Si os parece, vamos a centrarnos en el disco. Ya tenéis la foto arriba: son seis. Contad. O volved a leer lo que dijimos hace poco, cuando les vimos en directo: a veces, son cinco. Si queréis averiguar de dónde vienen y a dónde van, tenéis entrevistas por la red, algunas recientes, que os hablarán de los discos que grabaron antes, de las bandas donde tocaron, de los últimos cambios de membresía y hasta de transfuguismo lingüístico. Nosotros nos vamos a centrar en el disco, cuyo título también podéis ver en la imagen, esquina superior derecha: Corte fino. Justo al lado, a la izquierda, aparece el nombre de la banda, que no lo había dicho aún: Northagirres. Se ha perdido el "The", que sí aparecía en sus anteriores discos, y ha aparecido otra cosa: un pequeño icono en la esquina inferior derecha. Es el sello que distingue a Folc Records, la discográfica astur-madrileña por la que han fichado los de Urretxu para publicar su último disco. Queda una cosa más que conviene contar antes de empezar y de cuya existencia no aparece rastro alguno en esa portada: la grabación del disco ha corrido a cargo de Hendrik Röver en los estudios Guitar Town. Dicho todo esto, y puesto en cursiva el título del disco y en negrita el de la banda, anda que no se ha alargado la cosa, pasemos a lo que nos apetece, que es hablar de canciones, y no hacer lo mismo que ya hacen los profesionales.
Desde el primer riff en "La Vez", luminoso y penetrante, ya no hay vuelta atrás; si te subes a ese tren, ya eres de los suyos, y acudas o no acudas, tengas plan o no, te has convertido en uno de los suyos. Entre los Burning, los DelTonos y Dan Baird, por recurrir a cosas fáciles, da igual a que te recuerden porque el entramado de guitarras, la voz enfilada y desafiante, los teclados y la base rítmica inflamada crean una red invisible que te atrapa sin remisión. Es un puto hit, vamos a dejarnos de chorradas, que ellos en sus letras tampoco pierden el tiempo haciendo filosofía de altos vuelos, sea lo que sea eso, pero creo que se me entiende, y se entiende que lo digo como un elogio. Si no, vamos a otra, de título transparente, "Anoche vendí mi coche" y con rima sólida desde la línea del titular. Guitarras en estéreo, el teclado repujando, va subiendo el ritmo como si arrancara el coche que han vendido y la road movie se hiciera a pata. Iñigo Agirrebalzategi te canta de cara y sin dobleces. No hay trampa ni cartón, ni llantas ni nada que empeñar. No te empeñes y déjate despeñar entre solos y punteos porque llega "Norte y sur", con instrumentación y letras más épicas y apasionadas, de esas que se cantan a grito mudo en soledad, mientras te abrochas la bragueta frente al espejo del baño del bar y te das cuenta de qué bonita es tu mediocridad. Con "Cuéntales" me voy a atar las manos que destrozo el teclado, porque podría estar tecleando hasta que me censuraran por pesado. Solo diré que es una canción de letra inspirada, visual y cinemática, que usa la rima con propiedad y que recuerda a la música que hacen desde Tucsón a Oregón bandas que llevan tiempo hablando de gente corriente con música genuina y tesón. Yo también rimo, aunque peor, y esa canción me parece el mejor ejemplo para convencerse de la madurez de esta banda, de su acierto al abrazar el castellano, voy a decirlo, por qué no, y, en algo más general, lo importante que son las cosas simples, en este caso, las canciones. Simplemente, buenas canciones. Ya está. Por no alargarnos más ni destrozar vuestras escuchas, diremos que "Lo pactado" y "Boca rota" siguen la misma línea, con guitarras bien entrelazadas y con personalidad, los teclados en el momento oportuno, bajo y batería con músculo, y una voz rotunda y carismática que engrandece los estribillos y eleva unas letras de aliento pesado, tufo a garito, humo de tabaco, aguardiente entre los dientes y una conciencia sacudida sin pretensiones pero con buen criterio.
Si os parece, lo vamos a decir ya y sin más subterfugios: un pedazo de disco cuyo único pero es que seis parecen pocas. Northagirres están en el camino de perpetuar aquella misión que empezaron los DelTonos y magnificar la música de raíces americanas con personalidad propia, otras herencias y vicios, y, sobre todo, en lengua castellana. Creo que hubiera funcionado igual de bien en inglés, euskera o esperanto, pero es cierto que sorprende y agrada encontrarse con versos que no chirrían, no abusan de lugares comunes y riman en asonante o consonante pero sin recurrir a lo manido. No me importa que me saquen cantares si os digo que son la banda a seguir y parecen tener un futuro aún mucho más halagüeño y prometedor que su pasado, del que no andan cortos ni flojos. Si alguien se lo pregunta, no. Nunca me han invitado ni a un chupito, animándome a que contara esto, y, sí, ahora que ya lo he hecho, no lo voy a aceptar que uno tiene dignidad y muy poco estómago para los licores. Pero, joder, hacedme caso aunque solo sea una vez y disfrutar la finura de estos seis cortes.
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