Salud!



Antes de subir a Bagaza, tocó parada y fonda en El Cuervo. Uno de los grandes del rock and roll vasco visitaba el pueblo. Señor No era una obligación igual que Obligaciones eran sí o sí, señor.
Voy a ser breve porque chistes como el que acabo de escribir indican que no debería seguir escribiendo. Mejor me doy una ducha y vuelvo a esto luego, pero ya que me he puesto, terminemos con éste. 
Solo en la tarima con su guitarra acústica y una pedalera, la versión más reducida e íntima de Señor No resultó un poco plana pero una lección de música sin añadidos ni colorantes. Combinando idiomas, originales y efectos a la guitarra, sus cuerdas vibraron por todo el garito y por gran parte de Juan de Garay. Sin videos en youtube: cómo levantar una canción y detenerla en el aire, sin más punto de apoyo que el mástil de la guitarra, punzando cuerdas como quien prueba números para acertar con la clave que abre la caja fuerte y abrirla. Hay pequeños detalles que se te quedan grabados cuando ves un concierto y tienes tiempo y distancia para fijarte en los protagonistas. En este caso, cómo miraba a los ojos de la gente, de cara a cara, sin intermediarios. Así, su voz, que retumba con ecos de la hagiografía del rock urbano estatal (manda huevos, qué frase, tío, jubílate o escribe obituarios mejor), sonaba más irrefutable y menos remota (la guinda, ahora pon el punto y a parte).
A parte de eso, una sola cosa: solo por y para escuchar en directo el "I'm not Like Everybody Else" de The Kinks en castellano, bien traducida y embutida en los acordes, hubiera pagado lo que pagan por ver a la Streisand. Ese cierre, con una canción extraordinaria que ya lucía hace varias decadas, que sonaba hasta en el Bada Bing! y que podía ser el himno personal de mucha gente, hizo que mereciera la pena levantarse ayer viernes y que volvamos a levantarnos hoy con un clavo atravesando nuestras sienes. Gracias por ello, Señor No y, como bien dijiste varias veces: ¡salud! 

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