Dispara ha sido "Un bonito regalo." Esa canción, creo, revela muy bien lo que vas a encontrarte en el disco de Banda Magnética: cierto aire clásico pero con tonalidades atípicas, si te ciñes al canon, vamos. Y esto sucede tanto en la melodía como en la instrumentación, pero, sobre todo, en la arquitectura de las canciones, donde, en los detalles, vas descubriendo matices sugestivos. La canción se sustenta sobre unos cimientos muy sólidos, un patrón bien perfilado, con un riff robusto, los platillos afanados en rematarlo y una parte melódica como en cuesta abajo, al estilo de los primeros y oscuros Stooges, pero con más luminosidad.
Hay más, espera.
Solo he hablado de una canción. ¿Quieres algo más general? Banda Magnética se podrían definir resumiéndolo en algo así: una banda de guitarras con canciones de letras voluptuosas. Pero a mí las definiciones nunca me han gustado. De pequeño me regalaron el diccionario Espasa y, cada vez que buscaba una palabra, se me ocurrían más preguntas sobre la respuesta que me daba la entrada. Ahora me pasa lo mismo con todo.
En este caso, resumirlo como lo hice es engañoso e imprudente. En Dispara, las canciones, en lineas generales, tienen una estructura más compleja de lo que aparentan, con requiebros y tonalidades que atesoran el resultado final. Se presentan repletas de punteos pero no cargan, no hinchan las canciones. Las letras sí, es verdad, tienen un aire más convencional, tirando a lo carnoso y erótico, un tema bastante recurrente en el rock & roll, pero que se ajusta con precisión, precisamente, a la música que proponen los Banda Magnética.
Pues eso: hay que puntualizar las cosas. Y más aún con esta banda que, sí, es magnética, pero también embaucadora, en el doble sentido de que hechizan y te engañan porque te obligan a estar atento para percibir bien toda la sustancia de la canción y no quedarte en lo superficial.
Canciones como "Dispara a mi corazón", "Te buscaré", "Mátame de amor", "Tu calor" o "La próxima curva" tienden más a lo que entendemos como Rock & Roll clásico, con sensualidad en algunas letras, punteos, coros, riffs sólidos que hacen de columna vertebral y sección rítmica contundente que ascienden y/o mantienen el suspense. Sin embargo, todas tienen matices. En alguna, es un ritmo marcial; en otra, guitarras con resonancia; la batería se saca un ritmo bailable; aparecen atajos para la melodía a través de los riffs; o se aprecia esa tolvanera eléctrica del rock and roll más turbio, rollo Detroit. "Sangre y Rock & Roll" gritan en "Tu calor", donde cantan, con ese aire a rockanrol de caderas que se contornean y barbilla bien alta, sobre la rutina y el amor más físico.
De todas formas, tienen otras canciones en este álbum donde se ve más claro cómo mezclan esos patrones clásicos con un espíritu más innovador. Personalmente, "Micky mouse" me parece una joya; una canción traviesa, que juega con los ritmos y los fraseos. Múltiples cambios y contrastes en una canción hipnótica que pasa del punk-rock al punk-rock bailable rollo mola en la Pitchfork. Podría ser un radiohit si en lugar de Salas de la Bureba (creo que son de allí) fueran de algún barrio del extrarradio londinense o algo así. "Ya no me ves" se acompaña de violín para darle un toque épico a una canción espesa, pesada, que suena, por ejemplo, a unos Nudozurdo sin paños calientes, a unos Willis Drummond con menos fondo. "Empiezas a arder" también tiene un toque distinto, más refulgente. Destaca una guitarra nerviosa, incapaz de descansar en toda la canción, y que parece jugar al gato y el ratón con un bajo mucho más robusto y macizo, pero siempre en primer plano. "¿Soy feliz?" sería otro ejemplo. Se abre con una guitarra sucia, que atrapa, pero la batería le gana la partida, con cierto aire funk y mucho platillo; rock desafiante y provocador, con un agujero inquietante en el medio que le da aún más jugo a la canción: "Juego a jugar, juego a vivir, juego a morir, juego a saber si soy feliz"; psicodelia de las Caderechas. En "Alguien me ha robado", me recuerdan a las melodías de los Lie Detectors pero con menos comedia. Y "No me apagues la luz" es una de esas canciones que hay que cantar, con guitarras inquietas y un regustillo a los Kortatu o a los primeros Negu Gorriak que parecen invitar a ponerle el brazo por encima del hombro al colega y dejarte llevar. "Quiero volar", por último, no sé si juzgarla por lo que se oye en el disco o por un video que hay por ahí, en internet, donde la canción se titula "Quiero volar contigo" y que tiene un toque más a post-punk bailable a lo Josef K y cosas así. Eso me hace pensar que hay que ver cómo se trasladan estas canciones al directo, cosa que aún no he hecho, porque igual suenan aún más originales y particulares.
Iba a poner "en resumen" y terminar como se deben terminar estas cosas, con una conclusión, redundante quizás, pero terminante. Siempre: introducción, nudo y desenlace. Pero paso. Ya lo he dicho todo. Y he dicho demasiado. Ahora que lo releo, ni entiendo algunas de las cosas que quiero decir, pero lo que sí entiendo que quiero es volver a escuchar el disco, sin la presión de venir luego aquí, así que, termino, me piro, pincho y vosotros veréis.
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