No entró en moto, no. La fama precedía y esperábamos ver la pericia para bajar los peldaños de El Tubo, que más de uno se ha tragado alguna vez, y me incluyo, pero no hubo ocasión, y habrá que esperar a la próxima. Se comentó, eso sí, en directo. Y el cantante de los Motorastola se excusó: "... además, tengo una resaca del copón".
La gente, entre el público, estaba inspirada ayer. Las matinales tienen lo que tienen cuando, en realidad, se convierten en prolongaciones de la nocturnidad. Si, además, se está mejor dentro que fuera, para qué quieres más. Hubo quien peregrinó descalzo, se blandieron martillos, se oyeron chascarrillos y los Motorastola se vieron obligados a improvisar una más para alargar la actuación.
No fue esa su primera versión, porque antes anunciaron una de los Black Uniforms. Por lo demás, se repasaron el disco homónimo de cuatro cortes que publicaron el año pasado. "Oteros", con mensaje social, digamos, y estribillo explícito en castellano, destacó en un repertorio donde ofrecieron lo que nos explicaron luego que hacen: metalpunk para, palabras textuales, "devolver el heavy a la clase obrera". El cantante lo dijo todo muy bien. Podría haberle grabado y hacer aquí corta y pega porque entre canción y canción dejó bien claro qué es Motorastola: futuros post-apocalípticos reflejados en versos en anglosajón que luego decoran con velocidad, distorsión y fuerza bruta. Se ve el punk y sobre todo el metal en un power trío que no hace concesiones, braman las canciones a lo Motörhead (acerté con la diéresis, ¿verdad?, que siempre me cuelo) y demuestran desparpajo y cercanía.
"Lo que sí hacemos bien es dar por saco", dijeron. No lo sé, yo me lo pasé bien, antes y después, pero también mediante. Y eso que, a menudo, como en la foto, me quedaba mirando al ventilador del techo esperando a que el señor Rockatansky apareciera por la puerta. Ni él ni Montizano. Otra vez será.
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