Chulería



A los Chulería no se les puede medir por la talla si no por el talle, que lo tienen ágil y dinámico. Practican el contraste. Los instrumentistas permanecen quietos. Su función es confirmar la ley de la conservación de la energía. Mientras tanto, en el medio, los dos cantantes hacen justo lo contrario, oscilar por el escenario como si otra teoría de la ciencia, la del caos, se estuviera demostrando en directo. No te he ayudado, ¿verdad? ¿Quieres saber más? Tendría que utilizar, probablemente, las palabras punk y cabaret, recurrir al diccionario del teatro de Patrice Pavis o volver a hacer un ejercicio de arqueología musical como el que siempre me saco de la manga cuando hablo de bandas del pueblo que siguen practicando nuestro folclore más arraigado, el que nació por los ochenta y se maduró en los noventa del siglo pasado. Lo hablaba con un satisfecho Luceño que lo tenía al lado: folk del pueblo. Todo franco y genuino. La foto que va arriba es como esos efectos ópticos que te ponen en los morros si te alivias en los baños de un cine, pero, en este caso, es lo que lees en los urinarios del Rocketa si eres tío. Pues bien: quítale el artículo, y es lo que te he dicho, aunque ahora ellos se hayan retocado el nombre: "2lería, yo soy de Baraka, ¿y tú?" No hace falta que leas libros para conocer nuestra historia desde que en Los Hermanos jugábamos al baloncesto retirando chutas de un puntapié hasta aquí. La música también te lo cuenta. 
Te voy a dar dos detalles más. Uno, casi que no fue un concierto, fue un ensayo. Llevaban más de un mes sin juntarse para ensayar. Dos, yo bailé. Me lo dijo Bustinza que lo tenía justo en el lado contrario al que ocupaba Luceño: "ostias, si bailas y todo." Lo único que había hecho era pegarle con el hombro en plan simulacro de pogo. Algo es algo. Isa sonreía y se divertía, que, muchas veces, es lo que buscamos, lo único que buscamos, en un concierto de música. Todo acabó muy rápido. Luis, el bajista, salía por la puerta cabizbajo: confesó haber metido un par de gambas gordas. Gambas, no; gambones. Como las que seguro que metían Los Ramones, Luis. Pidió y pedía perdón, pero no pasa nada: la zarpa está para meterla más que para arañar. Es un buen ejercicio mental y además es punk. Que es lo que son y lo que practican en esta banda, a su estilo, un estilo que nadie más hace por aquí y que les emparenta, por mucho que parezca lo contrario, más con el punk de Barakaldo en los 90 que con el madrileño de la Movida. 

Ya he pillado ritmo y seguía, que la noche dio mucho de sí, pero lo que voy a tener que hacer es podar, que me he pasado de quinientas. 
No sé yo si vamos a llegar al final, aunque lo veo ya. Ahí, casi. 

Banda: Chulería. 
Escenario: Taberna Rock eta Golak. 
Día: Viernes, 21 de Julio de 2017. 
Número de palabras: 500. 
Fotografía: Holden. 

Comentarios