Allá por 2004, vi a The Donnas en directo en el Sokol Underground de Omaha. Han pasado doce años, joder. ¿Puede que con Von Bondies? El "C'mon C'mon" sonaba hasta en las charcuterías y yo llevaba una camiseta de Grateful Dead que le compré a un tío en la puerta de un Wal-Mart. Ayer me perdí a las Baby Shakes en el Satélite T, pero hoy he escuchado música y por no elegir, le di al "shuffle" y por ahí ha aparecido el "Rebel Girl" de Bikini Kill. The Julien Ruin acaba de sacar disco. También vi en directo a Le Tigre. Pero, sobre todo, el sábado estuve en el estreno del disco Me fui de casa de Las Sexpeares en un Tubo que retuvo el aire justo para que lo compartiéramos apiñados.
No todo empezó ni terminó con Las Vulpess. La Xeta Pasote, Las Tuerkas, Sangre, Bollería Industrial, Las Culebras, Magmadam, Las Odio, Chiquita y Chatarra... No todo empieza y termina en Hinds.
Las Sexpeares están ahí, por ahí. Un grupo de chicas con bajista masculino. Riot Grrrl fue una etiqueta como otra cualquiera para un tiempo y unas bandas en concreto. Ellas no cantan eslóganes como los escribía Kathleen Hanna y se parecen más a las Runaways de Joan Jett cabreada que a las Donnas o las Sleater-Kenney. De hecho, a mí siempre me recuerdan más a cosas varoniles pero también de fin de siglo: Nirvana, claro, pero, sobre todo, en su último disco, a The Smashing Pumpkins. De hecho, después de verlas en directo, me quedé con la sensación de que hay una distancia palpable entre lo que han dejado en estudio y cómo suenan en vivo. Yo, sobre todo, lo percibo en las baterías y la voz. Ambas suenan más limpias grabadas. La voz es más nítida y la batería retumba, llevando el sonido del grupo un paso más adelante, hacia el metal al que siempre se suele acercar el punk más core: Dinosaur Jr, Gorilla Biscuits, y a nivel autóctono, Leihotikan o Berri Txarrak. En directo, por el contrario, el alarido es estribillo y la percusión suena al cobre de los platos. El bajo entra al principio como indica el librillo de instrucciones del punk británico. La cantante deja caer el flequillo y se olvida de punteos innecesarios para sacarle acordes dispares a su Gibson Les Paul. No es lo mismo que escuché en el disco, pero al mismo tiempo, sí lo es: canciones más complejas de lo que parecen, con cambios bruscos de tonalidad y rumbo, letras sencillas y tiernas con demasiada rima y temas más personales e individuales, estribillos pegadizos, subes y bajas, rapidez y fuerza. Todo eso, en directo, sobre la tarima mágica de un Tubo petado, sonó fornido y contundente. Se arrancaron al uso de los Nasti de Plasti, descerrajando canción tras canción sin tiempo para contarlas, y acabaron con determinación porque, si no, no les dejaban.
Y es que ya lo he dicho: el Tubo hasta arriba, con público intergeneracional y entregado en primera fila. Buen sonido y buena presentación de un disco que se sorteó en directo y la mano inocente se eligió a sí mismo. Brutus tiene arte hasta para la suerte. Además de pulso para la fotografía porque le vamos a robar una (modificada) para ilustrar esta entrada.
El punk lleva mucho tiempo diciendo que no hay futuro y contradiciéndose. Por eso, la programación de El Tubo sigue adelante y Las Sexpeares continuarán presentando su disco. Y yo, por incordiar, seguiré aquí contándolo: en presente de indicativo aunque el futuro sea exclamativo.
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