Dos por dos dos




El miércoles pasado hubo jaleo en El Tubo y pudimos participarlo, verbo mal utilizado, pero se entiende mejor lo que quiero decir. No fuimos los únicos, por supuesto: no hubo mala entrada para tratarse de jornada laborable en el ecuador de la semana. Era, además, doble el recital. Todo en múltiplos de dos, como el compás del rock and roll, porque eso fue lo que tuvimos,  rock and roll rápido y puro, ejecutado, además, por dos bandas que, precisamente, se conformaban en dúos. 

Abrieron los del pueblo. O cercanías, da lo mismo. Sweaty Lovers presentan, al frente, un guitarrista con camiseta de Grand Matter que solo se mostraba algo nervioso cuando dejaba el instrumento y las voces y charlaba con el público: reconoció que tocar en El Tubo es especial, que siempre parece una primera vez. Detrás, completaba el grupo una baterista que también vocea en el micrófono. Se curraron un repertorio rápido y sin afeites, en el que se repasaron su reciente Aliens Rosas, más alguna que no entró en la grabación final, como “Apestoxic”, creo, y las recurrentes versiones, donde destacó, para cerrar concierto, el “Haz un gesto por la paz” de Obligaciones del Estado. Les falta algo: apelmazar, que las voces no queden tapadas, que empasten mejor los dos instrumentos, pero hay algo: chispa, frescura. El guitarrista roza las cuerdas hacia arriba, la baterista despeña los intervalos, tienen canciones para prometer mayor recorrido, con lozanía y compromiso. Lo dicho: hay algo, y funciona ya, pero dejan la sensación de que habrá más, podría haber más. Todo llegará, apuesto. 


Cerraron los que venían de más lejos, de Francia, en concreto, de Rennes, de la Bretaña, que si dibujas una línea recta hacia el norte desde El Tubo, igual hasta llegas sin torcerte: Black Boys on Moped. Estos ya llevan más recorrido y se les notó. Bien engarzados y engrasados, todo sonaba en su sitio, pulido y frenético. No les hacen falta más instrumentos ni compañeros porque lo que tienen lo agotan con espontaneidad y sin requiebros. El batería le atizaba a uno de esos platillos zildjian de muchas pulgadas, no me preguntes cuántas, de reojo, mientras con el otro brazo labraba un campo de minas sobre el resto del instrumento. Vaya forma de pegarle, mientras escoraba la cabeza hacia un lado, que parecía que le iba a dar un ictus. Acabó sentado en la esquina, en el suelo, riéndose de su compañero mientras éste cantaba a capela el "Can't Help Falling in Love" de Elvis Presley. Pero aún le quedaba energía para la apoteosis, momento que llegaría al final, cuando le atizó tanto a los parches que acabó por rajarlos, lo que aprovechó para agarrar la caja y terminar con ella de sombrero. Su compañero se dedicaba a una guitarra que tocaba bien subida sobre el pecho, mientras repartía energía vocal, con un vibrato hundido que bruñe aún mejor sus impresionantes alaridos. Visto de perfil parecía un vatihorímetro a punto de estallar. En un momento le preguntó al público: “Do you fucking love punk rock?” Y cuando le contestaron que sí, murmuró con sorna: “This song is not for you then”. Y sí lo era. No sé decirte con quién compararlos: Jay Reatard? Los Dogs? Black Box Revelation? Los otros: Black Keys? Black is Black, me da igual, no sé a qué se les puede comparar, pero menos aún sé si se los podría medir mejor con un sismógrafo. 

Tampoco sé si el nombre les viene de la comprometida canción de Sinéad O'Connor o no. Ay, Margaret, qué juego diste. No lo sé. Pero lo que sé es que gustó. Gustaron las dos bandas. Porque lo que buscamos, aunque no lo encontremos, es eso: lo que no se puede enfrascar, comercializar ni, y esto me alivia, joder con una mala crónica (mala por mal escrita). Porque, y cierro con el lamento, esto pasó el miércoles, y es la madrugada de domingo, pero no encontré el tiempo de decirlo ni contarlo antes, y mañana es lunes, con lo que se avecina una nueva semana repleta de mierda para empantanarla, así que era hoy o nunca. Y así no se escribe: ni retrasándose tanto que ya casi ni te acuerdas de lo que escuchaste ni entiendes la letra de lo que apuntaste; ni haciéndolo a la desesperada porque mañana acaba el plazo. Menos aún con dos bandas que sonaron tan inmediatas, frescas y espontáneas que merecían haber tenido un repaso igual de inmediato, fresco y espontáneo. 


Para ponerle la guinda a nuestro desatino, le vamos a robar la fotografía a alguien, no sé a quién, pero la compartieron los Black Boys on Moped en su facebook y nos hemos atrevido a tomarla prestada. Damos las gracias y pedimos perdón. La retiraremos si el autor lo cree conveniente. 

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