Título: Macarrones
Banda: Macarrones
Publicación: 28 de Diciembre de 2016
Discográfica: SNAP!! Records
Si un tío me para en medio de la calle, me apunta con
una pistola y me dice algo así como: o me describes ahora mismo la música de
Macarrones en un par de frases o te vuelo los sesos aquí mismo… lo primero que
pienso es no me jodas, cuándo despierto, cómo puedo tener sueños tan raros. Y,
después, contestaría, por supuesto, diciendo algo así: es un grupo de guitarras
que va de Rosendo a Turbonegro pero con matices más modernos y heterogéneos. A
lo que, estoy convencido, el tío que empuña la pistola respondería con una
carcajada maligna para finalmente añadir: “heterogéneo, dice, te mereces morir
así”. Y, ¡bam!, en el mismísimo entrecejo.
Si algún día Tarantino graba esta escena, por favor,
que mi personaje no lo haga Jack Black, solo pido eso.
En serio, Macarrones. Suenan contundentes, a hard-rock
escandinavo, con un sonido nítido y el número justo de punteos. Así lo escucho
en “La Pecera”, “Radio” o “Luz en ámbar” y así lo anoto en mi libreta. Tengo
una libreta para estas cosas, si quieres ríete: tomo notas. Luego no soy capaz
de entender lo que escribí y me lo vuelvo a inventar. También hay canciones que
suenan a rock puro y duro, a tradición castiza, barrio y asfalto, trujas y
carajillo, creo que leo en la notas, como en “Chicos muertos” o en “Uno más”,
con esas guitarras agazapadas, esperando a saltar de la casamata. “Solo para
ti” me recuerda a Porco Bravo, esa virtud innata para abrir la lata de un
sopapo, llevando el ímpetu a niveles de intemerata. Creo que he escrito en mis
notas que “Bromazepam” es tasca-rock, porque en Madrid hay tascas no pubs, y no
queremos beber pintas, si no que nos tiren cañas, pero la canción suena a esa
velocidad jaranera que siempre ha hecho que la buena música suene mejor en el
bar. Las letras son extensas, carnosas, urbanas y francas. En resumen, todo
bien hecho, pero nada que sorprenda.
Ahora, no todo termina aquí. En “Todo ardió mejor”,
según leo en mi libreta, te encuentras con un bajo en arrumacos con las
guitarras, todo en primera línea, con una alevosía que sorprende y se disfruta.
En “De madrugada”, ya empiezas a sospechar que lo que sospechas es verdad, que
esto no es solo lo que has escrito en el párrafo anterior: te topas con una
elegante habilidad para mezclar tradición y modernidad. Se atreven con el inglés
y hasta con Cindy Lauper. “Una proposición” suena por momentos a rock bailable
del que gusta en Pitchfork, pero sin
letras que hablan de dancefloors y esas cosas, sin pervertirse, regresando
a la línea para no caer por el terraplén. Bien, todo bien hecho y
sorprendiendo.
Macarrones son siempre y ahora, y los adverbios, en música, están para eso, para recorrerlos desde el principio hasta el final. Ellos lo hacen. Sin medias tintas, con la pericia necesaria para que, al final, valga lo que vale: las canciones y la emoción.
Macarrones son siempre y ahora, y los adverbios, en música, están para eso, para recorrerlos desde el principio hasta el final. Ellos lo hacen. Sin medias tintas, con la pericia necesaria para que, al final, valga lo que vale: las canciones y la emoción.
Número de palabras: 500
Escrito ahora mismo y casi que con la lengua fuera, porque me acaba de salir el chivato de que la batería está crítica y porque son las 23:32 y prometí terminar con esto el 31 de Enero. Ya está, cumplí. Publico y sefiní.
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