Vitoria-Gasteiz, 17 de Junio de 2016, que rima



Debajo de un toldo, esperando a que Edurne salga del albergue mientras llueve y pasan dos tíos con cara de no haber dormido aún. Uno le dice al otro:
- Yo, tío, puedo estar un año, dos, sin drogarme ni beber. Pero es que luego me lo pide el cuerpo. 

Una habitación de hotel tan grande como mi casa. Tras cientos de intentos para captar la red wifi (waifai, dude), nos sentamos en el sofá para ver la entrevista a Ojete y Calor en Latemotiv. ¿A quién se parece Calor?
El doble de Calor, en la carpa, a las cuatro de la mañana, me mete la mano en la bragueta y luego se marca un Joachim Löw. 

Horas antes, al ir a pedir, me toca la esquina por la que cae todo el agua y yo me fijo en el tío que está pidiendo a mi lado. Cansado, serio, pide dos katxis de cerveza. Tiene las manos sucias, manchadas de pintura seca. 

- ¡Rick Astley! Yo me lo trago todo. 

Los ponchos coloraos. Los bocatas de tortilla. Las tejas de chocolate. Los garajes con luces que se encienden a tu paso. Paso. 

Diez minutos para recordar que la compañera de andanzas de Mikael Blomqvist se llamaba Lisbeth Salander. Y todo porque alguien quería soltar la chorrada de que el guitarrista de The Hellacopters parecía su hermano pequeño. 

Jonathan "Butch" Norton, elegante. Hasta el último botón de la camisa bien dado, chaleco, sombrero de ala ancha... enfocan hacia abajo y va en pantalón corto. Los baterías son como los presentadores de las noticias de mediodía en las leyendas urbanas.

Dena Flows a la carrera con un colorido poncho y Jon Barrasa a resguardo en su puesto. Dos maneras de currar, con dos velocidades distintas, mientras otros nos ocupamos solo en divertirnos.  

El tío del paragüas. ¡La coña de los paragüas! Y un solo tío paseándose por el festival con el suyo. Con su paragüas y una camiseta de Humble Pie. 

 Lluvia.
Agua.

Yo bailo el agua que te cagas, que no es lo mismo que bailar bajo la lluvia. Me lo han dicho antes, que además de un palizas, soy un dorador de píldoras. Es que me vuelven loco esas dos expresiones: bailar agua y dorar píldoras. Magnífico, ¿cómo no voy a hacerlo? 

Pero hoy estoy raro. Parece que sale el sol, así que más raro aún. Por lo tanto, voy a ir al grano y voy a explotarlo. ¿Valoración del primer día del Azkena 2016? Decepcionante, si quieres que te diga la verdad. La decepción necesita que antes haya una expectación, y yo tampoco es que la tuviera, sinceramente. El primer día del Azkena, para mí, era de precalentamiento. Quitando a Lucinda Williams, yo solo tenía pensamientos para el día de hoy. Eso sí, algo más, lo que fuera, ya esperaba. No soy el único que te dirá que acabó sin entender qué pasaba con el sonido: con las guitarras de The Hellacopters y los acoples de Danzig. ¿De dónde salía la voz de Glenn Danzig? Parecía que la música era profiláptica, espeleológica, afónica, karaokica.

A pesar de ello, el Azkena siempre merece la pena. Bajo la lluvia, los toldos, los pollos que se montan en el baño y las barras que parecen dos veces más largas con la poca gente que las atiende. Da igual, porque llegas a Vitoria-Gasteiz, donde Josean Querejeta hace la ley, y te pasan (ves, vives, oyes) cosas como las que he escrito antes, al principio. Y también otras que son más musicales. Porque aunque me perdiera a Daniel Romano, me decepcionaran The Hellacopters, escuchara de lejos a Vintage Trouble y me fuera a cenar con los Blackberry Smoke, hay (hubo) momentos que quedarán tatuados en la memoria:

1) Julián Maeso la bordó en las dos canciones que le llegué a ver. 
2) Enorme concierto de una Lucinda Williams a la que no hace falta contarle los años para darle más valor a lo que hace. Con cuatro músicos que la acompañan con garantías, no solo lo bordó y emocionó al público cerrando con un "Rockin' In the Free World" que empieza a tener la misma categoría de himno alternativo que alcanzó, en su día, el "This Land is Your Land" de Woody Guthrie, si no que todo su concierto, eléctrico, auténtico, sencillo y directo, estuvo a la altura de lo que se puede esperar de alguien que se presenta con sombrero vaquero y chupa de cuero, dispuesta a reescribir las fórmulas que definen la música. 
3) Sex Organs. No sé qué más añadir, cuando ves en el escenario a un percebe gigante que se supone que es un pene y a un trozo de lahmacun que se supone que es un vagina. Pero, al menos, una sonrisa. 

Poco, ¿verdad? Pero suficiente para tener fe en el día de hoy. Se espera a mucha gente por las campas de Mendizabala y yo pienso presentarme ahí desde las cinco de la tarde, con la digestión aún por hacer. Empezaremos con Sumisión City Blues, por supuesto, y esperemos terminar con Supersuckers. Su-Su. Xa-Xa-Xa. Ese es el ritmo bueno.

¿Gutterdämmerung?
Otro día, de verdad.

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