Del Tet al Ong



Decían que venían a conquistar Laos y Birmania, aka Araba y Bizkaia, aka Agurain y Baraka. No sé cómo les irá en Álava, porque faltan un par de semanas para que empiecen la ofensiva tierra adentro, pero el asalto anfibio les ha quedado niquelado: salieron de las lanchas de desembarco junto a las playas de El Tubo y en una hora pelada invadieron, dominaron, luego recogieron y se fueron. Muchos huyeron, otros nos quedamos, pero todos sucumbimos a Vietcong 68, y voy a dejarme ya de jugar a que entiendo de estrategia y belicismo porque no es así y ya me estoy aburriendo. 

Ellos, en alguna entrevista, han confesado ser unos "frikis de la historia" y reconocían que se llaman Vietcong 68 porque les parece que los vietnamitas resistieron al gran poder y sirve de metáfora para representar cómo entienden ellos la música. Yo os lo copio en euskera, que es la lengua que usaban para explicarlo en una entrevista en maxixatzen.eus: "Gizarte honetako ezjakintasun musikala borrokatzera gatozen lau rock gerrilari gara. Zer da ba rocka gaur egun? Erresistentzia erritu bat," pero, en castellano, lo explican igualito en Riot Kids. Que el rollo va de resistir. Luego, sus canciones, y lo dicen ellos, hablan "de ligoteo, de ocasiones perdidas, momentos de locura, como combatir la ignorancia... chorradas, vaya".

En el Tubo, desde la intro se vio que esto no era un concierto de punk dentro de los cánones más puristas y predecibles. El bajo sonaba tan rotundo que hacía temblar la caja de la batería. El guitarrista, por mucha distorsión que añadiera, no ocultaba una tonalidad alejada del punk que enriquecía las canciones. El cantante, a medio camino entre Jello Biafra y Ian Curtis, ponía el nervio y el vínculo. Todos juntos, los cuatro, sonaban a ese punk espurio, adúltero, que copula con otras etiquetas del rock, sin miedo a crear hijos bastardos que no distingan entre el hardcore, el punk, el rock, el roll y el Nhac Nhac vietnamita. 

Salieron pertrechados con sus nón lá y sus camisas rojas, incluido un escudo en el pecho que, desde lejos, más que el de la banda a mí se me parecía al del Real Murcia. Cuando llegué, andaban probando sonido, y amén que lo prepararon tan bien como el Ejercito de Vietnam del Norte y el Vietcong organizaron la Ofensiva del Tet en el 68. Quizás, por eso, su ofensiva musical también fue un éxito y, como decíamos, acabaron por conquistar el Tubo. Lo hicieron repitiendo repertorio y luciéndose con algunas versiones, especialmente un viejo himno de Los Ilegales que, a más de uno, nos hizo eternamente felices por un momento. Hay canciones para tumbar imperios en su nuevo disco, que me traje en vinilo, y que ellos repasaron, como ya he dicho, hasta tener que dar otra vuelta al circuito. 

No se podía esperar menos. No son nuevos; llegaban con las rodillas manchadas de haber cavado muchas trincheras. Ahora, parece que han encontrado el ejército perfecto para tomar la CAV, como dicen ellos, y luego ya vete tú a saber si el Mundo Entero, aka lo que haga falta, aka Hanoi y Washington DC también. Mandaremos un corresponsal, alguien más parecido a Hunter S. Thompson que a Arturo Pérez Reverte, y os lo iremos contando.  

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