Voy a hacerlo ya porque si no, no lo hago. ¿De qué hablo? Kim Salmon. En el Panorama Pub. Vamos a contarlo ahora, cuando, seguro, a alguno aún le dura la resaca, porque yo voy a estar parecido este fin de semana y no prometo que recuerde lo que ya he empezado a olvidar.
No es que hiciera trabajo de campo antes de ir a verlo, porque eso quedaría patético, y más aún confesarlo aquí, pero hace poco le leí definir el punk. Escribía para Double J y me topé con el artículo por pura casualidad. Esto es lo que decía Salmon:
"Punk? It’s about bullshit and pretentiousness. It's about no pretences.
It’s about the formula, but it's about experimentation. Sometimes it's
inarticulate, sometimes it's poetry."
Hoy no juego a trujamán. Creo que se entiende. Y lo cito porque, en parte, es un vistoso resumen que sirve para ilustrar el concierto que ofreció el australiano ayer en Barakaldo, un lugar, en muchos sentidos, y como tantos otros, tan aislado del resto del mundo como Perth, Australia.
Salmon sonó, a veces, desarticulado; otras veces, poético. Repitió la fórmula y experimentó. Pero, sobre todo, sonó natural y auténtico, sin sandeces, sin resultar presuntuoso, como si hubiera cogido el metro para llegar al Pano, como si aquello fuera una fiesta de cumpleaños y los años no pasaran en balde.
De balde no fue el concierto, y quizás por eso mismo, la concurrencia era selecta y entendida. Me da un poco de sofoco ponerme ahora a contar cómo fue el concierto cuando entre los presentes, calcularía que el 99'9% de la gente había (o habrá) escuchado más música que yo y otro alto porcentaje la ha producido también, cosa que yo solo hago cuando silbo y silbo poco porque odio las cremas labiales y siempre los tengo secos. Si me untan con el letibalm, me lo como, y lo que siempre como son mis propias palabras, así que aún y cuando use porcentajes para esclarecer mi vergüenza, yo sigo igual que siempre y escribo sobre ello:
Es difícil resumir la carrera de un tío que empezó a tocar en Australia en los años 70, alcanzó repercusión (poco remunerada pero proverbial) con The Scientists y giró por todas las antípodas del globo terráqueo con los Beasts of Bourbon. Por decir algo rápido. Tan difícil es resumir y definir que algunos hasta inventaron un adjetivo para resumir y definir su música: "salmonesque". Y salmonesca era una camisa amarilla que vestía bajo la chaqueta americana negra (no sé si alguien le aconsejó la combinación estando donde estaba) y que dijo, con sentido del humor, que tenía más de treinta años y que no le sentaba igual que en los años setenta. Me lo va a decir a mí, que llevaba una negra con botones de corchete que tiene como un lustro y antes me sentaba de maniquí y ayer estaban los corchetes con los mofletes hinchados de la fuerza que hacían por no reventar a la altura de mi tripa. Te conservas bien, Kim, como la azafata del Un, Dos, Tres.
Dejémonos de chorradas y hablemos un poco de lo que pasaba media docena de cabezas delante de mí. Kim Salmon departió amablemente con la gente, preguntando la hora y ofreciéndose a aceptar sugerencias. Repasó, sobre todo, su reciente álbum en solitario, My Script, y lo hizo con su guitarra distorsionada y un dictáfono que llevaba colgado del cuello y que hacía un sonido parecido al que debe hacer el viento cuando sopla entre los pináculos del desierto occidental australiano. Por supuesto, hubo viajes en el tiempo, y sonaron, como no, "Frantic Romantic" o "We Had Love", ambas recibidas con entusiasmo por los presentes. Además de esas, también se lució con "Feel", que tocaba con The Surrealists, si no me confundo, que probablemente lo haga, o dos arrebatadas de su último disco, "Pathologise Me" y "Tell Me About Your Master". Mejor ronco que en falsete, sonó limpio y hondo cuando bajó la distorsión y subió el sentimiento, algo que hace brevemente en su disco en solitario, disco que algunos han definido como "psychoanalytic rock" y que él mismo calificó de manera parecida cuando dijo que para escribirlo se había sentado en el diván y había dejado que el mundo alrededor le hiciera de psiquiatra. Leo que Salmon tiene una manera muy especial de tocar la guitarra, y cuando hace lo mismo de solista que de rítmica, más aún, digo yo. Tanto su manera de hacerlo, como su voz, como sus canciones, a mí me suenan al punk que él definía porque aceptan la imperfección; son energía pura y sincera; escriben poesía con renglones deslavazados y puntiagudos.
Así me sonó a mí ayer en el Panorama Pub, pero, si te quieres formar una idea más aproximada a la realidad, probablemente hagas bien en preguntarle a alguien que no forme parte del 0'1% que come crema labial y va de experto sin serlo. Donde sí estaré y seré feliz será en Mendizabala, este próximo sábado, cuando Kim Salmon vuelva a subirse al escenario aunque, esta vez, lo haga con toda la banda a la espalda. Justo antes que ellos, lo habrán hecho Radio Birdman, y la experiencia ualabí habrá sido ya completa. Imagínate pasar de "Aloha Steve and Danno" a "Swampland" sin cambiar el katxi de mano. Ya me estoy mordiendo el labio de placer y aún no me lo he hidratado.
Posdata: Digamos que no tendríamos buena educación, (y mi padre, que era soldador en la Babcock & Wilcox, me la estañó como soldadura en plomo), si no hago mención de la gente que consiguió que Kim Salmon reuniera a lo más granado de las cercanías en la calle Francisco Gómez. Enhorabuena a Javi y a sus diligentes camareras, a la gente de Munsterama, a Mikel que custodiaba la puerta y a quien consiga quitarme el teclado de las manos para que deje de ponerme merengón. Lo hago yo, no te preocupes. Me voy a echar un cigarro antes de volver al Tajo, que no pasa por Valladolid pero sí por Toledo, y por donde va a pasar Salmon después de actuar en Vitoria es por Pamplona, así que, si no estuviste ayer en el Panorama, ni estarás pasado mañana en Mendizabala, date prisa que aún podrás pillarle en el Nebula Bar pamplonica.
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