Los Plomos



  

“No somos modernos, marcamos tendencia”
Char-Lee Mito (Los Plomos)


Ya han empezado cuando llegamos. Le pregunto a Lo Pi si llevan muchas, y me dice que no lo sabe pero cree que aún están tocando la primera. Poca gente. Otra cosa: con toda la banda subida ahí arriba, la tarima parece una balsa y el Cuervo, la deriva. A Melena Simone no se la ve. Fernando Ulzión la protege como hacía Frank Farmer con Rachel Marron. Si Rioja mira a un lugar subterráneo, Mito mira al infinito. Estuve por darme la vuelta y averiguar qué coño miraba. Pero me habría sentido aún más gilipollas. Me dejan solo, pero me quedo. Me doy conversación interior. También, de vez en cuando, disfruto viendo como disfruta Brutus. Y ya está.

Comprando tabaco en el estanco, sorbiendo café en la cafetería, esperando en el semáforo, no te voy a decir que en la ducha, pero casi, también en el ascensor, limpiándome los dientes, atándome los cordones, fregando la sartén, leyendo el periódico, comiendo macarrones, hasta viendo el Sálvame en casa de mi suegra. Todo el día llevo intentando que se me ocurra una manera original, distinta, subversiva, divertida, ingeniosa, traviesa, que cree tendencia, no moderna, obsolescente, punk, de contar el concierto de Los Plomos ayer en el Cuervo.

No se me ha ocurrido nada, así que sigo:

Lo primero que pienso es lo siguiente: pues va a resultar que son más punks de lo que me creía. Y no lo pienso porque hasta tres personas distintas me digan lo mismo al oído: “Yo creía que eran más garajeros”. Lo acabarán siendo. Los que se fueron, volverán. Y, al final, todos los presentes acabarán contentos porque “Zapato de pie humano”, “Melanina” y “Heces On My Shoes” hacen las veces de triunfante traca final. Yo entiendo que canciones como “Ozú”, “José María Iñigo (El horror)” o “A currar” no son aptas para todos los públicos. “38 Coins” (o "30 monedas", lo que sea) para empezar es como desayunar chanfaina en pan de hogaza. Los Plomos podrían ser el grupo preferido de un Léo Lauzon de erasmus en Pamplona. La disonancia, la polirritmia, la falta de dulzura y condescendencia, la ironía, la sequedad melódica, ese saxo que aparece en la espesura como un funambulista extraviado. El Comité de Censura seguro que les hubiera concedido dos rombos mayúsculos. Y ya está.

Viendo la Patrulla Canina con mi hija que se afana por abrir la galleta en dos y robarle todo el chocolate al Príncipe. El Ryder este me cae de culo, pienso. Me doy cuenta de que ya he dejado de pensar en Los Plomos y en los planetas del sistema solar. Y no se me ha ocurrido nada, anda que... 




Lo Pi, te devolveré el set-list... si lo encuentro, que no sé dónde coño lo he metido.

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