Exagero, porque yo no las vi afligidas, más bien, todo lo contrario. Tampoco resignadas, porque, sinceramente, tengo la sensación de que ésa es una palabra que carece de significado en el lenguaje de Penadas por la Ley, y, por extensión, en el punk rock.
¿Entonces, por qué? Porque, como siempre, no puedo resistirme a la tentación de ponerme en evidencia: Penadas por la Ley, apenadas por la mecánica. Me río de mi ingenio y así, de paso, abro diciendo que llegaron tarde porque la furgoneta que habían alquilado petó en la entrada a Barakaldo. David les hizo de roadie. Patxo les montó el ampli. Prácticamente, fue medio el minuto que tuvieron de prueba y entonces una de ellas dijo:
"Se imprime", pero el batería tenía que ir al baño.
De todas formas, a Penadas por la Ley no les hace falta, al parecer, mucho entrenamiento para correr los doscientos con una sola pierna. La guitarrista lo decía poco después: "Afinar es de cobardes". Ni la preciosa Gibson crema de la guitarrista ni el elegante bajo azul
Rickenbaker de la bajista necesitan hacer estiramientos antes de ponerse a brincar y ganar medalla.
Por supuesto, no somos ingenuos: el punk rock no es solo inspiración, rabia y ciencia infusa. Las canciones, por muy simples y cortas que parezcan, necesitan su proceso: también nacen, se reproducen y producen efecto porque se las nutre, se las atilda y se las atesora. Tres verbos que he elegido porque, normalmente, no los elige nadie, pobres.
En serio, a veces, me parece que el punk rock es la repetición de lo obvio. De lo que hemos olvidado por ponernos modernos y moderados. El punk rock, sí, es urgente y visceral. Son acordes básicos, sin lucimientos innecesarios. Bombo-caja-bombo. Más que estructura, las canciones tienen andamios. Esqueleto: un bajo que apisona, una batería que ametralla y una guitarra que araña. Tres verbos que elijo porque empiezan por a. La boca bien abierta. El punk también es enseñar dientes. Enseñar la garganta. Enseñar hasta la campanilla. Campanilla con mohicana parándole los pies a un Peter Pan cebolleta. Incluyes unas cuantas palabras clave, como policía, represión, gobierno y revolución, y a darle al coro. Cantan "lalalalas" que dicen más que las canciones de Serrat. Pones mucho corazón, sentido común, pasión y esa ración de pureza que oscurece a las perlas negras de Manihi y ya lo tienes: punk-rock.
O Penadas por la Ley, que son sinónimos.
"Estamos llegando al ocaso", dice la bajista, que es la manera más inspirada que he oído para anunciar el final de un concierto. Y si se imprime, también se fotocopia: así que el bis lo cubren con tres canciones repetidas. La última es la más rotunda: "No es no". No me recuerda a Kathleen Hanna aunque me recuerda que debería mencionarla. Empeñan las encías con cada estribillo. Me pillo en medio de la canción acordándome de Vera, algo que me tengo prohibido. Espero que cuando crezca conozca esta canción. Que la repita en la ducha y que diga que su preferida es "Suggestion" de Fugazi, donde cantaban aquello de: "Is my body my only trait in the eyes of men?" O no, me da igual, pero que tenga muy claro que cuando dice no es no. Como hace ahora con once meses a las tres de la mañana y no le apetece dormir. ¿Ves? Por eso me lo tengo prohibido. Penado por peñazo.
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