Tengo el oído derecho como la cavidad de una concha de
gastrópodo. Si te acercas, no es que escuches el océano, es que viajas hasta la
zona oeste del cabo de Hornos en un día de fuertes vientos. Son las
consecuencias de ver en directo a los Putakaska desde primera fila, aunque
escorado, cerca del equipo de sonido. Igual que también es consecuencia del
concierto que la camisa que llevaba puesta vaya probablemente a la basura.
Porque fue así: ellos estuvieron inspirados y fogosos arriba pero, abajo, la
peña no les fue a rebufo.
Como ya me puse moñas con Los Roñas al concierto de los
Putakaska entré a flor de piel, como se dice, creo, en Román paladino. En la
pared se leía ya la lista de canciones y te entraban aún más las ganas de que
empezaran. Y empezaron a fuego con “Mil demonios” para cerrar el primer tercio
del concierto con “Sé tú mismo” y “Vives” del histórico Vivo vacilando que dio paso a “Verano’86” de su último disco, Pegarles Fuego, canción que tuvieron que
recuperar al final para el segundo bis, y que se ha convertido ya en un himno,
igual que lo fue en su momento “Barakaldo” que, por supuesto, también tocaron.
Versionearon a GBH, recordaron al matadero, corrimos con Johnny, tuvimos traca
final con violencia y, por el medio, otras como “Pegarles fuego”, la súbita “Caballo
de Troya” o todas las que recuperaron del Todo
es mentira, con especial atención a un “Kema la T.V.” que cuando yo era un
imberbe adolescente la kemaba en el kasete e imitaba los coros con mi voz sin
madurar. Un repertorio de quilates para un concierto de pilates, porque haces
ejercicio (senti) mental y también físico. Un concierto, en resumen, de los que
sudas y perduran, de los que han convertido por derecho propio a los Putakaska
en sinónimo de Barakaldo. De los que hacen comunidad, que yo hasta le besé en
la frente a Senén en un arrebato de concordia y entusiasmo.
Hoy en día, si quieres saber qué es el punk, puedes leer
libros y hasta hacer cursos en algunas universidades norteamericanas, pero,
hazlo más fácil y divertido: vete a un concierto de Putakaska y abre los oídos.
Fíjate en los metódicos coros, el bajo en primer plano, los baquetazos al tajo
y los estribillos más afilados que las armas de los guerreros de Xian. Olivas
canta, tú escuchas, y en tu cerebro se produce una pequeña descarga que, aunque
no quieras, te despertará la conciencia. Eso es el punk y eso significó en
Barakaldo hace treinta años y lo sigue significando ahora mismo. No había más
que darte la vuelta ayer en El Cuervo para verlo: la excitación era la misma en
el escenario que en el suelo. No había división ni fronteras. Ni de espacio ni
de tiempo.
Banda: Putakaska
Escenario: Bar El Cuervo
Día: Martes, 18 de Julio de 2017
Número de palabras: 475
Fotografía: Brutus
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