A falta de movimiento, disfrutemos de lo estático. Es decir, si no voy a conciertos, hablemos de discos. No es lo mío, pero tampoco es que me esté pidiendo hablar de trigonometría, ¿no?
En los próximos días, me propongo glosar, con la misma falta de criterio y potencial de la que ya alardeo en mis crónicas musicales, algunos discos que han ido cayendo en mis manos estas últimas semanas y que, sacando tiempo del fondo del pozo de los deseos, he podido escuchar con más atención de la habitual.
En los próximos días, me propongo glosar, con la misma falta de criterio y potencial de la que ya alardeo en mis crónicas musicales, algunos discos que han ido cayendo en mis manos estas últimas semanas y que, sacando tiempo del fondo del pozo de los deseos, he podido escuchar con más atención de la habitual.
Los primeros llegaron a mis manos por casualidad, y por curiosidad voy a estrenar esta nueva faceta del blog (lo sé, no es la primera vez, pero digamos que lo es conscientemente) con ellos. Van a tener el dudoso honor, incluso, de estrenar etiqueta, porque, de la misma manera que había una que utilizaba para cuando publicaba ficción (¡qué tiempos!) y otra que algún día recuperaré para encajar entrevistas de sospechosa parcialidad, también para estas (digamos que) críticas constructivas me voy a inventar una etiqueta. La que reza arriba y que me acabo de inventar según pongo estos dos puntos y la escribo: FIASCO REVIEW! Así, en inglés, que, como todo el mundo sabe, es una forma como otra cualquiera de ponerse en evidencia y ganarse enemigos.
Llegaron por casualidad y desde Navarra, unos tíos a los que representan, en realidad, dos que son los que se presentan en el nombre. Por un lado, Jo, quien, además de la parte vocal (donde también demuestra cierta versatilidad), se encarga, y déjame que ponga toda la lista según viene en el libreto, de guitarra acústica, guitarra eléctrica, mandolina, bajo, batería, melódica, banjolele, teclado y percusión. ¡Jo, Jo! Qué capacidad, quién pudiera si tan siquiera decirlo todo de carrerilla. Envidia. El otro es Swissknife (aún no tengo claro si tengo que separarlo o dejarlo todo junto), apodo bajo el que se esconde alguien que, además de los coros, aporta guitarra acústica, batería y percusión. A ellos dos, cuando no se bastan, les acompañan Alvin Double, Raffalo y Mike Banjos, encargándose de contrabajo, percusión, banjo... y no sé qué más. Tienen nombres propios más propios de esta tierra que de las montañas Orzak, pero lo dejaremos así.
Ellos han grabado Music from Small Pink, once canciones que firma Jo en lo que concierne a la música aunque comparte algunos créditos en lo que se refiere a las letras, que, al parecer, también escribió mano a mano con Raffalo y Swissknife (no en todas, pero sí en algunas canciones). Hay una, "La de Buckley", que se la conceden, por supuesto, a Joe "Red" Hayes y Jack Rhodes, los autores de una "Satisfied Mind" que, además de Buckley, la cantaron y/o grabaron, en alguna ocasión, gente tan poco conocida como Joan Baez, The Byrds, Bob Dylan, Tim Hardin, Lucinda Williams, Jonathan Richman, Johnny Cash o Willie Nelson. Ahora hay que incluir en esa lista a esta banda navarra que nos recuerdan que en la Pisquerra también reluciría el perfil viril de John Wayne y su montura.
Y es que su disco es un ejercicio de country, folk, bluegrass, hillbilly y precisión acústica que podría aparecer en No Depression si alguien quisiera, de verdad, averiguar qué coño pasa para que tantas y tantas bandas, tantos y tantos músicos del otro lado del Atlántico, encuentren sus raíces musicales en la tierra donde el fiddle irlandés encontró un nuevo hogar. "Agonies" abre el disco con una promesa de emoción disfrazada de solicitud de amistad. La sigue "You'll Always Feel Free", abierta con armónica, y que ya reclama los símbolos propios de la cultura musical americana: botas de vaquero, corazones rotos, mucha cerveza y, por supuesto, la carretera. "When You Fall" se hunde en pasiones más oscuras (me recuerdan a unos Calexicos más poperos) y así seguirán demostrando duranto todo el disco que tienen lo mismo para reír que para llorar, para clavar espuelas que para lamentarse en torno al crepitar del fuego. Por destacar, yo destacaría la que cuenta con la voz de Sara López ("Seein' Double") y "Little Girl from Virginia" que son, probablemente, las que mejor demuestran por qué utilizábamos antes la palabra "ejercicio" sin que tuviera nada que ver con lo físico. En resumen, un sonido limpio, eficacia instrumental, letras que repiten modelos y, por lo que he podido ver por ahí, un directo en el que saben coger todo esto y ponerlo en tres dimensiones.
Que quizás, al disco, le falte esa chispa mágica que salta por sorpresa y te enciende las caderas, vale. Que sigo esperando el día en el que alguien mire hacia Alburquerque, New Mexico para hablar de Alburquerque, Badajoz, también. Pero, a pesar de todo ello, Music from Small Pink funciona porque tiene lo que deben tener los discos: buena música, venga de dónde venga, la hagan desde dónde quieran que la hagan, sin porqués o porquiénes. A mí me falta un hervor, y aún y así voy y me permito comentarles la música, así que, crúzame la cara si quieres, pero hadme caso si te recomiendo una escucha (o dos).
Si bourbon o pacharán, eso ya es cosa de cada cual.
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