Fiasco Review!: Motortape de Motorsex



Años ya a su puta bola. Publicando singles cuando les place, autoeditándose, distribuyéndolos en copyleft y regalando punk del bueno sin esperar nada a cambio. Seguro que has oído el nombre por ahí: Motorsex. Ahora se han sacado de la manga una cinta de cassette, igual que antes se sacaron de otro sitio un plátano usb que invitaban a meterse donde cupiera. La cinta ha caído en nuestras manos, obligándonos a rescatar la pletina, produciéndonos micro-orgasmos solo de escuchar ese chisporreteo del ferro-cromo que tanto echábamos de menos y parecíamos no saberlo. Solo por eso, ya merecían un hueco en este espacio de dudosa reputación. Pero es que, además, el expediente y bagaje de esta banda reclama desde hace tiempo, a base de guitarrazos y alaridos, que se reconozca su trayectoria y su vigencia. Porque eso es lo mejor de todo. Aunque todos los cortes de esta cinta magnética ya hubieran sido públicados antes de manera virtual, se disfrutan como si fueran nuevos: frescos, inmediatos, intensos y rápidos. Todo el repertorio tiene la urgencia y franqueza que siempre le hemos pedido a la música.

Motortape contiene seis canciones. En la cara A (joder, es que me regocijo solo de escribirlo), han grabado "Abandonen España", "¡Vete!" y "Be Wrong". En la cara B (me refocilo aún más), "Catholic Pain", "Civilian War" y "Odio". La primera y la última, "Abandonen España" y "Odio", ya aparecían en Single IX, que grabaron, donde siempre, en The Rockstudios de Carlos Creator, en 2017. "Be Wrong" ya venía en el Single IV (2008) y "¡Vete!" en el siguiente no, el siguiente, Single VI (2009). Las dos últimas, "Civilian War" y "Catholic Pain", las grabaron y colgaron en internet con ocasión de su Single VIII (2012). Por lo tanto, lo único que han hecho es regalarnos un objeto, un soporte físico con el que aprovechar lo que antes ya pudimos disfrutar haciendo clic. Ahora igual oyes clac, cuando pulsas la tecla de play. De todas formas, al mismo tiempo, nos han regalado algo más: un viaje. No un viaje en el tiempo, por aquello de volver atrás, que sería lo más fácil de decir. Es más bien un viaje en el espacio, pero en el espacio más íntimo: hacia el fondo de nuestras entrañas, donde se encuentra lo auténtico e incorrupto. ¿Me he puesto bruto? Puede, pero ahora lo limo y pulo.

Las dos más recientes, "Abandonen España" y "Odio" cuentan con la colaboración de Iñaki Urbizu, "Pela", vocalista de Sumisión City Blues, quien grabó las voces y aportó las letras, al parecer. Las dos se alejan en cierta manera del estilo más puro de Motorsex, pero sin abandonarlo ni traicionarlo. Mantienen elementos naturales de Motorsex: la distorsión, intensidad, rapidez y agresividad de la ejecución, pero se nota mucho el matiz que le imprime Pela, capaz de llevar las canciones a un territorio muy expresivo y contundente. "Abandonen España" se abre con la suciedad enriquecida de las guitarras distorsionadas y un bajo en el fondo que retumba con significación durante toda la canción. Al final de la misma, se produce un estallido instrumental como colofón. Los instrumentos parecen terminar el cuadro que Pela ha ido cantando y pintando a bocanadas y brochazos durante toda la canción. La batería evoca a las masas en huída, el bajo suena al eco de edificios derrumbándose y las guitarras resuenan como artillería letal. Es una canción apocalíptica, una distopia que cuenta la historia extremada de nuestra realidad actual. La voz de Pela amplificada, hundida en un turbador megáfono, se realza con los coros que entran de golpe y con rabia. Frases ásperas, guitarras afiladas, toda la canción tiene una resonancia enigmática. También porque juegan con la contradicción, con los puntos de vista: "No hay privilegios para todos", canta Pela mientras eterniza verbos como hundir y sufrir en las melodías. Una canción efectiva, igual que lo es la otra que mencionábamos, "Odio", aunque con una tonalidad distinta. Aquí la batería es más grave, con frenazos y subidas que aúpan las guitarras. Pela apostrofa contra la rutina y el amodorramiento. Parece un Allen Ginsberg del siglo XXI y la margen izquierda del Zadorra o del Nervión, con el mismo nervio poético para inventar imágenes concretas que vislumbran la realidad desde un ángulo revelador, ese silbido en la estación que encaja a la perfección, como toda la letra, en unas melodías elevadas por la velocidad sin freno que propone la base rítmica. Cuando la voz se apaga, entran las guitarras para despejar la conciencia y se grita el estribillo con un empuje y entonación que a mí me ha recordado a los Porco Bravo más desatados y ceñofruncidos.

En el resto de los cortes, los Motorsex se pasan al inglés, excepto en "¡Vete!", dos minutos clavados de ritmo 77, con punteos y guitarras wah-wah. El grito de guerra, un verbo imperativo corto y a la yugular, se repite y postula desde el principio y hasta que termina en otra ración de demencia instrumental. Hay un leve silencio cuando se termina. Y después, se le oye decir a alguien "que le den por culo". Las canciones en inglés son "Be Wrong", "Catholic Pain" y "Civilian War". La primera se abre con un redoble de malabares y entran guitarras a lo Motörhead (no voy a explicar lo del nombre compuesto, que ya lo sabe todo el mundo, aunque mencionaré luego a la otra mitad de la ecuación). Un ritmo trepidante y coros con mucho grosor. Tiene aire de pubpunk con toques hardcore, algo así como pintas de cerveza de dos en dos mientras te desgañitas con tus colegas tarareando una canción repleta de tappings y doble bombo. La letra habla de majaretas que se creen mejor que nadie mientras abraza el error si es que los que piensan que nos equivocamos se creen mejor que nadie. "Catholic Pain" es Motorsex en estado puro: partes vocales en collage, contenido explícito, ecos de los Sex Pistols (ya está, lo dije) y hasta de los Siniestro Total (qué quieres, yo lo oigo ahí, no sé dónde). Es hasta bailable, como un Marc Bolan con mohicana e imperdibles en la solapa. Molan las oscilaciones en la canción, el juego entre los tonos y las sugestiones, parece punksoul por momentos, y se purga en un único grito final. "Civilian War" podrían haberla tocado los Dead Boys, creo, aunque, como ya he dicho muchas veces, me vence hasta mi vecina la que adora a Remedios Amaya en esto de jugar a los parecidos y las influencias. Tiene un estribillo para patear, saltar, zarandear, apoyado en una batería que había explotado al principio de la canción para renacer y asaltar los versos y los coros. Habla de eso, de la guerra. Los Motorsex no hablan de amor porque para qué, pero tampoco escriben canciones panfletarias porque para qué, pero ahí tienes pan si tienes hambre y no quieres que te llamen tonto. Hay cinismo a veces, agudeza. Otras veces son directas, pero siempre son imprudentes y elocuentes.

A Zeke y a Tiparrakers. A Rage Against the Machine. A los Sleaford Mods aunque no se parezcan en absolutamente nada. ¿A todo eso te suenan? Yo qué sé, es que ha sido mencionar a mi vecina y sus mañanas de domingo dándole a la canción ligera y el flamenco y me he venido arriba, tan arriba, que he creído que podía volar. ¡Zas! Ostión contra el suelo. En mi cabeza, suena un didgeridoo acompañado por percusión. No, espera, no es el golpe, ni la conciencia, es lo que queda escondido en la cinta si continuas por la broza del cromo. Así se cierra esta Motortape que no hace justicia a lo que llevan haciendo estos tíos desde el 2003, como tampoco lo hace esta entrada, porque para eso se necesitaría más tiempo, espacio, memoria y capacidad de la que tiene el que ha perpetrado estos cinco párrafos. Pero también aquí hacemos las cosas a nuestra bola, así que lo dejamos así, sin revisar, sin repasar, sin corregir, sin contrastar, sin conocimiento ni remordimientos. Voy otra vez a por el loro que ya tengo mono y la vida es un puto zoo.


Comentarios