El Borges este decía que el mundo se recogía entero en el aleph, ¿no? Yo es que cuando lo leí no lo entendí, y cuando lo releeí lo entendí tan bien que no sabía explicarlo. Alephluya, que decía la bruja piruja, o Jeff Buckley, no me acuerdo. Los cuentos para niños deben ser turbios y recónditos, en plan Hansel & Gretel meet Beavis & Butthead o algo así. Tú explícame una letra de la Hora del Primate y yo te decoro la casa en plan Zen... Guerrilla. Es lo que tiene ver a Los Cosméticos en directo mientras me hablan de Viridiana, que pierdo la noción y hasta el sentío. Me lo niegas si no es cierto, pero yo creo que dijeron que se estrenaban. ¿Era un estreno mundial? ¿Es el Tubo un profundo aleph que recoge el mundo y todos los mundos que se incluyen, infinitamente, dentro de él? Pues no lo sé. Yo es que el concierto de ayer lo entendí tan bien que no voy a saber cómo explicarlo... si no lo hago como si fuera un cuento para niños:
Así que érase una vez Delorean, no el coche, si no el folclore de Zarautz, cuando eran orgánicos, pero con estribillos, con muchos estribillos. En la segunda canción, guitarras a lo The Hives, que lo mismo existen que desaparecen. De repente, eso que los técnicos llaman atmósferas, epílogos como a lo bronco, frenazos en seco. Más que a los Carniceros del Norte, a la Casa Usher. Fugazmente Fugazi y hasta a los Willis Drummond en local pequeño, desatados, sin tarima. (We Are) Standard meets Metallica, pero sin dancefloor cools ni riñas moñas en los camerinos. Q And Not U tal como los vi yo en un Sokol Underground tan oscuro que igual lo que vi fue el fundido en negro de un mal viaje lisérgico. A veces, suenan a eso, LSD consumido vía rectal, como a... que me pongo a bailar indie sin bongos y muevo el cuello a lo Sepultura. Joy sin dividir y alguien me susurró Lou Reed. Y alguien dijo Soft Cell. Y si te nombro a los Arctic Monkeys pre-Josh Homme ya hemos llegado a la Rioja, y a Los Paniks y a la Hora del Primate y al, colorín colorado, este cuento se ha acabado y el lobo no se zampó a la abuelita pero se la benefició, como lo intentó Don Jaime con la novicia.
Así lo entendí yo, que probablemente sea mal. Ayer fue el estreno mundial (o no) de Cosméticos en un aleph llamado Tubo que tuvo una entrada más floja de lo que me esperaba, y confirmó lo que ellos mismos decían en una reciente entrevista: "música honesta" y "garage para bailar". Blanco y en botella, leche condensá: eso es lo que quieren y eso es lo que te dan. Furia de la que se suda, guitarrazos de los que te tientan el bulto, una base rítmica que le movería las caderas hasta a Robert Smith; un sonido tan cojonudo que me obligó a pensar para mí mismo, que es como generalmente pienso porque mejor que no lo oiga nadie, que era la ocasión en la que mejor había sonado una batería en aquel local (aleph). Yo les auguro futuro porque más que un médium soy un tércium de lo poco que sirven mis vaticinios, pero lo que se escuchó ayer en el Tubo fue lo que siempre se espera de la música: menos máscara de ojos y más miradas limpias.
"A lo largo de los siglos y de las latitudes cambian los nombres, los dialectos, las caras, pero no los eternos antagonistas"
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