Barrie & the Hot Rooms



Qué jodida es la vida, de verdad. Después de un domingo soleado y musical, que no siempre lo son, llega un lunes ventoso, gris, repleto de rutina, modorra y batallas de esas que pierdes aunque las ganes. Llevo todo el día pensando en escribir sobre el concierto matinal del domingo, con tantas ganas y desesperación como Papillon soñaba con una chalupa y el mar abierto. Miento si no te confieso que también me da pereza: malgastar las fuerzas en pintar un cuadro que no va a conseguir representar ni la mitad de lo que ocurrió el domingo por la mañana.
Porque se había pasado el viento soplando tantos días seguidos que había levantado el polvo y la polución y se veía todo tan dulce y afinado desde la terraza del Satélite T que los bilbaínos ociosos que disfrutaban del tiempo al borde de la ría, en bici, a pata, o al trote, parecían esas siluetas pequeñitas que a veces aparecen en las pinturas de Albert Bierstadt, gente diminuta enternecida por un paisaje monumental y glorioso, aunque en este caso las montañas de Sierra Nevada se vieran intercambiadas por un acristalado triángulo isósceles de 165 metros de altura que parece un hinque fálico cuya metáfora prefiero olvidar, igual que el nombre de aquel lugar de la Mancha.
Zas... en toda la boca. Es lo que tiene fumar a solas ahora que ya no se puede fumar dentro. Me quedo allí quieto, rodeado de tanta gente con bellos diseños capilares, que yo que me estoy quedando calvo, prefiero mirar el paisaje, y entonces me pongo bucólico y evocador porque no estoy hecho yo a los domingos de rabas y rock and roll y me emociona tanto el plan como las vistas.
Mi compañera de andanzas y un servidor teníamos ya ganas de visitar la Atlántida, de verdad, porque nos habían hablado tanto del Satélite T que lo veíamos como una isla mítica, tanto que creo que la primera vez que escuché el nombre se lo escuché a Platón. Es lo que tiene la vida, que es jodida, como decía, y ella no entiende de individualidades, por mucho que estemos interconectados y todas esas chorradas del efecto mariposa. Cada uno va a su ritmo y no espera a que te sincronices. Así que nació este peñón fantástico en un costado de la ribera y a nosotros nos pilló en una fase de nuestra vida que requería falta de sueño, vida doméstica y sacrificios personales. Ahora que ya empezamos a ver la luz, aprovechar un día tan soleado y aparecer por allí para ver a Eddie & the Hot Rods, y por fin vamos llegando al grano, fue como si te dicen que eres guapo, listo y bueno al mismo tiempo y además se lo creen. Un gozo, y sin pozo.
La música, bien, gracias. Barrie Masters tenía que coger aliento en un rincón de vez en cuando, pero explícame tú cómo empiezas en 1975 y sigues en 2016 sin tener que dar bocanadas de vez en cuando. Para la segunda, ya se habían ventilado "Teenage Depression", pero a mí no me había entrado la depresión, entre otras cosas, porque friso ya las cuatro decadas, y no recuerdo ni lo que era la adolescencia. Entre todas aquellas cabezas sudorosas, en el fondo de aquella epidermis de guitarrazos, más allá del contorsionsimo de Ian "Dipster" Dean, Eddie & The Hot Rods son como comprarte el tomo dedicado al rock and roll de la enciclopedia de la música y leértelo y memorizarlo como Johnny 5 en Cortocircuito. Podías cerrar los ojos, escuchar a Richard Holgarth puntear, y parecías tener una epifanía: entendías cómo funciona desde el punk del 77 hasta el heavy de Donington Park pasando por el powerpop o eso que llaman pub rock y no sé muy bien lo que es. Estos tíos parecen tener el caliz sagrado, o, al menos, la fórmula antediluviana que transmite el secreto de esto que, lo llames como lo llames, a la una y media del mediodía de un domingo de esparcimiento burgués en la ciudad, sonaba como una descarga pura de iluminación mística. Sabéis que me doy a la exageración más que a la bebida, y eso que el domingo entraban las cervezas como agua, pero creo que no es desorbitado decir que la batería estaba muy alta y que más que retumbar, palpitaba por todo el local. El doble tirabuzón final con las versiones del "The Kids Are Alright" de The Who y el "Born to Be Wild" de Steppenwolf fue como la expiación definitiva de todos los pecados veniales que nos adocenan y aborregan. No es que el rock and roll descubriera la penicilina, pero hay algo en las reacciones químicas que produce, aunque lleves más de cuarenta años cantando (y escuchando) las mismas canciones, que te revuelve el estómago de una manera trascendente y auténtica. Yo, por lo menos, que andaba por allí siendo un cuello anónimo más, sentí aquello como si fuera así y fuera verdad. 
Protagonistas en la memoria de Oriol Llopis, habituales del repertorio en el muzak de El Tubo, ver a Eddie & the Hot Rods en directo era otra de esas citas obligadas que últimamente no cumplíamos. Pero la cumplimos, y déjame que ponga el ribete aquí yéndome a lo personal y mencionando a toda la peña con la que compartimos mesa y, en especial, a nuestras vecinas fabriles, la que nos hizo de cicerone y nos presentó a gente tan interesante y cojonuda, y la que conspiró con nosotros para comprar los billetes y esperaba a todo el mundo en la puerta con una sonrisa capciosa. Si gloria es la música, la compañía ni te cuento. Y ya que nos ponemos melindrosos como solo nosotros sabemos, darle la enhorabuena a la gente del Satélite T por hacer realidad lo que contaba el griego en Timeo y Critias, y hacernos los domingos soleados tan sacrílegos y codiciables como el del pasado. Y en una nota muy personal para ponerle la guinda al pastel: emocionante fue conocer personalmente a uno de mis fotógrafos musicales preferidos y vergüenza que me dio solo que conociera este blog. 
Grande Dena Flows, grande Barrie Master, grande la gente sencilla a la que le emociona la música, grande la vida que de jodida tiene poco cuando la banda sonora merece la pena... y grandes, por supuesto, mis abrumadores redobles finales.


Comentarios

Distorsjón ha dicho que…
Grande tu y tu pedazo de artículo. Yo también fui.
MikelTrail ha dicho que…
Mola lo de; "No es que el rock and roll descubriera la penicilina, pero hay algo.....". Que bueno Holden, ya estamos tardando en coincidir en el Tubo.
Holden Fiasco ha dicho que…
Gracias a los dos por leer el blog y por vuestros comentarios. Cuando coincidamos, la primera ronda es mía.