No tenía pensado escribir nada, pero los minutos pasan lentamente y ya no sé qué hacer ni dónde meterme. He intentado leer e intentado hurgarme en la nariz y luego he buscado en internet qué consecuencias puede traer hurgarse en la nariz. Miedo. Aunque más al aburrimiento: he buscado musarañas y casi las encuentro. Así que, al final, me he dicho, qué mejor que hacer lo que hace Kurt Baker cantando y Usain Bolt en 100 metros: usaré este cuarto de hora que me queda para teclear a toda velocidad.
Ayer vi a Kurt Baker Combo en directo y casi me da un pampurrio. Supongo que se puede hacer más rápido y más hipervitaminado, pero yo hacía tiempo que no lo veía. Encima hubo un momento en que Kurt Baker dijo: "ahora va una uptempo", y yo pensé: ¿y lo de antes qué ha sido? No iba a escribir porque apenas les vi cuarenta minutos y después me piré, y me parecía una falta de respeto hablar sin haber visto el final de la película, pero soy incapaz de soportar más huecos en el tiempo. No sé decirte cuántas canciones tocaron en el tiempo que permanecí allí: el repertorio entero de Frank Zappa y más. Exagero, por supuesto, pero eso son más palabras y menos minutos. Creo. Creo que abrió con "Weekend Girls", la del vídeo colorido y lleno de curvas. Creo que también sonó el "Don't Go Fallin' in Love". Creo.
Hacía mucho que no asistía a un concierto de powerpop, a mí me lo pareció, o de rock and roll de los de suburbio norteamericano, y high school, y girls girls girls, con muchos estribillos y rickenbackers iniestas y una grestch nacarada que sufría más que el somier en el dormitorio de cualquiera de los protagonistas de Porky's. Un concierto de los de pertenecer a la tribu y conocer el lenguaje no verbal de la religión musical. Aunque, la verdad, lo que más me sorprendió es que la tribu que había por allí apenas movía la cintura para darse la vuelta y volver a la barra. Y eso que Kurt Baker y sus compinches leoneses pusieron de lo suyo para que la sacudieran.
Me dio la sensación de que era uno de esos conciertos que necesitan más. No más de lo que daban ellos, pero sí de lo que pones tú. Necesitaba, yo, digo, las cervezas de antes, de durante y de después. La compañía y la conversación. Compartir es rock and roll. Otro contexto. Y el mío no era aquel. Y, además, no pude ni ver la mitad. Así que me fui a la lluvia y, desde fuera, se oía aquello como si dentro estuvieran grabando una revisión de Desmadre a la Americana.
Pensé que era obligado hacerle una visita a Kurt Baker, aunque fuera saludar e irme, como hice, porque su nombre es como una de esas asignaturas obligatorias que tienes que aprobar en los edificios frente a los que él actuó el miércoles. Y él mismo lo recordó. Y yo lo hago ahora porque así, ya que incumplí mi promesa de no escribir porque me gusta ser justo y riguroso, justifico el sentido de esta entrada: ya han pasado veinte minutos. Por fin. Doy el día por terminado y a sobrevivir que es vivir sobre todo.
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