajeno al mundo no permanece. Durante el concierto, pedía perdón por escribir canciones con contenido político y de seguido se la traía al pairo lo que había dicho. Habló de ciudades, de su familia, de Beyoncé y de lo que le apeteció, dejando bien claro que tenía ganas de cerrar el domingo con una buena celebración. Por supuesto, hubo tiempo de hablar sobre la administración Trump, porque Clarke fue más allá de la habitual mención que últimamente hace todo (casi todo/a) norteamericano que aparece por aquí y se sube a un escenario. Él se explayó, se explicó y no se mordió la lengua. Sus canciones tienen el mismo estilo. Simplemente, fue fiel a lo que lleva proponiendo varias decenas de años, cuando canta y cuando parla entre canción y canción. Mientras tanto, seguía repitiéndonos lo mismo: "Are You Rockin'?" Y rockin' andábamos, claro. In the free world, se supone.  

Por cierto, y voy a aprovechar esto para cerrar la entrada: este fue el tercer concierto en un solo fin de semana en el Mendigo Aretoa de Barakaldo. El viernes se despidió Sumisión City Blues y les acompañaron los Tiparrakers. El sábado les tocó a Crim y a Toni Metralla y los Antibalas. Y ayer fue el turno para estos. En lo que queda de mes, entre otros, pasan por aquí los Bullet Proof Lovers, Sinciders o Kamikazes, más gente de casa o como si lo fueran como Los Retumbes, TurboFuckers o The Daltonics. Ya se han adelantado algunas otras cosas que llegarán en mayo y abril, como los madrileños Suzio 13 o los italianos Giuda. Esperemos que las nuevas leyes no nos hagan volver a los viejos tiempos porque puede que un día miremos para atrás y lamentemos todo lo que hemos perdido. Más aún cuando parece que lo bueno está por venir.



Posdata: Fotografía tomada por el culpable de que fuera y robada de su página de fb. Hay que ponerle un crowfunding o algo para comprarle píxeles a esa cámara. 

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