Cuatro conciertos en una semana. Punto. No hace falta decir nada más. El jueves vinieron desde Livorno, en la Toscana, parando antes en Burdeos, la Gironda, los The Biffers, que el cronista in-residence del El Tubo los definió como sigue: "melodias vocales bastante poperas, totalmente de acuerdo con quien ayer los comparaba a green day." Ayer fue el turno de Terral, llegados desde Málaga, con ánimo de darle al rock and roll según cuentan los testigos, y, en especial, el mismo que ya nos ha ayudado a entender qué hicieron The Biffers: "trio malagueño de rock'n'roll callejero con gran influencia platero."
Y aún hay más: mañana toca sarao matinal, sesión vermú con los siempre jubilosos y galvánicos 2lería; más que una banda, un fenómeno social, real y popular antes incluso de existir. Una oportunidad para divertirte y celebrar en comunión y sin tabúes. Seguro, además, a pesar del horario, que el Tubo se peta y se peta de verdad. Como no habrá habido suficiente, por la noche el que ocupará el diminuto escenario del bar será Stevie Klasson. El reputado guitarrista sueco, en su día atareado con Johnny Thunders o los Diamond Dogs, tocará en el Tubo en formato acústico y para regocijo de los que allí se presenten.
Yo no me presentaré. Ni por la mañana, ni por la tarde, ni me presenté ayer ni lo hice el jueves. Me han dicho que parece que no salgo de El Tubo, cuando, en realidad, lo que no hago es entrar, joder. Esa jodida cosa que llamamos obligaciones laborales me ha traído a Madrid, un Madrid que ayer estaba petado por Gran Vía y Callao, donde tenía mi reunión de trabajo. Empezó a llover cuando me quedé solo por la calle Montera, así que hice lo que se podía esperar de alguien como yo, meterme en todos aquellos garitos castizos que podía encontrar y pedir una caña que acompañaban con su correspondiente tapita. En uno de los garitos estuve hablando con un camarero huraño que veía un campeonato de billar. Su frase apocalíptica pensé en tatuármela en algún lugar oscuro de mi cuerpo: "El billar es un puto coñazo, pero más lo es mi puto trabajo. Treinta y cinco años tirando cañas a tipos como tú y a otros peores." Lo sé, muy larga para tatuarla, pero dan ganas. Hacía mucho que no me llamaban tipo y me hizo hasta ilusión. También entré en La Central de Callao aunque me había dejado la barba en casa. Estaba aquello tan petado como lo estará el Tubo mañana, pero el respetable era muy distinto al que frecuenta el local barakaldés. Di una vuelta por la sección de música, otra por la de poesía y me fui de allí antes de que me diera un síncope.
Ya está.
No hay más.
Bueno, sí. Hoy, a las tres, llegan refuerzos a la Avenida América e intentaremos, en compañía, alejarnos del imán turístico para visitar lo auténtico y real: Carabanchel, con concierto de Ignotus y, sobre todo, de los Porco Bravo. No va a ser la primera vez que veamos a los de Barakaldo fuera de Valladolid, pero sí la primera con el nuevo disco. Hay ganas de conocer la Sala Live y de ver un concierto en sábado noche, algo que no hacemos, por lo menos, desde hace 14 meses. Así que, con eso y con más cañas bien tiradas, tendremos que conformarnos por perdernos cuatro conciertos en una semana en ese garito que empieza a ganarse categoría de mítico: El Tubo.
Para terminar, como ya me he puesto en evidencia antes, lo repito ahora: Patxi, David... Sois los putos amos.
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