Creo que fue un
concierto distinto, especial. Si algún día alguien escribe un libro de memorias
sobre El Tubo, en el capítulo dedicado a los directos, seguro que habrá espacio
para este concierto. Y es que vino gente desde Madrid, se presentaron para la
ocasión varios colegas de profesión, muchas chicas, distintas generaciones… y,
sobre todo, en general, fue el de ayer un Tubo petado y parecía que se intuía
un concierto distinto, especial. De esos en los que sudas y te la suda todo lo
demás. Así fue.
A los Macarrones se
les vio un poco nerviosos al principio: enredados entre cables, bajos en el
sonido y un poco quietos, pero se fueron soltando poco a poco para acabar
desatados. Al bajista le lamieron los pezones, al guitarrista le asaltaron el
micrófono y a todos se nos quedó corto un concierto que, en realidad, fue largo.
Se veía y se oía
distinto dependiendo de donde estuvieras. Mejor detrás, que había más sitio,
buena compañía y llegaban mejor las voces y las guitarras. Delante, solo se oía
batería, pero, aún y así, la primera fila mantenía la línea como si aquello
fuera el asedio de Orleáns. El bajista, al ras de la peña, llevaba la voz
cantante mientras los guitarristas se repartían roles: uno hablaba y el otro se
movía por encima de los bafles que parecía que estaba haciendo parkour. Detrás,
el batería, metía las ostias a los parches con tanto empaque que desde lejos
dolía solo verlo.
Macarrones
confirmaron que tienen canciones tan espesas como el aire de El Tubo en estas
ocasiones, perfectas para arrebatarte la congoja y la indolencia a baquetazos.
Las fueron sacando todas, una detrás de otra, acompañadas de un buen puñado de
versiones, desde la ya conocida de Cindy Lauper, hasta un popurrí en el que
entraron Las Ronettes, creo, y no sé qué más. Además, hubo sorpresa y bacanal
punkarra, porque para convertirlo en algo aún más memorable se sumó a la fiesta
Monje de los históricos Larsen y cantó tres temas, destacando una “Cuando yo
reviente” de Commando 9mm que mucha gente cantó con el puño en alto y la
garganta al límite, como se cantan los himnos que merecen la pena. Fue un
subidón que llevó el resto del concierto hasta la cúspide. Después de eso, ya
no hubo manera de parar, aunque tuvieron que hacerlo, cerrando con
agradecimientos y saludos y prometiendo volver.
Volverán, casi
seguro. Dio la sensación de que los Macarrones y El Tubo estaban destinados a
conocerse.
Banda: Macarrones
Escenario: Bar El Tubo
Día: Sábado, 15-07-2017
Número de palabras: 421
Fotografía: Javi Rubio
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