Un puto final apoteósico y un comienzo abrumador. Todo espíritu y físico. Hay dos formas, una evidente y otra que lo es menos de entender hasta donde han llegado los Wizards: a la quema blasfema de todas las fronteras, las tangibles y las emocionales. Una forma, la que puedes tocar y te toca, es su frontman, Ian Mason, que es incapaz de permanecer alejado, encumbrado en el escenario. Desde el primer alarido, se lanza a la vinculación, a la conexión, a buscar una intimidad cierta y somática con el público. La segunda forma la deforma su música, que trasciende los renglones torcidos del ángel caído para convertirse en voces en el confín. No hay género, genera energía, es la música destilada en electricidad, en potencia. Por eso cuando él mira al infinito con los brazos extendidos en una eterna búsqueda que ninguno allí parecía poder resolver, la música desde atrás le sostiene, le mantiene, le retiene. Y, al mismo tiempo, le eleva, iza, levita. Tiene que ser atronador y visionario estar ahí dentro en ese momento. Tienes que verlo.
Over our heads, stars are shining on, cosmogenesis, creating life from within
Aún repican. Aún se repiten.
En "Stardust", sublime y reveladora, justo en la rampa final hacia la gloria, te explican cómo todos venimos del polvo, pero del polvo de las estrellas, de la roca de la montaña y del caos primordial, del misterio infinito que no podemos alcanzar. Ahí es donde residen ahora los Wizards, en un espacio etéreo y liminal que consigue confraternizar con el extranjero y el contiguo, con el cuerpo y el alma, con la luz y la oscuridad.
Mi cabeza cobija voces. En cuarenta años, aún no he conseguido domarlas. Estoy con gente y convivo, pero ellas viven dentro. Yo las escucho, pero vosotros no. Cuando terminaron, me dediqué a vivir, a relacionarme, a reír y sí, hasta a bailar. Pero por dentro estaba pensando cómo escribir esta entrada, qué decir y cómo decirlo. No quería sonar pedante, no quería excederme, quería decir las cosas claras y bien. Pero me ha salido espeso, retorcido. Ahora, la claridad: los Wizards se salieron, porque lo tienen todo. Canciones y ejecución. Brío y sutileza. Rock en vena. Se flexionaban cuellos hasta la contorsión. Se subió Manu Porco Bravo a cantar el "Search & Destroy" y se despidieron con Danzig. Glorificaron el nombre de nuestro pueblo. Hipnotizaron a la peña a base de un ritmo trepanador. El guitarrista de la camiseta de Dead Moon, los dedos sobre la Rickenbacker, los ojos de Ian Mason. Viajar al pasado con "Welcome to the Future". Un momento y la eternidad.
Tenía media hora, 500 palabras y el 19% de batería para escribir todo esto. No es lo que quería, pero tampoco sé qué buscaba. Eso me pasó ayer en el concierto de The Wizards: lo encontré, pero no sé qué es lo que encontré. Aún lo tengo, eso sí, lo siento, en la piel y en las vísceras.
Banda: The Wizards
Escenario: Bar El Cuervo
Día: Viernes, 21 de Julio de 2017.
Número de palabras: 500
Fotografía: Isa
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