Abajo explico de dónde he sacado esta foto. |
Me fijé en una cosa, igual se enfada si lo digo, pero yo lo suelto. De vez en cuando, miraba a la derecha y me encontraba a David en la barra, asintiendo con el cuello al ritmo de los Detroit. Y, tío, sacude la cabeza igual que le pega con las baquetas. Tiene el ritmo en el cuello.
A parte de eso, se vio gente nueva en el Tubo. No sé si venían desde las Encartaciones o desde Michigan, pero aparentemente lo hacían con la única intención de ver en directo a Detroit, una banda de Aranguren, en formato power trío, que acaba de publicar un EP, Pirotecnia, que contiene cinco cortes entre la caña y la melodía que les sirven de hoja de presentación. No son nuevos, sin embargo, y arrastran currículo.
En el Tubo sonaron algo distinto a lo que suenan en el disco: más sucios y vigorosos, que no es algo bueno ni malo, simplemente, distinto. Hicieron un pase corto (acaban de empezar con este proyecto) y hasta les costó decidirse para el bis. Desde donde yo estaban, sonaron un pelín planos, pero contundentes. Tienen varias cosas a su favor: el juego a las dos voces, unos ribetes en la guitarra que suenan originales, y actitud, por ejemplo. Se les puede ceñir dentro del género de power trío con distorsión y fuerza, pero tienen querencia por las melodías, y poco reparo a visitar las fronteras entre el pop (power-pop, si quieres) y el rock de tralla. En las redes sociales deslizan algunas influencias, y sí que suenan a cosas como New Found Glory o Alkaline Trio, pero también a cosas más recientes y en castellano como Dinero o incluso, aunque no compartan idioma, me recordaron a los Willis Drummond. En el disco, que no en el directo, hasta se me ocurrió aludir a los Smashing Pumpkins, pero sobre el escenario, a veces, recordaban más a unos Berri Txarrak (y no lo digo por lo de tres y tres, que es recurrente) con más afecto por las melodías. No lo sé, ya he dicho muchas veces que lo de sacar parecidos no se me da muy bien, pero yo sigo intentándolo.
La verdad, que siempre va por delante, es que en el directo nos fijamos más en la música, los contrastes vocales, los galletazos a las cajas que le pegaba el batera, quedando siempre en alto con las baquetas cruzadas, y cosas así, pero, en el disco, se nos va muchas veces la atención a unas letras que parecen buscar (y a veces encuentran) un nivel de exigencia mayor que en la media. Recurren mucho a la fraseología, riman cosas difíciles como "conceptual" y "artificial", pero en la misma canción, se dejan llevar por otras más manidas como "acción" y "corazón". Sin embargo, destacan en un par de cosas: los temas de ambición digamos intelectual o reflexiva y la exactitud de sílabas en cada verso. Las frases encajan a la perfección en las estrofas cantadas, y eso es bueno, porque no siempre se consigue. En alguna, son capaces de reducir el ámbito de la canción a unas pocas líneas que repiten sin dejar claro la diferencia entre estribillo y estrofa. Eso también me gusta. Creo que su mejor acierto en la parte lírica es "Tiempo de cambiar" donde la línea "porque todo está en mi puta cabeza" entra con persuasión y resuelve el resto de la letra. Si tiran por ahí, acertarán, creo yo, que, de vez en cuando, hasta me trago lo que me dicen de bueno sobre cómo escribo aquí.
Nosotros hemos tardado en contarlo, lo reconozco, que esto fue el viernes pasado y ya no queda fresco. También reconozco que me costó entrar en el concierto, pero auguro, por compensar, que a estos tíos, si siguen por donde van, no les costará sacar material más convincente aún y que llegue a mucha más gente. Se me dan peor los vaticinios que los parecidos, pero qué demonios, otros creen en los horóscopos, así que, qué más da.
Posdata: Lamento que no tuviera tiempo para meter la mano en el bolsillo, sacar el móvil y tirar una foto. Ya se sabe que soy bastante manco para eso. Les cojo la foto prestada a ellos mismos, del Facebook. Si les parece mal, no tardaré nada en retirarla y poner otra cosa.
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